Aborto-PSOE. Aborto-PP. Aborto-Iglesia

 1 De nuevo aparece el problema del aborto con motivo del cambio de la legislación sobre el mismo. De nuevo el enfrentamiento entre unos grupos y otros. El Psoe ha saltado como enfurecido con la legislación que pone el Gobierno. Sigue en la misma línea de siempre: la madre es dueña de su cuerpo, no es una menor, es libre, puede abortar si le place. Porque si el Estado no permite abortar legalmente, optarán por el aborto clandestino con peligro de la salud de la madre. Claro, en la ley vigente puesta por el Psoe se evita el peligro de la madre y se establece el derecho de cualquier mujer a abortar con tal amplitud que, incluso puede una menor abortar cuando quiera, sin que se precise el consentimiento de sus padres o tutores. Sencillamente, lo consideran como un derecho de la gestante. ¡Qué barbaridad! ¡Un derecho a suprimir una vida humana!

Porque me pregunto: ¿son conscientes de que en el aborto, lo que está en juego es la vida de un ser humano inocente e indefenso? Y ¿tiene la madre el derecho de suprimir la vida de un hijo, sin más? ¿Quién se lo ha dado? Porque lo que lleva en su seno la madre no es un tumor, sino un ser humano que, además es su hijo. Y por otra parte ¿tiene el Estado competencia para autorizar la muerte de un ser humano inocente?

Es curioso que cuando hay una catástrofe o un atentado, las noticias hacen referencia inmediatamente al número de niños que han sido víctimas, son los primeros a los que se atiende según aquello de “maxima debetur puero reverentia” (al niño se le debe el mayor respeto). Y ¿a los niños se les puede masacrar libremente?



2 Y viene la reforma de esta ley que va a promulgar el Gobierno del PP. Es una ley más seria que la anterior, ya que tiene en cuenta que lo que está en primer lugar no es la voluntad de la madre sino la vida del hijo; y esa vida humana, inocente e indefensa, debe ser considerada por encima de todo.

Ciertamente es un paso serio en cuanto a la desaparición legal del aborto; cuando se apruebe, felicito al Gobierno. Aunque no sé por qué se admite la posibilidad legal del mismo en algunos casos, y creo que el asesinato directo de un ser humano nunca debe ser legal, por lo que no me satisface por completo la ley. Si estoy en desacuerdo con la pena de muerte, más lo he de estar en la supresión de la vida de un ser indefenso e inocente por muy deforme que se presente o por muchas que sean las consecuencias que se deriven. De lo contrario, por la misma razón, se podría suprimir la vida de un hombre con deficiencias físicas o síquicas. Entraríamos en la eutanasia.

El griterío de tantas personas del Psoe que creía sensatas, las veo con falta de una mínima lógica; me llama la atención cuando anteponen lo que llaman derecho de la madre a su propio cuerpo a la vida del hijo, sin tener en cuenta tampoco el negocio negro de clínicas abortistas y profesionales del aborto.

3 Y el tercer punto, quiero referirlo a la enseñanza de la Iglesia sobre el aborto. Los católicos debemos atenernos a la enseñanza del Magisterio de la Iglesia; y éste es muy firme y explícito. Sólo aporto una enseñanza del Papa Juan Pablo II en la Encíclica Evangelium Vitae, 62; ha dicho: “Con la autoridad conferida por Cristo a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con los Obispos de la Iglesia católica, confirmo que la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral. Esta doctrina, fundamentada en aquella ley no escrita que cada hombre, a la luz de la razón, encuentra en el propio corazón (cf. Rm. 2, 1415), es corroborada por la Sagrada Escritura, transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal.

La decisión deliberada de privar a un ser humano inocente de su vida es siempre mala desde el punto de vista moral y nunca puede ser lícita ni como fin, ni como medio para un fin bueno. En efecto, es una desobediencia grave a la ley moral, más aún, a Dios mismo, su autor y garante; y contradice las virtudes fundamentales de la justicia y de la caridad. “Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie además puede pedir este gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad ni puede consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo”.

Aunque ser del PP no equivale a ser católico, veo positivo el paso que ha dado el actual Gobierno en la ley que acaba de presentar sobre el aborto y le animo a seguir defendiendo la vida y a seguir caminando en esa dirección hasta que se llegue al aborto cero. No deberíamos cesar los católicos en la petición de que desaparezca totalmente el aborto en nuestro ordenamiento jurídico.

Aquí no hay ninguna injerencia de la Iglesia en la política. Sencillamente hay una exposición de la doctrina de la Iglesia, a lo que tiene el derecho y el deber. No son los no católicos quienes tengan que decirnos qué debemos decir y qué no.

Es cierto, como dicen algunos, que una ley permisiva del aborto no obliga a nadie, pero también es cierto, que la legalización de algo prohibido moralmente por la Iglesia, como el robo, no puede impedir que la Iglesia diga a sus fieles que no todo lo permitido por el Gobierno es lícito para los cristianos. Y en estos casos nadie puede decirle a la Iglesia: cállense y no se metan en política. Y si hablan, rompemos el Concordato. Cosas de niños.

José Gea