Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Grupos pro-aborto admiten que «las mujeres negras abortan 5 veces más que las blancas»; ¿por qué?

¿«Black Lives Matter»? El devastador impacto del aborto en la comunidad afroamericana de EE.UU.

¿«Black Lives Matter»? El devastador impacto del aborto en la comunidad afroamericana de EE.UU.
«Las vidas negras importan. También en el vientre materno», reza la pancarta, exhibida en la Marcha por la Vida de Washington de 2015.

ReL

Hace aproximadamente cinco años se popularizó en Estados Unidos una corriente de opinión y movilización política bajo el lema Black Lives Matter [Las vidas negras importan]. Reposa sobre la convicción de que la Policía ejerce su labor con una fuerza abusiva sobre la población de color, lo que sería signo de que persiste en aquel país la discriminación racial en las instituciones. Barack Obama apoyó de facto ese movimiento a pesar de que él era el presidente desde 2009, y de que desde enero de 2001 hasta enero de 2009 los secretarios de Estado, Colin Powell y Condoleezza Rice, también habían sido negros.

Colin Powell (2001-2005) y Condoleezza Rice (2005-2009), ex secretarios de Estado.

Sea como fuere, el movimiento provida norteamericano resaltó enseguida que la verdadera diferencia racial en cuanto a la violencia se estaba dando, más que en otros ámbitos, con la extensión del aborto entre la comunidad afroamericana. A ello ha dedicado un contundente análisis Arthur Goldberg, co-director del Jewish Institute for Global Awareness (grupo judío norteamericano, antes denominado Jonah, que sostiene la moral basada en la Biblia), en The Public Discourse:

El devastador impacto del aborto en la comunidad afroamericana

Cuando Stacey Abrams resultó derrotada en su intento de ser elegida como gobernadora de Georgia el pasado noviembre, justificó su derrota con la excusa habitualmente utilizada por los progresistas: el racismo había privado a sus conciudadanos afroamericanos y de otras minorías a su derecho fundamental al voto. Su campaña se centró, sobre todo, en el voto de las minorías.

En comparación, su silencio respecto a un factor mucho más relevante para el voto negro, como es el asombroso número de abortos en la comunidad negra, resulta ensordecedor. La incómoda verdad sobre el "genocidio negro" disminuyó significativamente la población potencial negra de Georgia en los últimos cincuenta años. Según las recientes estadísticas de los Centers for Disease Control (CDC), si bien los afroamericanos constituyen el 32,2% de la población de Georgia, el 62,4% de los abortos que se realizan en este estado se realizan en mujeres afroamericanas. En comparación, los blancos constituyen el 60,8% de la población de Georgia, pero las mujeres blancas que abortan son el 24,7%. Incluso grupos pro-aborto como el Guttmacher Institute admiten que "las mujeres negras abortan cinco veces más que las blancas".

Estos índices han reducido el incremento de población en la comunidad afroamericana. En 2002, Michael Novak calculó que, sin la incidencia del aborto, la población afroamericana hubiera aumentado en al menos un 36%. Y este número no tiene en cuenta el número de niños que podrían haber nacido como hijos de aquellos que fueron abortados.

En su apoyo a Abrams, Planned Parenthood se refirió a ella como "una firme defensora de los derechos reproductivos". Al aceptar con orgullo su apoyo, la Abrams enfatizó que en su campaña el aborto no iba a quedar relegado a un segundo plano, sino que sería, con orgullo, el "aspecto fundamental" de su campaña y de su gobierno. Al alinearse con la agenda de Planned Parenthood, Abrams ignoró las advertencias de los pastores de la comunidad, como Clenard Childress, Jr., que declaró: "Si la actual tendencia [de abortos en la comunidad negra] continúa, para cuando llegue el año 2038 el voto negro será insignificante".

El firme apoyo de Abrams a Planned Parenthood pone en evidencia su hipocresía o su desconocimiento de los devastadores efectos del aborto entre la población afroamericana. Lo mismo se puede decir de la miríada de grupos progresistas liderados por negros (como el Congressional Black Caucus) que, de manera inequívoca, apoya a Planned Parenthood, el asesino número uno dentro de la comunidad afroamericana. A pesar de la disminución de los abortos en Estados Unidos, las cifras publicadas por el CDC en 2018 revelan que, en algunos de los periodos estudiados, por ejemplo, de 2007 a 2010, el número de abortos aumentó entre las mujeres negras si se compara con los abortos practicados en mujeres blancas, que disminuyó. A nivel nacional, el CDC indica que casi la mitad de los embarazos de las mujeres negras acaban en aborto (472 por 1000), mientras que entre las mujeres blancas, sólo el 16% de los embarazos acaban en aborto (161 por 1000). En la ciudad de Nueva York, donde Planned Parenthood tiene su sede principal, se abortan más bebés negros de los que nacen vivos (1180 abortos frente a 1000 nacimientos vivos).

La cultura y el Tribunal Supremo

Cuando la revolución sexual empezó su andadura en los años 60, el gobierno federal y, sobre todo, el Tribunal Supremo, ayudaron a desmantelar la estructura de la familia tradicional. En 1960, la FDA [Food and Drug Administration, autoridad alimentaria y farmacéutica] aprobó el primer anticonceptivo oral (Enovid), lo que llevó a incrementar el sexo sin paternidad. En el caso Griswold vs. Connecticut (1965), el Tribunal Supremo derrocó las leyes que prohibían el uso de anticonceptivos en el matrimonio al crear un "derecho constitucional a la intimidad", cuya premisa se basaba en una desconocida "penumbra" de los derechos constitucionales. En el caso Baird vs. Eisenstadt (1972), el Tribunal extendió este derecho a la intimidad a cualquier individuo, sin importar el estado marital, al legalizar los anticonceptivos para todos. Pero la cosa no quedaba ahí: para superar cualquier fracaso en los métodos anticonceptivos, el Tribunal determinó, al poco tiempo, que el aborto era una segunda opción viable para impedir el nacimiento de un niño.

Al reconocer que la anticoncepción por si sola no necesariamente prevenía la concepción, al año siguiente las sentencias Roe vs. Wade y Doe vs. Bolton (1973) lo que hicieron fue, fundamentalmente, deconstruir la sexualidad humana el separar el acto procreador de la procreación. El Tribunal Supremo amplió aún más el derecho a la intimidad al derrocar las leyes estatales que prohibían el aborto, con lo que reforzó o creó el impulso cultural necesario para la deconstrucción del matrimonio y la familia (al que también había contribuido, en 1970, la aprobación del divorcio sin causa o por consenso).

No podemos negar que la idea de abolir la familia procreadora como pilar básico de la sociedad es muy antigua; de hecho, se remonta a la República de Platón, y vuelve a aparecer en distintos momentos de la Historia. Sin embargo, esta idea fue especialmente impulsada a partir de los años 60. El sexo se convirtió en una actividad recreativa gracias a personas como el fundador de Playboy, Hugh Hefner, que contribuyó a cambiar radicalmente los valores sociales y las costumbres americanas. "El porcentaje (de americanos adultos) que creen que el sexo antes del matrimonio entre adultos no 'es algo equivocado' era del 29% a principios de los 70, del 42% en los 80 y 90, del 49% en los años 2000 y del 58% entre 2010 y 2012". El clima cultural narcisista resultante es de un individualismo absoluto.

Ahora se prefiere la vida de soltero (o matrimonial sin hijos) al matrimonio. El número de mujeres solteras es mayor que el de casadas, y empieza a crecer la idea del automatrimonio o la sologamia. "El año pasado, el índice de matrimonios en Estados Unidos alcanzó su punto más bajo en 93 años", concluye un estudio de 2015 de Archives of Sexual Behavior: "Al haber cada vez más americanos solteros, estado que se prolonga cada vez más en el tiempo, tienen también más posibilidades de tener sexo con más parejas y menos razones para estar en contra del sexo fuera del matrimonio".

El impacto del aborto en la comunidad afroamericana

Como observa el periodista Jason Riley, es interesante que en la época de Roe vs. Wade "el aborto contaba con menos apoyos en la comunidad negra que en la blanca". Sin embargo, una encuesta del Pew Research Center de 2017 demuestra que ahora es la comunidad negra la principal defensora del derecho al aborto; el 62% de sus miembros defiende el aborto legal.

Según Riley, "los sociólogos no están seguros de las causas de este cambio de actitud. Una teoría es que a medida que cada vez más negros han emigrado de los estados conservadores del profundo Sur, para establecerse en otras regiones del país con una visión más progresista de los derechos reproductivos, su actitud ha cambiado. Otra posibilidad es que las personas con sueldos más elevados y más educación tienden a ser pro-aborto y desde principios de los años 70 el nivel socioeconómico de la población negra ha aumentado enormemente".

La mayoría de los progresistas rechazan esta explicación, y replican diciendo que las mujeres negras tienen más probabilidades de vivir en pobreza que otras razas. Citando la pobreza como el factor determinante, los defensores progresistas del aborto, como el Guttmacher Institute, apuntan a la falta de acceso a la sanidad por parte de la comunidad negra como consecuencia de su pobreza y de sus altos índices de aborto.

Abortion rates by race and ethnicity

Los líderes provida de la comunidad negra no están de acuerdo con este enfoque. Considerando que "el lugar más peligroso para un afroamericano es el vientre de su madre", argumentan que el aborto (al que a menudo se denomina "control de población") "es la forma más institucionalizada de racismo" en Estados Unidos. El Reverendo Walter Hoye, fundador de Issues for Life Foundation, advierte de las siniestras implicaciones del alto índice de abortos entre la comunidad negra: el hecho que la tasa de fertilidad entre los negros esté muy por debajo de la tasa de reemplazo de 2,1, causará que "en unas pocas décadas, los afroamericanos sean una especie en peligro de extinción".

Además, los defensores provida han demostrado fehacientemente que los negros son el objetivo concreto de la industria abortista. Después de todo, en 1939, Margaret Sanger, fundadora de Planned Parenthood, manifestó su deseo de "exterminar a la población negra". De hecho, una investigación llevada a cabo hace unos años por el Life Issues Institute demostró que "el 79% de los centros de Planned Parenthood que ofrecen abortos están a muy poca distancia de barrios negros o hispanos", y que "el 62% está cerca de barrios negros".

Los defensores de Planned Parenthood, por su parte, replican a estas estadísticas argumentando que Planned Parenthood "está gestionado como un negocio, por lo que la motivación es ubicar a las clínicas abortivas de manera estratégica". Monique Chireau, profesora de la Facultad de Medicina de la Duke University, ha afirmado que esta disparidad en la ubicación de las clínicas no está motivada por el racismo, sino por la oferta y la demanda, y explica que Planned Parenthood "se ubica donde su modelo de negocio pueda prosperar".

Sin embargo, esto no responde a la pregunta: ¿por qué hay una mayor demanda de abortos entre los afroamericanos? Las estadísticas parecen demostrar que los afroamericanos tienen más actividad sexual que los caucásicos. Según un informe del Daily Beast, "los afroamericanos tienen un 8,2% más de relaciones sexuales que los caucásicos"; según otras investigaciones, muchos negros "rechazan el uso de preservativos" como método anticonceptivo. Sin embargo, una diferencia del 8,2% en la actividad sexual no explica la diferencia en el índice de abortos, cinco veces mayor en la comunidad negra.

Monseñor Charles Pope argumenta que "la descomposición de la familia negra", descrita por primera vez por Daniel Patrick Moynihan, ha aumentado el aborto en la comunidad afroamericana. Aunque observa que "la descomposición de la familia negra es complicado", indica que "un factor que tiene gran importancia es el sistema de bienestar, que ha premiado, y sigue premiando, a las familias monoparentales en detrimento del matrimonio". Para apoyar su tesis, cita un "hecho asombroso": sólo el 37% de las mujeres negras se ha casado alguna vez. Sin embargo, como hemos observado antes,  los índices cada vez más altos de solteros no están restringidos a la comunidad negra.

La importancia de compartir los valores tradicionales

Dejando de lado las cuestiones estadísticas y sociológicas, en todo esto hay en juego una cuestión moral más profunda. Debido a la revolución sexual, y su consiguiente desmantelamiento de la estructura familiar tradicional, "por primera vez en la Historia hay una sociedad predominantemente sin Dios". En lugar de preguntarnos qué quiere Dios de nosotros, preguntamos qué queremos para nosotros mismos, pasando entonces de "valores teocéntricos y comunitarios" a un "objetivo antropocéntrico e individualista". Este narcisismo ha creado una trama tóxica de inestabilidad familiar. "Con estas costumbres, tener hijos... ha pasado de ser algo deseado, a ser algo opcional, a algo anticuado, a algo pasado de moda". Si no se comprende la dignidad humana que comparten todas las razas, la eugenesia se puede abrir paso fácilmente en nuestras políticas y prácticas culturales.

Cuando se trata del aborto, los valores que comparten el judaísmo, el cristianismo y el islam son evidentes. Los principios fundacionales de las leyes noájidas declaran que no se puede disponer de la vida prenatal según el propio deseo; cada niño no nacido tiene un alma y es amado por Dios.  Hay una clara prohibición bíblica contra el asesinato de fetos basada en Génesis 9, 6, en el que se prohíbe el derramamiento de sangre de una persona. Aparte de la revelación bíblica, la razón nos guía a la verdad absoluta e inexorable de que siempre es un error matar intencionadamente a un ser humano inocente. Claramente, no hay nadie más inocente que un niño no nacido.

No puede permitirse el aborto basándose en cuestiones económicas, sociales o raciales, ya sea para conseguir un nivel de vida más alto, por la comodidad de tener relaciones superficiales, o porque hay implicado un grupo racial minoritario. La oposición de las religiones principales al aborto de una vida no nacida encarna una de las normas más profundas de la sociedad humana: la protección de la vida.

Estos valores universales -accesibles por la razón y la Revelación- hacen que la protección de toda vida humana sea primordial, ya sea dentro del vientre materno o fuera de él, sin importar la raza.

Traducción de Elena Faccia Serrano.

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