La apertura de la Puerta Santa de la basílica de Santa María di Collemaggio fue el momento más especial de la visita pastoral de Francisco a L'Aquila con ocasión del Perdón Celestino. Allí rezó unos minutos ante los restos de San Celestino V, el único Papa hasta Benedicto XVI que renunció a la sede de Pedro, tras gobernarla seis meses en 1294.