En el libro: "Secretos. 15 mujeres se confiesan" (Edibesa)
Su padre la arrastró al abortorio; su jefa le amenazó con despedirla si no abortaba: heroínas de hoy
Empresarios que amenazan a mujeres con despedirlas si no abortan, padres que empujan a sus hijas al interior del abortorio o trabajadoras sociales que ofrecen como única ayuda a una mujer embarazada pagarle el aborto con la condición de que le devuelvan el dinero a plazos son algunos testimonios que recoge el periodista Juan José Montes en su libro “Secretos. 15 mujeres se confiesan”, editado por EDIBESA.
Violencia y coacción a la mujeres
En él un grupo de mujeres demuestran que en la interrupción voluntaria del embarazo lo único cierto es el embarazo, porque ni es interrupción, ya que no es susceptible de continuidad, ni es en la mayoría de los casos voluntaria.
"Si no abortas... te despido; y el novio la abandonó"
Cuando Vanesa se quedó embarazada tenía 32 años, una niña de 12 y un buen puesto de trabajo. Su jefe le dijo que si no abortaba la despedía, y su novio la dejó.
La presión le pudo y fue a abortar, pero ya en el potro y medio anestesiada se levantó y salió corriendo, desnuda, tapada tan solo con una sábana que encontró en la fuga. La niña, que vive por un par de minutos, se llama María, tiene un año y medio y, además de ser una preciosidad, es la alegría de su madre.
“La verdad es que no encontré apoyo ninguno, solamente el de Redmadre y luego Pro-vida. Piensa lo que es cuando te acercas a una trabajadora social o a planificación familiar y no te encuentras ninguna mujer que te diga: ´Oye, mira, piénsatelo bien, llevas una vida dentro´. Eso falla, eso falla; es más sencillo firmar y mandarte a abortar, se quitan el mochuelo de encima ¿sabes? Así funciona”.
Llorar después de un aborto
Como afirma la periodista Cristina López Schlisting en el prólogo del libro, “La mujer que aborta suele hacerlo en secreto. A veces pasan décadas y sigue llorando por ello. A muy poca gente le preocupa, lo único relevante es que no dé la lata. La que se plantea la duda o apuesta por seguir con su embarazo, queda a menudo como una imbécil que no supo poner los métodos para evitarlo, cedió a la promiscuidad o no estudió lo suficiente para saber cómo comportarse razonablemente. Lo cierto es que unas y otras están solas”. Esa, la soledad, es el campo de batalla donde juega sus bazas la presión.
Su padre la agarró y la empujaba al abortorio
El caso de Estefanía es prueba de lo dicho: su madre le dice que tiene que abortar y su padre llega a agarrarla por un brazo y empujarla para que entrara en el abortorio mientras la amenazaba a ella y a su madre, de la que estaba separado, con retirarle la pensión de 150 euros si no abortaba. Finalmente Estefanía huye. Cuando se encuentra con su novio éste le implora: “Dime, por favor, que no has entrado”. “Entonces yo le contesté –dice Estefanía- ¡pues claro que no he entrado! Entonces se echó a reír y empezó a llorar, estaba muy contento, deseando verme, yo también estaba muy contenta”.
Su valentía tuvo premio porque a los siete u ocho meses de embarazo empezó a hablar con su padre. “Me dijo que me iba ayudar –advierte Estefanía- y cuando nació la niña fue a vernos. Estaba contento".
Tuvo cita para abortar dos veces
En términos similares se expresa Verónica, que tuvo cita para abortar dos veces y no acudió ninguna. Sus padres la presionaban para que abortara, y su novio, y sus circunstancias económicas, y las laborales. Fue su propia familia la que la orientó para pedir la cita.
La primera cita la evitó tomando café la mañana señalada, lo que le impedía ser anestesiada. Le dieron otra. Días antes de que llegara la segunda “veía muchos libros sobre la evolución de la vida de un niño en el interior de su madre, e iba viendo cómo era en ese momento mi hija dentro de mí. También veía vídeos de cómo se hacía un aborto. Era terrible… Lo más importante es que durante esos días estaba haciendo un curso de informática. No había dejado de entrar en foros, pero con el cursillo tenía más oportunidad de hacerlo. En ese momento conocí la existencia de Pro-vida, una asociación que ayudaba a mujeres embarazadas con problemas, y vi el cielo abierto”.
Los mellizos se salvaron por 24 horas
Las asociaciones de defensa de la vida son conscientes de que la comunicación con la embarazada es fundamental, así como las personas que intervengan. La prueba son Bruno y Tomás, hermanos mellizos. Iban a ser abortados en la ciudad portuguesa de Portalegre el viernes 21 de marzo del año 2014; 48 horas antes su madre, Sabina, habló con una trabajadora social, y ésta a su vez la puso en contacto con Daniel, un médico español que trabaja en la zona. Daniel la citó para hablar con ella la víspera del aborto. 24 horas antes se paró el reloj.
Uno de los asuntos que se ponen de manifiesto en este libro es la admisión de la eugenesia por parte de amplios sectores de la medicina. Determinadas pruebas prenatales son una auténtica selección de la raza, de manera que si existen determinadas probabilidades de que el niño tenga síndrome de Down o alguna discapacidad física, tiene muchas papeletas para no nacer. El screening o la amniocentesis están diezmando la población de niños con síndrome de Down, un verdadero escándalo silencioso y silenciado.
El hombre debe apoyar a la mujer, pero...
Jessica, otra de las chicas que cuenta sus “secretos”, asegura que cuando un hombre le dice a una mujer: “¿Ahora qué vas a hacer?” o “¿Yo te apoyaré en la decisión que tomes?”, la está matando, “porque aunque con esa afirmación aparentemente la ayuda, lo que le está diciendo es: si lo eliminas, no me importa”.
¿Connivencia entre abortorios y centros de planificación?
En los testimonios de estas mujeres se deja entrever connivencia entre los centros de planificación familiar y los abortorios. Estefanía acude embarazada de cuatro semanas a uno de estos centros, donde le facilitan una cita para abortar dos meses después, con lo que se intuye que lo que podía haber sido un aborto químico, se convierte en un aborto quirúrgico, además pagado por la Seguridad Social y con un costo mucho más elevado económicamente hablando.
En los abortorios no se enseñan las ecografías
Un denominador común en todos los casos es que en los abortorios o en los centros de planificación familiar no se enseñan las ecografías, con lo que se hurtan a la madre elementos de conocimiento para tomar una supuesta decisión. Aunque la versión oficial es que se hace para evitar sufrimiento a la madre, lo cierto es que la razón es no perder “clientela”, ya que un alto porcentaje de mujeres que ven a sus hijos en la ecografía o escuchan el latido de su corazón desisten de abortar.
Un libro definitivo para conocer el drama del aborto
Como afirma el sacerdote y escritor Jesús Sánchez Adalid en el epílogo, “’Secretos. 15 mujeres se confiesan’ aporta un enfoque absolutamente necesario sobre el aborto, que no sólo complementa las formas tradicionales de plantearse la cuestión, centradas en análisis médicos, filosóficos o jurídicos… sino que reflexiona periodísticamente sobre el asunto y afronta además la perspectiva de misericordia, explotación e ignorancia, que rodea y condiciona, tristemente el tema del aborto”.
Título: Secretos. 15 mujeres se confiesan
Autor: Juan José Montes González
Editorial: Edibesa
PVP: 10 euros
Páginas: 144
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