El Senado argentino aprobó la legalización del aborto impulsada por el presidente Alberto Fernández. Las presiones internacionales surtieron efecto y, al igual que pasó con los diputados, lograron el cambio de voto de algunos senadores a quienes se suponía comprometidos con la vida. En la calle, militantes provida recordaron este hecho, así como la verdad que ninguna votación puede anular: dentro del vientre de una madre hay un ser humano. La ley será recurrida por anticonstitucional, pero en cualquier caso esta victoria de la cultura de la muerte debe servir, afirma una de las manifestantes, como «un llamado a despertar» para quienes siguen dormidos en su compromiso de fe y de razón con los más indefensos.