Retira la exigencia de que un Tribunal especial estudie cada caso... ¡ahorrar dinero!
El Tribunal Supremo inglés permite a familias y médicos matar de hambre y sed a ciertos enfermos
¿Tiene usted un pariente o un paciente en estado vegetativo en Inglaterra? Si los médicos y la familia se ponen de acuerdo, ya pueden matarlo de hambre y de sed, sin necesidad de que ningún juez supervise el asunto (es decir, sin que la Justicia trate de proteger o defender el derecho a vivir de un enfermo indefenso).
El Tribunal Supremo inglés el 30 de julio decretó -por unanimidad de 5 jueces- que ya no será necesario pedir una autorización especial al Tribunal de Protección para suspender la alimentación y la hidratación de los enfermos en estado vegetativo permanente, si el personal médico y la familia del paciente están de acuerdo.
En Inglaterra se ha pronunciado en contra el obispo auxiliar católico de Westminster, John Wilson, recordando que no se habla aquí de retirar un tratamiento encarnizado, ya que dar de comer y beber, nutrir e hidratar, no son tratamiento, sino los cuidados ordinarios que se deben a cualquier enfermo (o incluso sano) vulnerable.
El obispo John Wilson recuerda que dar de comer
y beber, nutrir e hidratar, no es encarnizamiento
terapéutico sino un cuidado normal, que se debe a cada
ser humano, sano o enfermo
y beber, nutrir e hidratar, no es encarnizamiento
terapéutico sino un cuidado normal, que se debe a cada
ser humano, sano o enfermo
«Igualmente, no puede ser lo mejor para el paciente, sea cual sea su nivel de conciencia, que su vida sea terminada intencionalmente», agregó. «Nuestro cuidado para aquellos en tales situaciones es la prueba de nuestra humanidad común y nuestra solidaridad con algunos de nuestros hermanos más frágiles».
El obispo Wilson ha recordado un largo y detallado documento sobre bioética de 2004 de los obispos ingleses y galeses, «Cherishing Life» (aquí en PDF), que ya enseñaba que negarle a un paciente comida y líquidos «cruza la línea del retirar un tratamiento inapropiado para entrar en el reino de la eutanasia pasiva».
En Italia, comenta el asunto Lucia Scozzoli en La Croce Quotidiano, recordando que la neurociencia hoy tienen muchas incógnitas sobre el estado de estos enfermos y que la tentación deshumanizadora de ahorrar costes en Inglaterra está llevando a una total indefensión de estos enfermos. Traducimos su análisis por su interés.
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Acabar con las personas en estado vegetativo
Ahora en Reino Unido los médicos son también jueces
En el sitio web del National Health System [NHS; el sistema de salud pública inglés] se puede leer:
»Un estado vegetativo se da cuando una persona está despierta pero no muestra signos de conciencia.
»Una persona en estado vegetativo puede abrir los ojos, despertarse y dormirse a intervalos regulares y tener reflejos básicos, como batir los párpados cuando se siente asustada por un fuerte ruido, o retirar la mano cuando se la estrecha con fuerza. Es una persona capaz también de regular el latido cardíaco y la respiración sin asistencia.
»Sin embargo, una persona en estado vegetativo no muestra ninguna respuesta significativa, como seguir un objeto con los ojos o responder a las voces. Además, no muestra signos de sentir emociones.
»Si una persona está en estado vegetativo durante un largo periodo, puede ser considerado como:
• un estado vegetativo continuo: cuando han transcurrido más de cuatro semanas;
• un estado vegetativo permanente: cuando han transcurrido más de seis meses desde una lesión cerebral no traumática, o más de doce meses si el estado vegetativo está causado por una lesión cerebral traumática.
» Si a una persona se le diagnostica un estado vegetativo permanente, la recuperación es altamente improbable, pero no imposible».
Sin embargo, en el sitio web de nuestro ministerio de Sanidad [de Italia] leemos también lo siguiente:
«Estudios recientes de neuroimaging funcional y de neurofisiología clínica muestran que en algunos de estos pacientes es posible evocar respuestas que demuestran una posibilidad residual, más o menos básica, de percibir estímulos ambientales, con el consiguiente análisis y discriminación de los datos por parte del paciente. Es muy importante recordar que según el estado actual de los conocimientos, las bases concretas anatómicas y fisiológicas de la conciencia no son conocidas, mientras que son cada vez mayores las evidencias que sitúan algunas de las actividades de la conciencia también en partes del sistema nervioso central distintos a la corteza cerebral (sede principal del daño del estado vegetativo). Tampoco hay certeza absoluta sobre el hecho que el paciente en estado vegetativo no siente ningún tipo de sufrimiento».
Cada vez parece más claro que la conciencia no depende solo de la corteza cerebral,
y que sabemos muy poco del estado vegetativo;: un principio bioético básico dice "al menos, no causar daño"; hidratar y nutrir es un cuidado básico para todos
y que sabemos muy poco del estado vegetativo;: un principio bioético básico dice "al menos, no causar daño"; hidratar y nutrir es un cuidado básico para todos
Pero, ya se sabe, el sistema sanitario inglés se autoconsidera el mejor del mundo y, por consiguiente, no siente ningún tipo de perplejidad ante los tajantes juicios médicos formulados en relación a los pacientes en estado vegetativo. Y quien ha garantizado esto jurídicamente es el Tribunal Supremo inglés, que hace pocos días ha decretado que ya no será necesario pedir la autorización al Tribunal de Protección para suspender la alimentación y la hidratación de los enfermos en estado vegetativo permanente, si el personal médico y la familia del paciente están de acuerdo.
Lady Black (in nomine omen) ha afirmado que no existe en dicha medida ninguna violación de la Convención de los Derechos Humanos; más bien al contrario, cumple con las exigencias de las familias, abreviando su angustiosa espera de obtener el permiso de los jueces para acabar con la vida de su familiar.
Se estima que en el Reino Unido hay 24.000 personas en estado vegetativo persistente o en estado de mínima conciencia (que no es lo mismo, pero se puede fácilmente camuflar la segunda categoría en la primera, sobre todo si los médicos y los familiares están de acuerdo).
Además del motivo “humanitario”, queremos resaltar el motivo económico de esta medida: el Tribunal de Protección se ha pronunciado en los últimos 25 años sobre una miríada de casos, en procesos [judiciales] que se han prolongado durante meses, a veces años, y que han supuesto un coste a las autoridades sanitarias de aproximadamente 50.000 libras esterlinas [más de 56.000 euros] en costas cuando se presentaba recurso (y cuando los jueces, probablemente más honestos que los médicos, planteaban alguna duda sobre la licitud).
Hasta ahora, los médicos ya podían, de acuerdo con la familia del enfermo, suspender cualquier forma de tratamiento que pudiera salvar la vida a un paciente en estado de mínima conciencia o en estado vegetativo, como por ejemplo, interrumpir la diálisis.
Sin embargo, suspender la alimentación e hidratación, requisitos fundamentales para sobrevivir, era una medida que no se podía aplicar sin la aprobación de un juez, que decidía según el mejor interés del paciente. Esta excepción era debida al molesto significado emotivo y psicológico que se atribuye a la retirada del sustento de una persona y, por esto, algunos expertos han considerado que, para no embarcarse en el fastidio de llamar en causa a los tribunales, los hospitales han gastado mucho dinero ocupándose de personas en estado vegetativo (un paciente en estado vegetativo durante 7 años cuesta más de 1.150.000 libras esterlinas -casi 1.300.000 euros) cuando, en realidad, habrían podido deshacerse rápidamente de los enfermos irrecuperables y, así, liberar camas y recursos.
El Dr. Peter Saunders, director del grupo Care Not Killing (Cuidar, no matar), ha dicho que está “muy preocupado y decepcionado por la sentencia del Tribunal Supremo” acerca de la retirada de los cuidados para los pacientes vegetativos, que “están a punto de morir de hambre y sed”.
Ha afirmado que a las personas vulnerables se les ha retirado un “ulterior nivel” de protección, y que “las preocupaciones económicas relacionadas con el cuidado de los pacientes vegetativos podrían llevar a tomar decisiones por las razones equivocadas”.
Como sucede con los abortos, y sobre todo con los abortos tardíos, en los que nadie se preocupa del dolor que siente el feto, -¡qué más da, total ya se ha decidido que ese ser humano debe morir!-, también en este caso se decide que los enfermos en estado vegetativo ya no pertenecen al género humano, reduciendo su lento homicidio por hambre y sed a un acto de piedad hacia sus familiares, totalmente indiferentes al sufrimiento causado, además de eliminar de manera definitiva el fundamental derecho a la vida que, por naturaleza ontológica intrínseca, estas personas mantienen inalterado.
El motivo económico -el dinero que se ahorra el estado para, así, hacer una división más ecuánime de los recursos-, tiene una lógica diabólica, que suprime con claridad y sin remordimientos a los más débiles del listado de los sujetos de derecho.
En Italia nos indignamos (o exaltamos; pero todos nos agitamos) ante el caso de Eluana Englaro que, después de todo, sigue siendo una excepción en el panorama médico; pero en Inglaterra ya ha sido ampliamente digerido y metabolizado el concepto que “vegetar” en una cama no es vida y que quienes se encuentran en esta condición, más allá de su efectivo estado de conciencia más o menos mínima, tienen que ser eliminados lo más rápidamente posible.
Por este motivo no interesan mínimamente los estudios que muchos especialistas están llevando a cabo sobre el cerebro, para captar señales de comunicación mediante la activación de distintas áreas del cerebro: el problema claramente no es si estos enfermos tienen o no un estado de conciencia, sino qué calidad de vida pueden tener en el futuro.
El ataque está dirigido, de manera más que evidente, a la minusvalía y no tiene nada que ver con la libertad de disponer de la propia vida de manera extrema, hasta la decisión de morir (la hoja de parra de la autodeterminación ha caído definitivamente en esta sentencia), ni podemos creer en el argumento de la piedad hacia el enfermo, visto que se decide dejarle morir de hambre y sed sin conocer su capacidad de percibir dolor.
Tanto valdría entonces dar el paso que falta y aprobar la eutanasia activa: que estos condenados a muerte tengan de verdad derecho a la piedad por lo menos en la muerte. Pero que se diga claramente, sin hipocresía y nauseabundos falsos buenismos, que la sociedad inglesa elige, por motivos económicos, matar a sus miembros más débiles, porque las cuentas valen más que las personas.
No ciudadanos, sino esclavos del Estado, dueño de sus vidas.
(Traducción del italiano de La Croce Quotidiano por Elena Faccia Serrano)
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