Tras seis años expuesto en la catedral de Burdeos, el Cristo agonizante que pintó Rembrandt en 1631 regresó en marzo a su templo propio, una vez restaurado: la colegiata de San Vicente, sita en el pequeño pueblo francés de Le Mas-d'Agenais. Sus mil quinientos habitantes consideran esta pieza como su tesoro más valioso. Es, de hecho, la única obra del pintor flamenco que no se encuentra ni en un museo ni en una colección particular. El cuadro, cuya autoría se desconocía, fue vendido a la parroquia en 1804, y un siglo después el ayuntamiento se apropió de él -como parte del patrimonio parroquial- tras la ley laicista de separación Iglesia-Estado de 1905. En 1918 fue catalogada como patrimonio histórico, pero no fue hasta 1959 cuando se descubrió la firma: RHL (Rembrandt Harmenszoon de Leyde), lo cual ha disparado su valor hasta unos hipotéticos 90 millones de euros (el presupuesto municipal de 70 años). Pero su valor no es solo económico ni artístico, sino también espiritual, por la honda expresividad del sufrimiento que muestra el Señor en la Cruz y el impacto que produce en quien lo contempla. El obispo de Agen, Hubert Marie Herbreteau, celebrará una misa el 7 de agosto para bendecir el óleo.