Tras las disposiciones que preteden obligar al sacerdote a la ruptura del secreto de confesión, o el escándalo de la condena sin pruebas del cardenal George Pell (como acabó reconociendo la sentencia absolutoria tras catorce meses de prisión), entre otras medidas coercitivas de los últimos años, Australia da un paso más contra la libertad religiosa, con la aprobación de una ley en Queensland que pasará por encima de la identidad de los hospitales católicos en su labor de protección a sus pacientes contra la eutanasia y el suicidio asistido.