Coronando el Castel Sant'Angelo, mirando justo de frente a la Basílica de San Pedro, una enorme estatua de San Miguel Arcángel envainando la espada, realizada en 1752, recuerda la plaga de la peste que asoló la urbe a finales del siglo VI y concluyó con la intervención sobrenatural de la Salus Populi Romani y la actuación angélica.