En 1962, un Jack Nicholson con 25 años protagonizó The Challenge [El desafío], una película destinada a fomentar las vocaciones sacerdotales en las que interpreta a un religioso que evoca (cigarrillo en mano, con toda naturalidad: O tempora, o mores!) su propio camino hacia la consagración a Dios. Nicholson fue educado católicamente, aunque en varias ocasiones ha manifestado su distanciamiento de la fe.