Domingo de Ramos de 2020 en una misa en Brasil de la comunidad católica carismática Cançao Nova. La salmista sale a salmodiar el salmo 21: «Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado». Al avanzar el tema, triste y meditativo, se va emocionando, hasta el punto de que ya no puede cantar. Salmo 21: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Al verme, se burlan de mí, / hacen visajes, menean la cabeza: / «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; / que lo libre si tanto lo quiere». / Tú eres quien me sacó del vientre, / me tenías confiado en los pechos de mi madre; / desde el seno pasé a tus manos, / desde el vientre materno tú eres mi Dios. / No te quedes lejos, que el peligro está cerca y nadie me socorre. / Me acorrala una jauría de mastines, / me cerca una banda de malhechores; / me taladran las manos y los pies, / puedo contar mis huesos. / Ellos me miran triunfantes, se reparten mi ropa, / echan a suerte mi túnica. / Pero tú, Señor, no te quedes lejos; / fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. / Líbrame a mí de la espada, / y a mi única vida de la garra del mastín; / «Los que teméis al Señor, alabadlo; / linaje de Jacob, glorificadlo; / temedlo, linaje de Israel; / porque no ha sentido desprecio ni repugnancia / hacia el pobre desgraciado; / no le ha escondido su rostro: / cuando pidió auxilio, lo escuchó».