Lunes, 04 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Con muchos ya crecidos, y ahora viuda, Rosa sigue teniendo mucho que contar

Nuevo libro de Rosa Pich, madre de 18 hijos: nos convence y contagia; la vida es bella en familia

Rosa Pich al presentar su último libro, La vida es bella
Rosa Pich al presentar su último libro, La vida es bella

Pablo J. Ginés

Rosa Pich ha publicado su segundo libro: La vida es bella y más si se vive en familia (Ed.MartínezRoca). Mucha gente la conoce como la famosa madre de la familia Postigo-Pich. Tuvieron 18 hijos, de los que tres fallecieron por problemas cardíacos. Su marido Chema falleció en 2017. En 2015 recibieron el Premio a la Familia Numerosa Europea del Año, y por su simpatía y facilidad de trato han sido objeto de reportajes televisivos por todo el mundo, con viajes a Hong Kong o Corea y numerosas conferencias sobre la vida familiar.

En el vídeo, JuanPi Postigo, que vive en Corea, presentaba su familia numerosa al asombro de los entrevistadores coreanos (a partir del minuto 7, con conexión con Barcelona).

Rosa ya escribió "Cómo ser feliz con 1, 2, 3... hijos" y ahora vuelve con su gran tema, el que sus lectores -y fans de Instagram- le agradecen una vez más: felicidad en la vida familiar, con sus luces, que superan a las sombras. El libro es ágil, 200 páginas luminosas y llenas de humor y sentido común. Vale 18 euros (8 en eBook).

Optimismo: aprovechar la vida, mejor con familia

"Este libro que vas a leer es optimista, refleja unas enormes ganas de vivir", avisa ella. "'Rosa, pero, ¿tú como lo haces', me preguntan muchas veces. Todos tenemos problemas y excusas para no levantarnos de la cama y empezar un nuevo día, pero también hay que tener ilusiones y propósitos".

Poco después añade: "La vida, dure lo que dure, hemos de aprovecharla, y a pesar de que tiene sus momentos oscuros, no hay mejor forma de pasarla que compartirla con la familia. Los hijos son siempre una fuente de alegría inmensa y nos hacen replantearnos muchas cosas cuando llegan".

Muchos de sus lectores son padres novatos, o simplemente padres que quieren "hacerlo mejor". "Unos padres educan de una manera y otros de otra, y también los resultados son diversos. Aquí os daré unos consejos generales y los ilustraré con ejemplos de cómo hemos educado a nuestros hijos y cómo hemos resuelto algunas cuestiones en mi familia. No es ni mejor ni peor que las otras. Pero os quiero decir que a mí me ha funcionado. Y que también les funcionó a mis padres, de quienes tanto aprendí. Es un producto probado y con éxito".

Y añade: "Que veáis que mi modelo de educación funciona. Mis hijos son muy felices y seguro que siguen el camino aprendido por sus padres. Ojalá podáis sacar alguna idea para vuestra familia.

Eso sí, añade: "también quiero que veáis que somos una familia normal, con caos, alegrías, desorden, gritos, sufrimientos, bromas y demás".

Vídeo breve: El Día a Día con Rosa Pich: doblar la ropa.

Primero está el amor de los padres

Antes que los hijos, explica, está el amor de los padres. "Nos casamos jóvenes, Chema con 28 años, yo con 23", explica Rosa. "Los dos muy líderes y mandones. A veces saltaban chispas, porque dábamos órdenes a la vez", explica.

Los dos venían de familias numerosas: ella era la novena de 16 hermanos, y él el séptimo de 14. "Así que cuando me casé, me sentí la persona más libre del planeta. Yo con mi marido para siempre, para siempre, sin que nadie nos pusiera normativas", recuerda.

A Rosa le pasó lo que a muchos otros padres: conoció otros padres de todos los tipos y colores esperando a la salida de preescolar. "De lo más variopinto. No sabía que existía en el universo tanta variedad de papás. Están los de la comida healthy es lo más [...]; para otros, lo importante son los idiomas. [...] Otros son unos histéricos de la limpieza y los olores. [...] Otros se centran en lo académico". De alguna manera, ella ahora escribe para toda esa variedad.

La vida es bella y más si se vive en familia, libro de Rosa Pich

Para elegir colegio: observa a sus alumnos adolescentes

Para elegir colegio, propone, "funciona muy bien acudir a la hora que acaban las clases y ver cómo se comportan los adolescentes: cómo hablan, como se tratan entre ellos, de qué dialogan. No falla y nos da muchas claves", asegura.

También recomienda invitar a los amigos de los hijos a casa, comer todos juntos con ellos, prestar atención a cómo habla, cómo se comporta, y comentarlo luego con los chicos.

Su familia ha sido bastante deportiva: los niños con el equipo de fútbol y atletismo del colegio, y las niñas con el de básquet. "El plan familiar del fin de semana es ir a animarlos en sus partidos. A mis hijos les encanta que vayamos".

También han enseñado a sus hijos que papá y mamá les daban comida, cama y lo necesario, pero las aficiones y gustos se los debían pagar ellos, aprendiendo con pequeñas tareas y trabajos desde jóvenes. "Que vean lo que cuesta ganar el dinero y lo rápido que se va, y sobre todo que aprendan el hábito de trabajo", exhorta. A los hijos universitarios no los enviaría lejos de casa hasta el final de carrera, y siempre con poco dinero, para que "no se desmadren".

Su casa siempre ha estado abierta a recibir amigos de los chicos, pero suficientemente vestidos, cumpliendo las normas de la casa. "Alguna vez al acabar el verano, han venido amigas de mis hijos a casa, y me las he encontrado vestidas como si fueran a la playa. Yo, con cariño (si no las quisiera no se lo diría) les comento que están muy morenas y muy guapas, que el nuevo conjunto les queda fenomenal, pero que no lo usen para venir a casa Postigo", detalla.

Limitar los móviles... pero es una familia influencer

Respecto a los móviles, decidieron no dárselo a los hijos hasta el último año de colegio, y con una serie de normas. Hay la norma familiar de no contestar ni atender el móvil mientras se come y se cena. Y Rosa tampoco atiende el móvil cuando está de visita atendiendo amistades.

El ordenador grande se usa para trabajos, no para ocio, excepto en el fin de semana después de acabar los deberes. "Pero ya me encargo yo de que tengamos mil planes para estar el mínimo de tiempo conectado a las pantallas: deporte, excursiones, museos, amigos, lectura..."

Pero la misma Rosa admite que sus hijos dicen que ella es "influencer". Su cuenta de Instagram tiene miles de seguidores, y en casa comentan los likes, los haters, las reacciones. Hicieron un concurso de disfraces y 1.000 followers votaron online. A veces hacen vídeos para TikTok: "disfrutamos bailando todos juntos o haciendo el tonto para que otras personas pasen un rato agradable. Como somos muchos y la gente nos conoce, les hace gracia vernos en acción".

Organización e intendencia

Buena parte del libro habla de aspectos de organización e intendencia familiar. Otra se centra en la formación de la virtud y la personalidad en los niños (que se hace siempre con el apoyo de los hermanos mayores). En este libro, ya recoge los cambios que ha implicado la muerte de su marido Chema: una familia es un equipo que se basa en el matrimonio. Su fallecimiento se notó no solo en lo afectivo, sino en la logística (que es algo que intriga a los lectores en una familia tan grande).

En cuanto a su oración diaria, intenta hacer 30 minutos de ponerse en presencia de Dios pronto por la mañana, antes de empezar el ajetreo. Y, si puede, otros 30 minutos al final del día. Intenta hacerlo en la iglesia, ante el sagrario, si puede.

"Me pongo en presencia de Dios, me recojo interiormente y hablo con Él, deseando cumplir su voluntad. Es importante que no sea un monólogo, sino más bien un diálogo, sabiendo escuchar. Yo hablo de mi día a día, de mi familia, amigos y trabajo, y agradezco todas las cosas buenas que tengo. Hablo de mis hijos, pregunto y escucho: cómo los puedo querer más, en qué podrían mejorar, si les tengo que felicitar por esta cosa o corregir por aquella otra. También reflexiono sobre cómo puedo ayudar más a mis amigos y acuden a mi cabeza buenos pensamientos, inspiraciones", detalla.

En la reflexión de la noche, "a veces con música clásica de fondo, me pongo en medio del salón con los pies en alto, pues tengo mala circulación, e intento recogerme interiormente. Mis hijos ya me conocen y respetan ese tiempo, saben que mamá lo necesita. Y cuando más trabajo tengo, más problemas salen, más situaciones inesperadas aparecen... allí se que no puedo faltar a mis 30 minutos", apunta.

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