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El dardo de Jim Caviezel a los obispos
Lunes, 21 de septiembre de 2020 13:00

Jim Caviezel protagoniza Infidel, una película de Cyrus Nowrasteh, director norteamericano de origen iraní con quien ya trabajó en La verdad de Soraya M. La película aborda la persecución contra los cristianos bajo el régimen de los ayatolás. El viernes pasado, Jim fue entrevistado sobre el film por Shannon Bream en Fox News. El intérprete de Jesucristo en La Pasión de Mel Gibson relata cómo su personaje se niega a aceptar que Jesús sea un profeta, y confiesa que es el Hijo de Dios, a sabiendas de lo que le espera. Es un thriller, explica, no «una película cristiana blandita», porque  muestra «lo que está pasando hoy». Y luego hace una lectura adicional en referencia a las limitaciones al culto que se han establecido en casi todo el país (y en casi todos los países) con el pretexto de la pandemia, y que en otras ocasiones él mismo ha calificado como «persecución religiosa». No disimula su irritación con la actitud de los pastores de la Iglesia (minuto 1:58): «Lo que está pasando es relevante porque tenemos esta "cultura de la cancelación" [culture cancel, impulsada por la intelligentsia progresista, el Partido Demócrata y los medios sistémicos y ejecutada violentamente en la calle por Black Lives Matter: una corriente que busca destruir todos los signos, referencias y principios de la civilización occidental] y si los cristianos no quieren verlo suprimirá también el cristianismo. Porque muchos de nuestros pastores, nuestros obispos, nuestros sacerdotes, están obviándolo, dejan que les quemen las iglesias, destruyen las imágenes y no dicen nada. En la película Braveheart, de Mel Gibson, los ingleses son los malos contra los escoceses, pero los realmente malos son los colaboracionistas. Ésa es nuestra situación hoy». Luego explica el bien que haría a mucha gente, en medio de la pandemia, poder ir a los templos. «Así es como empieza la persecución», y sin embargo los pastores «no se plantan ante los gobernadores y los alcaldes... muchos de los nuestros son Judas o Pilatos o fariseos. Es una vergüenza que no puedas distinguir entre un sacerdote, un obispo o un político. Es muy triste. Esto se llama tibieza, y Cristo tiene un lugar muy especial para ella, como ellos saben».