Ayuda a todo tipo de mujeres a salir de las calle y prepararlas para la vida
¿Mujeres embarazadas con hijos pero sin hogar? Un católico de Nueva York ya ha ayudado a más de 7000
Los Hogares del Buen Consejo ayudan a madres embarazadas a tener sus hijos y a recomenzar sus vidas con todo el apoyo que necesitan. Christopher Bell los creó cuando se dio cuenta de que no había ayudas estables en el tiempo para estas mujeres. Maggie Masla, del National Catholic Register, explica cómo nació esta obra:
Cierto día, Christopher Bell escuchó algo que sonaba como la voz de Dios. Entonces era un joven de unos veinte años y vivía en Times Square. Bell había estado trabajando con los niños sin hogar y sin escolarizar en la ciudad de Nueva York, cuando se encontró con mujeres embarazadas y con niños pequeños que no tenían un hogar al que acudir. En ese momento, Bell se dio cuenta de que no había programas apoyo a largo plazo para este perfil de mujeres.
"Descubrí la necesidad de buscar vivienda a largo plazo para estas madres y sus hijos, pero no sabía qué hacer," explica Bell. "Yo conocía al P. Benedict Groeschel, y le pregunté: ´¿Por qué no hace algo para ayudar a estas jóvenes madres y los niños?"
El Padre Groeschel, fundador de la Comunidad de los Frailes Franciscanos de la Renovación, le dijo que le ayudaría a iniciar este apostolado, que con el tiempo se convirtió en los Hogares del Bueno Consejo. Estas palabras del Padre Groeschel, recuerda Bell, "sonaban casi como la voz de Dios y fue un gran estímulo".
Una decisión acertada
Los Hogares del Buen Consejo fueron fundados poco después, en 1985, con el objetivo de ayudar a las mujeres con niños a salir de las calles y encontrar la estabilidad a través del trabajo y la educación.
"Tan pronto como se abrió el primero, el 10 de marzo de 1985, ya estábamos recibiendo llamadas de mujeres embarazadas y mujeres que, además de embarazadas, ya tenían otros hijos. Así que efectivamente estábamos respondiendo a una necesidad que había, y comenzamos a recoger a las madres", señala Bell.
Desde 1985, los Hogares del Buen Consejo han ayudado a más de 7.000 mujeres en sus residencias y, además, han creado cuatro casas más en Nueva York y Nueva Jersey.
Durante su estancia en los Hogares del Buen Consejo a las mujeres se les ofrece todo tipo de ayuda práctica para la vida, desde finanzas a temas de salud, además se establecen relaciones sociales y se les proporciona información sobre el crecimiento y desarrollo de sus bebés. La estancia media de una madre y sus hijos en el Buen Consejo es de aproximadamente 13 meses, lo que les da tiempo suficiente para encontrar un puesto de trabajo o algún tipo de ayuda que les proporcione una independencia estable.
Ayudar a la mujer que ha abortado
Bell todavía recuerda la primera mujer que llegó a su primer Hogar del Buen Consejo. Tenía un hijo pequeño, pero le comentó que no era su primer hijo. Anteriormente tuvo un aborto cuando estaba en la escuela secundaria. Le habían dicho que su bebé de nueve semanas de edad en su vientre era sólo una "masa de tejido con sangre".
Después de esta experiencia, Bell descubrió que aproximadamente la mitad de las mujeres que llegan a los Hogares del Buen Consejo han abortado alguna vez. Esto le llevó a iniciar una nueva obra que llamó ‘Lumina’, con el que ayuda a mujeres y hombres que han participado de alguna forma en un aborto.
Con "Lumina” muchas mujeres puedes cicatrizar sus heridas emocionales post-aborto, pero también mujeres y hombres de todo el país reciben educación y encuentran grupos de curación y esperanza. "Queremos que todos los involucrados en abortos sepan que Dios puede perdonarles”, señala Bell.
El aborto no es la solución
A los hogares Buen Consejo llegan situaciones muy difíciles. Bell recuerda mujeres que han sido víctimas de violación o incesto, o mujeres a las que sus médicos les recomendaron abortar porque su hijo no nacido potencialmente podría tener algunas deformaciones.
"Es terriblemente desafortunado y realmente incomprensible para mí que los médicos en este tipo de situaciones sólo se ofrecen a las mujeres embarazadas un aborto como solución", reflexionó.
"Sabemos que, incluso si el niño sólo va a vivir unos momentos, es más saludable físicamente, y es más saludable psicológicamente, y ciertamente es más saludable espiritualmente para la madre dar a luz a su hijo y dejar que la naturaleza siga su marcha y permitir que Dios haga su camino", que practicar un aborto.
Con los años, en hogares Buen Consejo han nacido casi 1.000 niños y además ha servido para abrir más casas de maternidad en otros ocho estados. Sin embargo, para Bell esto "no es suficiente".
"Ahora estamos intentando abrir o fusionarnos con otras casas de maternidad", aceptando mujeres independientemente de la situación en la que se encuentren, aunque tenga problemas de salud mental o conductas adictivas. "Queremos ayudar a las mujeres a tomar los siguientes e inmensos pasos. Y nos gustaría ver que otras casas como la nuestra se abren en todo el país".
Artículo publicado en National Catholic Register.
Cierto día, Christopher Bell escuchó algo que sonaba como la voz de Dios. Entonces era un joven de unos veinte años y vivía en Times Square. Bell había estado trabajando con los niños sin hogar y sin escolarizar en la ciudad de Nueva York, cuando se encontró con mujeres embarazadas y con niños pequeños que no tenían un hogar al que acudir. En ese momento, Bell se dio cuenta de que no había programas apoyo a largo plazo para este perfil de mujeres.
"Descubrí la necesidad de buscar vivienda a largo plazo para estas madres y sus hijos, pero no sabía qué hacer," explica Bell. "Yo conocía al P. Benedict Groeschel, y le pregunté: ´¿Por qué no hace algo para ayudar a estas jóvenes madres y los niños?"
El Padre Groeschel, fundador de la Comunidad de los Frailes Franciscanos de la Renovación, le dijo que le ayudaría a iniciar este apostolado, que con el tiempo se convirtió en los Hogares del Bueno Consejo. Estas palabras del Padre Groeschel, recuerda Bell, "sonaban casi como la voz de Dios y fue un gran estímulo".
Una decisión acertada
Los Hogares del Buen Consejo fueron fundados poco después, en 1985, con el objetivo de ayudar a las mujeres con niños a salir de las calles y encontrar la estabilidad a través del trabajo y la educación.
"Tan pronto como se abrió el primero, el 10 de marzo de 1985, ya estábamos recibiendo llamadas de mujeres embarazadas y mujeres que, además de embarazadas, ya tenían otros hijos. Así que efectivamente estábamos respondiendo a una necesidad que había, y comenzamos a recoger a las madres", señala Bell.
Desde 1985, los Hogares del Buen Consejo han ayudado a más de 7.000 mujeres en sus residencias y, además, han creado cuatro casas más en Nueva York y Nueva Jersey.
Durante su estancia en los Hogares del Buen Consejo a las mujeres se les ofrece todo tipo de ayuda práctica para la vida, desde finanzas a temas de salud, además se establecen relaciones sociales y se les proporciona información sobre el crecimiento y desarrollo de sus bebés. La estancia media de una madre y sus hijos en el Buen Consejo es de aproximadamente 13 meses, lo que les da tiempo suficiente para encontrar un puesto de trabajo o algún tipo de ayuda que les proporcione una independencia estable.
Ayudar a la mujer que ha abortado
Bell todavía recuerda la primera mujer que llegó a su primer Hogar del Buen Consejo. Tenía un hijo pequeño, pero le comentó que no era su primer hijo. Anteriormente tuvo un aborto cuando estaba en la escuela secundaria. Le habían dicho que su bebé de nueve semanas de edad en su vientre era sólo una "masa de tejido con sangre".
Después de esta experiencia, Bell descubrió que aproximadamente la mitad de las mujeres que llegan a los Hogares del Buen Consejo han abortado alguna vez. Esto le llevó a iniciar una nueva obra que llamó ‘Lumina’, con el que ayuda a mujeres y hombres que han participado de alguna forma en un aborto.
Con "Lumina” muchas mujeres puedes cicatrizar sus heridas emocionales post-aborto, pero también mujeres y hombres de todo el país reciben educación y encuentran grupos de curación y esperanza. "Queremos que todos los involucrados en abortos sepan que Dios puede perdonarles”, señala Bell.
El aborto no es la solución
A los hogares Buen Consejo llegan situaciones muy difíciles. Bell recuerda mujeres que han sido víctimas de violación o incesto, o mujeres a las que sus médicos les recomendaron abortar porque su hijo no nacido potencialmente podría tener algunas deformaciones.
"Es terriblemente desafortunado y realmente incomprensible para mí que los médicos en este tipo de situaciones sólo se ofrecen a las mujeres embarazadas un aborto como solución", reflexionó.
"Sabemos que, incluso si el niño sólo va a vivir unos momentos, es más saludable físicamente, y es más saludable psicológicamente, y ciertamente es más saludable espiritualmente para la madre dar a luz a su hijo y dejar que la naturaleza siga su marcha y permitir que Dios haga su camino", que practicar un aborto.
Con los años, en hogares Buen Consejo han nacido casi 1.000 niños y además ha servido para abrir más casas de maternidad en otros ocho estados. Sin embargo, para Bell esto "no es suficiente".
"Ahora estamos intentando abrir o fusionarnos con otras casas de maternidad", aceptando mujeres independientemente de la situación en la que se encuentren, aunque tenga problemas de salud mental o conductas adictivas. "Queremos ayudar a las mujeres a tomar los siguientes e inmensos pasos. Y nos gustaría ver que otras casas como la nuestra se abren en todo el país".
Artículo publicado en National Catholic Register.
Comentarios