Dos ex transexuales, Paul y Maritza, arrancan de la psicóloga Marisa Azaret, totalmente entregada a la causa de la ideología de género, la confesión de su carácter acientífico: no hay datos «ni objetivos ni subjetivos», reconoce, que justifiquen aplicar a un niño pequeño medidas hormonales o quirúrgicas solo porque haya manifestado en alguna ocasión ser algo distinto a su sexo biológico.
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