Un guardia de seguridad de Planned Parenthood se pasa a los provida en plena protesta en la calle
El pasado 22 de agosto, miles de personas se manifestaron ante más de trescientos abortorios de Planned Parenthood para protestar contra las prácticas que han revelado las grabaciones con cámara oculta: el tráfico de órganos de bebés abortados, obtenidos incluso de fetos nacidos "intactos" y presumiblemente vivos.
Jaylene Daugherty Romero, una de las manifestantes ante la clínica Bixby, en Los Ángeles, ha dado a conocer a través de Facebook lo que sucedió durante la concentración. Ese centro de Planned Parenthood está integrado en la red de la que es responsable médico Deborah Nucatola, protagonista del primero de los vídeos, ya célebre por la forma desenvuelta con la que se prepara un bocado de ensalada mientras comenta que la gente quiere corazones intactos de bebé y cada vez mayor número de hígados.
Según cuenta Jaylene, uno de los guardias de seguridad de la clínica "quedó abrumado por la emoción ante las atrocidades que sufren hoy en el seno materno nuestros vecinos más indefensos", así que allí mismo "llamó por teléfono a su jefe y se despidió".
Los abortistas debieron llamarle al interior, porque "luego tuvo una reunión con un miembro directivo de Planned Parenthood y con el propietario de la clínica. Dejó la conversación, devolvió su cinturón y salió de la propiedad.
La gente aplaudió, animándole, cuando pasó junto a ellos por la acera. Algunos le dieron dinero y una hermana en Cristo le dijo que, si quería, le ofrecía trabajo como guardia de seguridad".
El joven comentó entonces que "le había dicho a su jefe que él era cristiano y no podía trabajar en ese lugar. Se supone que le ofrecieron un aumento, pero él dijo que no merecía el dinero, que trabajar en un lugar que asesina niños no merece dinero. Dijo que tenía que pedir perdón a Dios por estar allí ese día". "Se le veía claramente conmovido", concluye Jaylene, "y le dimos algún material sobre el Evangelio".
Férreo silencio de las grandes cadenas de televisión
Los principales medios de comunicación, y políticos de la relevancia de Barack Obama o Hillary Clinton (en cuya campaña presidencial, apoyada públicamente por Planned Parenthood, trabaja la hija de Cecile Richards, su directora ejecutiva) presentan a la multinacional abortista como una empresa que provee servicios de salud para la mujer.
El compromiso de la administración Obama con la industria del aborto es tan estrecho, que tras decidir el estado de Kansas cortar la subvención a Planned Parenthood, la Casa Blanca ha reducido en la misma medida los fondos federales para atención sanitaria en ese estado.
La férrea censura de dichos medios ante el descubrimiento del lucro que obtienen, de la venta de órganos de niños, los mismos médicos que los matan, ha conseguido que sólo una tercera parte de los norteamericanos conozca una de las investigaciones informativas más relevantes de los últimos años. Y eso eso a pesar de que varios estados han decidido cortar las subvenciones públicas a Planned Parenthood, y de que varios estados están investigando esas actividades por si violan la legalidad.
Por todo ello no es sorprendente que una persona que trabajase como guardia de seguridad en la clínica Bixby pudiese desconocer los hechos que los vídeos han revelado hasta que una manifestación en la puerta le permitiese informarse de ello.
Jaylene Daugherty Romero, una de las manifestantes ante la clínica Bixby, en Los Ángeles, ha dado a conocer a través de Facebook lo que sucedió durante la concentración. Ese centro de Planned Parenthood está integrado en la red de la que es responsable médico Deborah Nucatola, protagonista del primero de los vídeos, ya célebre por la forma desenvuelta con la que se prepara un bocado de ensalada mientras comenta que la gente quiere corazones intactos de bebé y cada vez mayor número de hígados.
Según cuenta Jaylene, uno de los guardias de seguridad de la clínica "quedó abrumado por la emoción ante las atrocidades que sufren hoy en el seno materno nuestros vecinos más indefensos", así que allí mismo "llamó por teléfono a su jefe y se despidió".
Los abortistas debieron llamarle al interior, porque "luego tuvo una reunión con un miembro directivo de Planned Parenthood y con el propietario de la clínica. Dejó la conversación, devolvió su cinturón y salió de la propiedad.
La gente aplaudió, animándole, cuando pasó junto a ellos por la acera. Algunos le dieron dinero y una hermana en Cristo le dijo que, si quería, le ofrecía trabajo como guardia de seguridad".
El joven comentó entonces que "le había dicho a su jefe que él era cristiano y no podía trabajar en ese lugar. Se supone que le ofrecieron un aumento, pero él dijo que no merecía el dinero, que trabajar en un lugar que asesina niños no merece dinero. Dijo que tenía que pedir perdón a Dios por estar allí ese día". "Se le veía claramente conmovido", concluye Jaylene, "y le dimos algún material sobre el Evangelio".
Férreo silencio de las grandes cadenas de televisión
Los principales medios de comunicación, y políticos de la relevancia de Barack Obama o Hillary Clinton (en cuya campaña presidencial, apoyada públicamente por Planned Parenthood, trabaja la hija de Cecile Richards, su directora ejecutiva) presentan a la multinacional abortista como una empresa que provee servicios de salud para la mujer.
El compromiso de la administración Obama con la industria del aborto es tan estrecho, que tras decidir el estado de Kansas cortar la subvención a Planned Parenthood, la Casa Blanca ha reducido en la misma medida los fondos federales para atención sanitaria en ese estado.
La férrea censura de dichos medios ante el descubrimiento del lucro que obtienen, de la venta de órganos de niños, los mismos médicos que los matan, ha conseguido que sólo una tercera parte de los norteamericanos conozca una de las investigaciones informativas más relevantes de los últimos años. Y eso eso a pesar de que varios estados han decidido cortar las subvenciones públicas a Planned Parenthood, y de que varios estados están investigando esas actividades por si violan la legalidad.
Por todo ello no es sorprendente que una persona que trabajase como guardia de seguridad en la clínica Bixby pudiese desconocer los hechos que los vídeos han revelado hasta que una manifestación en la puerta le permitiese informarse de ello.
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