En el norte de Etiopía, en la región de Tigray (Tigré), se encuentra la iglesia de San Abuna Yemata, cuya existencia se remonta al siglo V y lleva el nombre de su fundador. Está excavada en la piedra, y alcanzarla exige una ascensión superando paredes verticales y precipicios de doscientos metros. Dentro esconde tesoros extraordinarios, como sus frescos o su Biblia sobre piel, pero el tesoro mayor es la fe de quienes acuden a visitarla. El padre Gebre Rufael Asresseha lleva a su cargo 47 años, acude a diario, dice misa y recibe a los peregrinos: "Siempre estoy aquí". El trayecto supone dos horas y los fieles lo hacen descalzos. "Les asusta la posibilidad de caerse", reconoce el sacerdote, pero él les va dando indicaciones en los lugares clave y ninguno se da la vuelta. Aunque lo más peligroso está en la entrada, donde el más mínimo traspiés supone una muerte segura. "Una vez dentro, crees estar en el cielo", confiesa la narradora, "pero nunca te habrás sentido más vivo". "Nadie se va de esa iglesia sin rezar y venerar", concluye el padre Gebre Rufael: "Está en un alto y no en el suelo porque fue hecha por el poder de Dios". Puedes ver más imágenes de este espectacular templo pinchando en estos vídeos de ReL: 'Él vence el vértigo para decir misa...' y '...y ella para que él bautice a su hijo'.