Cuando en el año 427 San Honorato llegó a la isla que hoy lleva su nombre, Saint-Honorat (frente a Cannes, en la Riviera francesa), la encontró infestada de serpientes. Tras una oración suya, una ola gigantesca barrió todo el territorio y lo dejó completamente limpio de reptiles. Allí se creó una abadía que a lo largo de los siglos vivió momentos terribles, como la invasión sarracena en el siglo VIII, pero que perduró hasta 1788, cuando fue cerrada en vísperas de la Revolución. En 1870 fue refundada por cistercienses de la abadía de Sénanque, y hoy la comunidad la forman 21 monjes que viven según la regla de San Benito y su Ora et labora, que cumplen con los siete oficios divinos y con la producción de vinos que han sido servidos, por ejemplo, en alguna cumbre del G-20, y licores variados de limón, mandarina y cedrón o hierbaluisa. Pincha aquí para adquirirlos.