Los niños pueden entender la moral  (2) La conciencia

Los niños pueden entender la moral  (2) La conciencia
 
Introducción
Hablamos mucho de la conciencia pero no sé si la entendemos bien; viene a ser como la voz de Dios que nos indica el camino estrecho del que nos habla el Evangelio. Nos manifiesta en cada momento su voluntad. Si la cumplimos, vamos avanzando hacia Dios; si no la cumplimos, nos vamos alejando de Dios y en la medida en que nos alejamos de Él no percibimos con claridad lo que nos va diciendo que hagamos. Y si no lo percibimos con claridad, es lógico que nos vayamos apartando de sus caminos que nos llevan a la vida y al amor. Nos cerramos al amor.
Parábola del collar de perlas       
Un grupo de niños estaban jugando al escondite en la casa de uno de ellos. Uno se escondió en una habitación y mientras esperaba que le encontrasen iba curioseando por la habitación y encontró un collar de perlas. Se lo guardó en el bolsillo y a seguir jugando. Al acabar el juego, cada uno a su casa; a cenar y a dormir.
El niño, guardando el collar, se metió en  la cama pero no pudo pegar un ojo. ¿Qué pasaba? Que Dios le decía que lo que había hecho no estaba bien; que había robado y debía devolver el collar; y la voz de Dios seguía y seguía resonando en su conciencia hasta que, al cabo de unos días devolvió el collar, dejándolo en un rincón de la casa de su amigo y ya, con la conciencia tranquila se confesó y tuvo otra vez la paz.
Pero hay quienes, por mucho que les suene la voz de Dios, es decir, su conciencia, hacen oídos sordos y siguen sin devolver lo que han robado. Y, al no hacer caso de lo que Dios les va diciendo en su conciencia y no devolver lo robado, no se les perdona el pecado. 
Es bueno que la conciencia nos avise, porque oyéndola podemos evitar el pecado.  Pero es muy malo que obliguemos a la conciencia a que se calle.  Podemos hacer como los conductores que no atienden al aviso que les da el coche, por ejemplo, de que se pongan el cinturón, y le dejan que les avise mucho tiempo sin ponérselo. Llega un momento en que el coche deja de avisarle y se exponen a los peligros de ir sin sujetarse el cinturón.
Así le pasa a nuestra conciencia.  Si nos avisa mucho tiempo y nunca le hacemos caso, deja de avisarnos, aunque estemos haciendo mucho mal.  Esto es muy grave.
 
Charlando con Jesús (En este apartado “Charlando con Jesús” iremos poniendo algún diálogo de Jesús con un niño que puede servir para que los catequistas, si quieren, puedan usarlos en sesiones de catequesis con los niños).

¿Sabes lo que me pasa, Jesús? Que cuando hago cosas buenas, estoy contento; y cuando no me porto bien con alguien, a veces sufro pensando en la persona con la que no me he portado bien, o pensando que no estás contento de mí. ¿Por qué eso?
 
Porque Dios te quiere, y ha puesto dentro de ti la conciencia. Ya  te he dicho que la conciencia es como la voz de Dios, que te alaba cuando te portas bien y te reprende cuando te portas mal.
Si practicas lo que te va diciendo Dios por medio de tu conciencia, estás haciendo lo que Dios quiere. Pero sin trampitas ¿eh? Porque los hay tan listillos que quieren que Dios les diga lo que a ellos les interesa. Tú escucha con mucha sinceridad lo que Dios te va diciendo y, si le obedeces, irás bien, y estarás contento y Dios estará contento contigo.

Oración
Háblame, Señor, a través de mi conciencia, pero háblame fuerte, porque quiero escuchar bien lo que quieres de mí, para hacerlo, porque quiero darte gusto; aunque a veces me cuesta escucharte porque me puedes complicar un poco la vida. Pero también es cierto que cuando te escucho y te hago caso, soy más feliz.
No me atrevo a prometerte nada porque supongo que estarás ya cansado de mis promesas. En vez de prometerte, te pido que consigas hacerme muy amigo tuyo, cosa que ya hemos visto que no puedo hacer yo sin ti.
 
José Gea