En una actitud inusual en este tipo de encuentros, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, abiertamente gay e impulsor del aborto en su país, saludó a Francisco con reproches a la Iglesia (citó, entre otros, las lavanderías de la Magdalena: pincha aquí para recordar esta historia y su distorsión anticatólica). El Papa le respondió asumiendo los errores de la jerarquía en el abordaje de los abusos y asegurando que se erradicarán «a cualquier precio», y rechazando la cultura del descarte, que incluye «a los no nacidos, privados del derecho a la vida».