Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Sylviane Agacinski, esposa de Lionel Jospin, afirma que sus roles son diferentes

«El padre y la madre no son intercambiables», insiste una conocida filósofa feminista y socialista

«El padre y la madre no son intercambiables», insiste una conocida filósofa feminista y socialista
Sylviane Agacinski es además una conocida opositora de los vientres de alquiler

ReL

Sylviane Agacinski es una conocida filósofa francesa. Es también bien sabida su adscripción feminista y socialista. Es la mujer del ex primer ministro de Francia entre 1997 y 2002, el socialista Lionel Jospin. Y aunque ella comparte buena parte del discurso feminista de izquierdas hay en ciertos asuntos en los que llama la atención su vehemencia cuando se sale de este discurso.

Se mostró contraria al llamado “matrimonio homosexual”, sobre todo por el hecho que de puedan adoptar, puesto que uno de los aspectos que más defiende Agacinski en sus intervenciones es que “el padre y la madre no son intercambiables”.

La ofensiva de la ideología de género

Esta filósofa ha reflexionado sobre este asunto en una entrevista en Le Figaro, y cuyas declaraciones más importantes ha recogido Forum Libertas. De este modo, Agacinsky escribe:

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Agacinski, con su marido Lionel Jospin, histórico dirigente del socialismo francés

“Nuestra época vive un doble movimiento paradójico. Por un lado, nunca hemos hablado tanto sobre las mujeres y perseguido el sexismo: con la paridad, la lucha contra la violencia sexual y conyugal, los esfuerzos para reducir las desigualdades económicas de género y, finalmente, la feminización de los nombres. Por otro lado, con la teoría queer, el resultado del trabajo de Judith Butler, el género ha adquirido un significado completamente diferente: es una identidad personal construida sobre las prácticas sexuales de cada uno y supuestamente independiente de la diferencia sexual (hombre / mujer); por ejemplo, la identidad gay o lesbiana, bisexual, transexual o transgénero. Estas distinciones son relevantes, pero no pueden borrar o reemplazar la distinción de género. Por el contrario, la confirman, porque no tendría sentido decir que uno es bisexual, por ejemplo, si no hubiera al menos dos sexos. Del mismo modo, si las palabras heterosexual, homosexual o transexual tienen sentido, es porque el otro sexo sigue estando allí. Finalmente, si rechazamos la categoría “mujeres”, ya no podemos analizar las formas de alienación o violencia que afectan a las mujeres como tales. De ahí la ruptura del pensamiento queer con el feminismo”, explica ella.

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De este modo, Agacinski señala que “el deseo de determinar el género de uno mismo refleja el deseo de escapar de los límites de nuestra condición humana: la de un ser carnal y vivo, para quien el sexo y la muerte significan su finitud. A partir de la institución del matrimonio para parejas del mismo sexo, las nuevas demandas sociales reflejan una aspiración a superar el rol de la alteridad sexual en la procreación. Las parejas homosexuales y las personas solteras exigen tener acceso a la procreación con asistencia médica, hasta ahora destinada a resolver problemas de infertilidad de origen médico”.

Neutralizar la relación padre-madre

En este punto, esta filósofa alerta de que “la propuesta de reemplazar las palabras ‘padre’ y ‘madre’ por ‘progenitor 1’ y ‘progenitor 2’ responde al deseo de neutralizar la relación padre-madre, es decir, el rol asimétrico de los dos sexos en toda procreación, y reemplazarla con la palabra neutra ‘progenitor’. De ahí el eslogan: ‘Dos progenitores, con eso es suficiente’. En realidad, dos progenitores del mismo sexo no son suficientes, al menos no para tener un hijo. Se necesita la participación de una tercera persona, lo que yo llamo un cuerpo-tercero. En California, este cuerpo humano fragmentado se ha convertido en un recurso biológico disponible en el mercado”.

¿Por qué es importante mantener las palabras “padre” y “madre”? “A los filósofos les gusta decir, con Hegel, que ‘es en las palabras que nosotros pensamos’. Pero las palabras tienen el poder ambiguo de mostrar la realidad o de esconderla. La distinción léxica entre padre y madre se funda en el hecho de que uno no puede sustituir al otro porque sus roles no son equivalentes. El famoso y sutil autor de Bon Usage, Maurice Grevisse, entendió que, a diferencia de la palabra femenina ‘bailarina’, que significa “mujer que baila”, la palabra ‘madre’ es más y otra cosa que el femenino de ‘padre’: ‘sería simplista, escribe, decir que madre = padre + mujer’”.

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