La auténtica reforma de la Iglesia, que se venía preparando antes de la entrada en escena de los diversos fundadores del protestantismo, se distinguió de la falsa Reforma por su integridad en la fe y por la santidad de sus frutos, como detalla el padre Martín Villagrán, IVE, doctor en Teología, en su análisis del proceso histórico y teológico de la época. Pincha aquí para ver los capítulos anteriores de esta serie.