El 9 de junio de 2016, una manifestación de extrema izquierda
asaltó y saqueó la Iglesia de la Gratitud Nacional en Santiago de Chile y destrozó la imagen del Crucificado. El pasado 22 de abril el Cristo fue restituido a su lugar y bendecido por el padre Carlo Lira, provincial de los salesianos. Los que quisieron destruir el Crucifijo solo han logrado, paradójicamente, que el mensaje de amor y redención que implica quede reforzado, porque las huellas evidentes del odio sirven ahora de consuelo a quienes le confían con devoción sus propios sufrimientos.