La Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa ha hecho suyos los objetivos de la Agenda 2030. El padre Santiago Martín alerta: el éxito de las JMJ ha residido desde su origen en la confirmación y confraternización masiva frente a las corrientes del mundo, haciéndole ver a los jóvenes que no están solos en su afirmación católica y fraguando amistades (y amores) auténticos y duraderos. Si ahora eso se contamina con las ideologías en boga, explícitamente anticristianas, no solo está en riesgo -y es lo más importante- la fe de esos mismos jóvenes, sino la misma continuidad de las JMJ, que dejarán de interesarles.