En Polonia y en Italia han surgido acusaciones de origen espurio (tan "creíbles" como supuestos papeles de la policía secreta comunista y testigos ignotos de la mafia) contra San Juan Pablo II, que sin revestir la más mínima sombra de credibilidad, han sido aireadas por algunos medios sin más objetivo que denigrar no solo a la persona del Papa y su legado, sino a la Iglesia en sí misma. Porque los poderes que agitan esas calumnias, explica el padre Santiago Martín, lo que odian de ella sobre todo es que sea "el último baluarte contra el relativismo".