Martes, 05 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Ya está en Barcelona

La reiteración de tres ideas no deja duda del mensaje que quiso dejar el Papa en Santiago

ReL

El Papa, en el avión camino de Barcelona.
El Papa, en el avión camino de Barcelona.
A las 19.30 horas, Benedicto XVI llegó de nuevo al aeropuerto de Labacolla tras una intensa jornada durante la cual pronunció tres importantes discursos: a su llegada a España, en la catedral de Santiago de Compostela, y en la homilía de la misa celebrada en la Plaza del Obradoiro.

La despedida fue breve y sin protocolos, y corrió a cargo de quienes le habían recibido por la mañana, los Príncipes de Asturias. El Pontífice tomó un avión de Iberia, el Delta del Llobregat, hacia la Ciudad Condal, donde hará noche. Allí llegó a las 21.07 horas, y fue recibido por el presidente de la Generalitat, José Montilla, y el delegado del Gobierno en Cataluña, Joan Rangel, para trasladarse después al arzobispado de Barcelona, donde dormirá. 

Un primer balance de lo sucedido en Santiago, aparte del entusiasmo con que fue acogido por los gallegos y peregrinos presentes, exige referirse a tres mensajes que Joseph Ratzinger repitió en sus tres discursos, con la clara intención de que queden como legado de su paso por la ciudad del Apóstol.

Primero, una llamada a Europa para que no rechace a Dios y se abra a la trascendencia: «Una España y una Europa no sólo preocupadas de las necesidades materiales de los hombres, sino también de las morales y sociales, de las espirituales y religiosas, porque todas ellas son exigencias genuinas del único hombre y sólo así se trabaja eficaz, íntegra y fecundamente por su bien», dijo en Labacolla; «Europa ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo, trabajar con su gracia por aquella dignidad del hombre que habían descubierto las mejores tradiciones: además de la bíblica, fundamental en este orden, también las de época clásica, medieval y moderna, de las que nacieron las grandes creaciones filosóficas y literarias, culturales y sociales de Europa», reiteró en el Obradoiro.

Segundo, una integración de los conceptos de verdad y libertad, de forma que no sean antagonistas, sino razón mutua uno del otro: «Entre verdad y libertad hay una relación estrecha y necesaria. La búsqueda honesta de la verdad, la aspiración a ella, es la condición para una auténtica libertad. No se puede vivir una sin otra. La Iglesia, que desea servir con todas sus fuerzas a la persona humana y su dignidad, está al servicio de ambas, de la verdad y de la libertad», dijo en el lugar donde está enterrado el Apóstol; «Es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad. Con esto se quería ensombrecer la verdadera fe bíblica en Dios... Dios es el origen de nuestro ser y cimiento y cúspide de nuestra libertad; no su oponente. ¿Cómo el hombre mortal se va a fundar a sí mismo y cómo el hombre pecador se va a reconciliar a sí mismo?», reiteró durante la homilía de la misa.

Tercero, una exhortación a la valentía del testimonio fiel y coherente de los católicos: «Dejadme que desde Compostela, corazón espiritual de Galicia y, al mismo tiempo, escuela de universalidad sin confines, exhorte a todos los fieles de esta querida Archidiócesis, y a los de la Iglesia en España, a vivir iluminados por la verdad de Cristo, confesando la fe con alegría, coherencia y sencillez, en casa, en el trabajo y en el compromiso como ciudadanos», pidió a los fieles de la catedral; «A nosotros, queridos hermanos, nos toca hoy seguir el ejemplo de los apóstoles, conociendo al Señor cada día más y dando un testimonio claro y valiente de su Evangelio. No hay mayor tesoro que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos. Así imitaremos también a San Pablo que, en medio de tantas tribulaciones, naufragios y soledades, proclamaba exultante: "Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que esa fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros"», pidió a los fieles que le escuchaban por miles ante la Puerta Santa

No cabe duda, pues, de cuál ha sido la intención del Papa en su primera jornada en España: lanzar un mensaje muy especial a Occidente para que no renuncie a sus raíces cristianas ni caiga en el reduccionismo laicista de contraponer verdad y libertad, pidiendo que padra lograr ese objetivo apostólicos los fieles se comprometan de verdad en el seguimiento de Cristo.
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