«Sabrás que como padre no abandonaste a tu hijo»
Amaury, padre de dos niños que murieron al poco de nacer: «¡Habéis sido deseados! ¡Os queremos!»
Amaury de Vivies y su esposa Dorothée perdieron a dos hijos poco después de nacer, por una trisomía 14. Pocos meses después, decidieron fundar Thanks4Life, una asociación que ayuda a los padres de niños con un pronóstico similar.
El 25 de enero, Amaury contó su testimonio en la Marcha por la Vida celebrada en París (http://enmarchepourlavie.fr). Quiso terminar sus palabras diciéndoles, «a todos los niños presentes hoy en esta plaza en el seno de su madre, y que también tendrán una vida corta: ¡Habéis sido deseados! ¡Bienvenidos! ¡Os abrazamos! ¡Os queremos!»
Testimonio íntegro de Amaury de Vivies
Hace 20 años vine por primera vez a la Marcha por la Vida. Para defender la vida. Pensando sobre todo en los otros. Hace 15 años, me casé con mi esposa, Dorothée, para lo bueno y para lo malo. Pero pensando sobre todo en lo malo. Ciertamente no he venido para hablaros de un mal, sino simplemente daros testimonio de cómo la vida no siempre ocurre como estaba prevista, y que esto puede ser también una forma de fecundidad.
Después de cinco niños nacidos sin problemas, en junio de 2011, nos enteramos que al pequeño que esperábamos le habían diagnosticado trisomía 14. Veredicto: algunos minutos de vida después del nacimiento. Nueve meses de embarazo, algunos minutos de vida. Ante todo, tu mundo se desmorona. Sabes que algo así puede llegar, pero nunca a ti.
Vas a Internet (¡por supuesto!), y es el horror. Ninguna gana de empezar un nuevo día, de trabajar, de hacer cualquier cosa.
No es una pesadilla, sino más bien un callejón sin salida.
Después, en un mundo de normas, de reglas, de utilidad y de rentabilidad, todo esto no encaja. «Interrumpir una vida que de todos modos más o menos en el parto, no es realmente interrumpirla, es sólo adelantar un acontecimiento natural», se respira. Y escuchas porque hace una semana que te llevas golpes todos los días dentro de tu callejón sin salida.
Haces caso hasta que te dices que tú querías a ese niño, y que hoy está ahí. Sí, es verdad que no es todo como lo habías previsto: nunca hará grandes estudios, nunca será grande y fuerte. Pero estará siempre ahí.
Y como padre tú harás que esté acompañado, no abandonado por estar enfermo. Y de esto te sentirás orgulloso y feliz toda tu vida. Entonces, sales del callejón sin salida para caminar paso a paso, día a día.
Eso pasó en junio de 2011. Emmanuel nos dejó en septiembre de 2011. Volvió a empezar en 2012, Gabriel nos dejó en diciembre de 2012. Después, un día, por los caminos de la Provenza a principios de julio de 2013, Dorothée y yo decidimos tender la mano a los que han tenido esta desgracia, y crear Thanks4Life.
Nuestro objetivo es acompañar a los padres que se enfrentan al diagnóstico de una enfermedad que hace que la vida de su hijo sea corta o imposible, y decirles que su bebé, incluso si no podrá vivir más que algunas horas, ya está ahí. No hay una sustitución de los equipos médicos, sólo apoyar a las familias encontrando las palabras de unos padres que han pasado por la misma prueba.
Finalmente, me replanteo esta frase que todos conocéis del profesor Jean Bernard: «Dar vida a los días cuando ya no podemos dar días a la vida». Termino dirigiéndome a todos los niños presentes hoy en esta plaza en el seno de su madre, y que también tendrán una vida corta (y ciertamente los hay), y diciéndoles: «¡Habéis sido deseados! ¡Bienvenidos! ¡Os abrazamos! ¡Os queremos!» Gracias.
Amaury de Vivies
El 25 de enero, Amaury contó su testimonio en la Marcha por la Vida celebrada en París (http://enmarchepourlavie.fr). Quiso terminar sus palabras diciéndoles, «a todos los niños presentes hoy en esta plaza en el seno de su madre, y que también tendrán una vida corta: ¡Habéis sido deseados! ¡Bienvenidos! ¡Os abrazamos! ¡Os queremos!»
Testimonio íntegro de Amaury de Vivies
Hace 20 años vine por primera vez a la Marcha por la Vida. Para defender la vida. Pensando sobre todo en los otros. Hace 15 años, me casé con mi esposa, Dorothée, para lo bueno y para lo malo. Pero pensando sobre todo en lo malo. Ciertamente no he venido para hablaros de un mal, sino simplemente daros testimonio de cómo la vida no siempre ocurre como estaba prevista, y que esto puede ser también una forma de fecundidad.
Después de cinco niños nacidos sin problemas, en junio de 2011, nos enteramos que al pequeño que esperábamos le habían diagnosticado trisomía 14. Veredicto: algunos minutos de vida después del nacimiento. Nueve meses de embarazo, algunos minutos de vida. Ante todo, tu mundo se desmorona. Sabes que algo así puede llegar, pero nunca a ti.
Vas a Internet (¡por supuesto!), y es el horror. Ninguna gana de empezar un nuevo día, de trabajar, de hacer cualquier cosa.
No es una pesadilla, sino más bien un callejón sin salida.
Después, en un mundo de normas, de reglas, de utilidad y de rentabilidad, todo esto no encaja. «Interrumpir una vida que de todos modos más o menos en el parto, no es realmente interrumpirla, es sólo adelantar un acontecimiento natural», se respira. Y escuchas porque hace una semana que te llevas golpes todos los días dentro de tu callejón sin salida.
Haces caso hasta que te dices que tú querías a ese niño, y que hoy está ahí. Sí, es verdad que no es todo como lo habías previsto: nunca hará grandes estudios, nunca será grande y fuerte. Pero estará siempre ahí.
Y como padre tú harás que esté acompañado, no abandonado por estar enfermo. Y de esto te sentirás orgulloso y feliz toda tu vida. Entonces, sales del callejón sin salida para caminar paso a paso, día a día.
Eso pasó en junio de 2011. Emmanuel nos dejó en septiembre de 2011. Volvió a empezar en 2012, Gabriel nos dejó en diciembre de 2012. Después, un día, por los caminos de la Provenza a principios de julio de 2013, Dorothée y yo decidimos tender la mano a los que han tenido esta desgracia, y crear Thanks4Life.
Nuestro objetivo es acompañar a los padres que se enfrentan al diagnóstico de una enfermedad que hace que la vida de su hijo sea corta o imposible, y decirles que su bebé, incluso si no podrá vivir más que algunas horas, ya está ahí. No hay una sustitución de los equipos médicos, sólo apoyar a las familias encontrando las palabras de unos padres que han pasado por la misma prueba.
Finalmente, me replanteo esta frase que todos conocéis del profesor Jean Bernard: «Dar vida a los días cuando ya no podemos dar días a la vida». Termino dirigiéndome a todos los niños presentes hoy en esta plaza en el seno de su madre, y que también tendrán una vida corta (y ciertamente los hay), y diciéndoles: «¡Habéis sido deseados! ¡Bienvenidos! ¡Os abrazamos! ¡Os queremos!» Gracias.
Amaury de Vivies
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