Paco Segarra muestra cómo sería la carta que enviaría el demonio a una mujer embarazada para abortar
¿Qué le escribiría el diablo a una mujer embarazada? Francisco Segarra, publicista, escritor y colaborador de ReL, nos lo muestra con esta carta publicada en Actuall, en la que muestra el relativismo por la que se rige el demonio, que controla lo que denominamos "cultura". El escrito de Segarra da la vuelta a los valores cristianos y enfoca su escrito en las mentiras del Enemigo, que siempre tratan de confundir y engañar a la mujer:
Te saludo, mujer libre.
Tú no me conoces pero te agradezco que hagas caso con frecuencia de las sugerencias que, directa o indirectamente, te hago casi todos los días.
Puedo decirte que soy un rendido admirador de tu belleza, cosa que no comentaría si no fuese necesario. Como sabes, no conviene halagaros mucho porque entonces juzgáis al individuo que tal hace como empalagoso y poco viril. Pero es necesario ahora porque has cometido un error muy grave: te has quedado embarazada y vas a perder esa magnífica figura durante un tiempo y, lo que es peor, no puedo garantizarte que puedas recuperarla nunca. Aunque eso tal vez sea lo de menos, ¿no crees?
Tu chico, como le llamas, está a punto de abandonarte. No se le puede culpar. Creo que tuviste un lapsus freudiano mal enfocado: querías retenerle apelando a su paternidad. Las teorías de ese gran discípulo mío que fue Sigmund Freud no se llevan a la práctica así porque el fin no justifica los medios.
Esto puede parecer una admonición del Otro, pero también es mía: no puedes conseguir un fin egoísta a través de un acto bondadoso. Se trata de una terrible traición a mis principios, que son los tuyos. No lo hagas más.
No sé cómo os tengo que explicar que los conceptos de hombre, mujer, paternidad y maternidad son muy relativos y están condicionados por lo que os he enseñado a llamar “cultura”. Esta “cultura” consiste precisamente en sacralizar todo aquello que no es sagrado y en banalizar todo aquello que, según el Otro, sí lo es. Espero que lo entiendas.
Francisco Segarra, colaborador de ReL, es también publicista y escritor
Una elección cultural y libre
En cualquier caso, aborta. O mejor dicho: interrumpe tu embarazo. Es absurda la pretensión de tu madre de que llevas a un hijo en tu vientre. Tan solo llevas un montón de células con forma humana que no componen siquiera un tierno animalito, esos de los que os gusta compadeceros.
Lo que llevas dentro no es ni un cachorro de perro. Por lo tanto, deshazte de ese conjunto de células cuanto antes. Cualquier científico te dirá que son células distintas a las de tu cuerpo, que son otro cuerpo en definitiva. No le hagas caso. Ya te he dicho que se trata de una elección cultural y libre por tu parte.
Por último, tengo que pedirte un favor: hazlo por mí. Estoy empeñado, por vuestro bien, en que no nazcan niños. El Otro me la coló hace 2.017 años –según vuestro rudimentario cómputo- y se le ocurrió la genialidad de hacerse Él mismo niño: no puedo imaginar algo más retorcido y malvado, una verdadera trampa para los espíritus más puros y sublimes.
Cuando lo descubrí, era demasiado tarde y Herodes -ese gran hombre de mi confianza- no hizo muy bien su trabajo. Luego ese Hijo del Otro siguió engañándome, aunque Él dice que es veraz, cuando hablé con Él en el desierto y culminó su treta en esa cosa horrible que muchos veneran, la cruz.
Polvillo blanco
Como dejó dicho que volvería, y no puedo dejar que me engañe de nuevo, trato de impedir cualquier nacimiento, no vaya a resultar que sea Él otra vez. Dijo que volvería en “gloria y majestad”, pero no me fío. Quien hace una, hace ciento. No puedo correr semejante riesgo.
En ocasiones, la vida de estos bebés peligra sin que ellos tengan ni voz ni voto
Por otra parte, os ha engañado diciendo que sois hijos de Dios, ¡qué disparate, pobres criaturas! Y os lo habéis creído… Hasta ahora. Pero, por si acaso, no está de más evitar que nazcan más “hijos de Dios” porque se le puede ocurrir haceros semejantes a Él y entonces, ¿qué pasará conmigo?
En fin, Él lo hace todo muy complicado. Lo más sencillo es que liquides a ese cachorrito y pruebes aquel polvillo blanco que te dieron una vez: te hará sentir, sin duda, como una verdadera diosa. Que es lo que eres, querida y odiada.
No. No te enamores de mí: me ofenderías.
Relativamente tuyo,
Sauronio.