Sábado, 21 de diciembre de 2024

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"Evitar la invasión de ciertas señoras", dice el nuncio a los obispos argentinos

por Marcelo González

En los últimos meses he sido testigo a la vez que protagonista de innumerables denuncias contra el clero argentino por diversos motivos, entre los cuales brillan por su frecuencia los abusos litúrgicos, las faltas a los votos sacerdotales y la  heterodoxia doctrinal. Si bien soy una de tantas voces que gritan en este desierto, también debo, reconocer sin falsa modestia, que he sido uno de los que más se ha atrevido a denunciar… y de los que ha pagado el mayor precio en prestigio y paz espiritual.

Pero algunas cosas están ocurriendo en los últimos tiempos que me alientan a considerar que no todo ha sido en vano. Cuando la denuncia del caso Sucunza se produjo un profundo sacudimiento en la Curia de Buenos Aires, en el Episcopado Nacional y también en la Nunciatura. No me pregunten cómo lo sé, pero lo sé de primera mano.

El 25 de marzo, sin ir más lejos, y según refiere Página Católica, se celebró la fiesta de la Anunciación y día del Niño por Nacer con inusual tinte tradicional en la Catedral Metropolitana. La Misa del Cardenal Bergoglio fue seguida de una inesperada bendición con el Santísimo Sacramento durante la cual el nuevo Rector recitó en latín las oraciones finales. Se cantó el Tantum ergo y otros cánticos del precioso acerbo de la  música sacra. Es una señal más de entre varias que analizaremos aquí, en el sentido de que Roma está “marcando” al episcopado argentino.

¿Fallida incursión?

Después de que se diera a conocer la extraordinaria expedición a Roma de la Comisión Ejecutiva de la CEA, cuyo resultado público más notorio fue la también la extraordinaria homilía del Sr. Nuncio Apostólico ante el Congreso de las Pontificias Obras Misioneras Argentinas (ingenuamente desmentido por su Presidente contra litteram ) nos llega el rumor de un  hecho que, de ser verdadero, nos reconforta respecto al resultado de las denuncias realizadas.

En efecto, según este rumor, confirmado por más de una fuente, el Sr. Nuncio Apostólico, Mons. Adriano Bernardini, habría dado un fuerte tirón de orejas a los señores obispos durante la última reunión ordinaria de la CEA, la llamada “plenaria”, a la que asisten todos los obispos y que se convoca en el predio rural que lleva el sugestivo nombre de “La Montonera”.

Según las personas consultadas, el mensaje habría tenido lugar el 8 de noviembre de 2010 y el texto, leído ante la magna asamblea de obispos de la Argentina fue enviado el día 10 a cada uno de ellos por correo electrónico desde la nunciatura, con la firma del Sr. Nuncio Apostólico, como para subrayar la importancia del mensaje.  Acentúa la importancia del hecho el que dicho mensaje cada obispo argentino lo habría recibido apenas si un poco después del asunto Sucunza.

Lo más llamativo, según mis informantes, sería cierta expresión poco usual en el lenguaje diplomático, tanto como notoriamente sugestiva, en el texto del nuncio, cuando exhorta a los máximos liturgos de las iglesias particulares y a través de ellos al clero en general a ser “sumamente prudentes ante la invasión de ciertas señoras” que han conquistado notable autoridad en las ceremonias litúrgicas. Y les recomienda hacer uso de los acólitos y ministros autorizados en caso de necesidad, los cuales, se sobreentiende han de ser varones, porque estos, parece, han desaparecido de los altares en aras de la profusión indebida de “monaguillas” y “señoras invasivas”.

A buen entendedor sobran las palabras, y estas “ciertas señoras” invasoras evocarían no solo a liturgas aficionadas, sino también a entusiastas aficionadas a las personas de los celebrantes.

Las razones para la exposición de esta y otras quejas por parte del Sr. Nuncio parecen ser las que hacen llegar los fieles y seguramente también algunos dignos clérigos, por los abusos que son el pan nuestro cotidiano en parroquias y también en catedrales. Los reclamos se dirigen a miembros del clero secular como del regular, quienes, aficionados a los cambios litúrgicos motu proprio (no confundir con el Motu Proprio Summorum Pontificum) ponen a los fieles en estado de perplejidad, -“confusión” habría dicho el Nuncio- ora a los que frecuentan las iglesias con regularidad, ora y más aún a aquellos que van de tanto en tanto para las fiestas mayores. El Sr. Nuncio, según mis informantes, llama a evitar en la liturgia “rarezas y desahogos emocionales” de los presbíteros y a respetar el canon romano y los paramentos litúrgicos de rúbrica (que incluyen en todos los casos de regla la casulla, haga o no calor). Aparentemente, la excusa del calor es invocada para no usar casulla bajo los soles de rojo verano, pero tampoco bajo las nieves y heladas del gélido invierno, como diría el poeta.

Habría prevenido el Sr. Nuncio a los obispos que aceptar la normativa vigente en materia litúrgica, lejos de ser una muestra de conformismo, es una señal de “catolicidad”, pertenencia a la cual, dice el diplomático pontificio, todos los obispos deberían mostrar orgullo de pertenecer. Palabras que suenan como música en los atribulados oídos de los católicos de a pie.

Según mis fuentes, en el supuesto que sean verdaderas, el Nuncio habría dado también a los obispos -para que tengan y para que lleven a sus presbíteros- precisiones respecto a que todo loable esfuerzo por mostrarse “democráticos” colisiona con el deber de vestir conforme a su condición de “consagrados”, algo que no solo se debe a Dios, sino que los fieles desean que ocurra… Notable.

En lo estrictamente litúrgico, el autor de esta exhortación habría invitado a los obispos a:

Usar todos los ornamentos litúrgicos prescrito en cada ceremonia.

No invitar a los fieles a rezar el canon o las palabras de la consagración con ellos.

Consagrar con pan y vino prescriptos (evitar galletitas y otros productos).

Poner fuera de acción a las susodichas monaguillas y señoras invasivas.

Recordar que el servicio del altar de los niños y jóvenes es una fuente de vocaciones sacerdotales.

Impedir que los ministros de la Eucaristía reserven el Santísimo en sus casas, lo cual está prohibido.

Evitar toda concelebración con sacerdotes “casados”, y menos aún en presencia de sus “consortes”. (Amazing!)

Celebrar los Te Deums con el canto del Te Deum (Amazing!) y evitar dar el púlpito a personas ajenas al culto o a miembros de otros cultos…

Bien, no vamos a juzgar la veracidad de esta supuesta nota. Tal vez sea solo el deseo de nuestra alma. Pero, fuentes confiables y bien informadas dicen que lleva el § Prot. N. 19.180/10 en la Nunciatura Apostólica. Al no tener acceso a dicha fuente, lo damos por conjetural, aunque probable.

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