Sor André Randon, religiosa vicentina francesa, ha cumplido 116 años y es la persona más anciana de Europa y segunda del mundo, tras la japonesa Kane Tanaka, de 117. Sor André tuvo una infancia muy dura. Explica que lleva su nombre en homenaje a su hermano André, que fue «su padre y su madre» porque la crió: «Cuando muera me reuniré con él en el campo». Respecto a lo que ha vivido, que incluye dos guerras mundiales, es muy clara: «He visto cosas hermosas y cosas muy tristes: niños abandonados porque nadie podía alimentarles, y que eran acogidos por familias muy buenas». Con motivo de su aniversario, su familia se reunió para una misa. También fue homenajeada por unos escolares que cantaron para ella, que ha consagrado casi toda su vida a la enseñanza. Y Hubert Falco, alcalde de Toulon, le entregó la medalla de honor de su ciudad natal: «¡Ah mi amigo!», exclama cuando él se presenta, pues ha perdido la vista. Su sobrino nieto, Philippe Randon, explica que mantiene una gran vitalidad, pero que ella dice que le gustaría que Dios la llevase ya consigo.