Munilla: «Valoramos a los mayores más que nunca y, tras el coronavirus, ¿volverán con la eutanasia?»
El 25 de marzo, día de la Encarnación de Dios en el seno de María, que muchos países celebran civilmente como Día del Niño por Nacer, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla impartió una catequesis con el título "Yo también fui embrión", recordando la gran encíclica provida de San Juan Pablo II, la Evangelium Vitae, que cumple ahora 25 años.
"Esta situación crítica en la que nos encontramos puede ser una gran oportunidad para el avance de la cultura de la vida y para el retroceso de la cultura de la muerte", consideró el prelado. "Esta situación tan dura, está generando una gran sensibilidad a favor de la vida, la valoramos más que nunca".
Así, cuando en un hospital se consigue salvar una vida "¡qué aplausos! Luchar porque la vida salga adelante"...
"Escuchamos estupefactos que este virus se ha llevado en España en un día 500 o 600 vidas, o más, y no nos parece de recibo, porque sabemos que no son meros números, son personas, y no nos consuela saber que son personas mayores o que les falten expectativas de vida", constata el obispo.
Otra cosa que escandaliza y sacude las conciencias es la palabra "triaje", que se refiere a la decisión que toman los sanitarios de atender a un paciente que tiene más posibilidades de mejoría dejando de lado a otro mucho más débil, anciano o enfermo cuya recuperación parece improbable. "¿Cómo es posible en un país con tantos recursos?", pregunta el obispo.
Munilla recordó -y pidió la intercesión- al sacerdote de Bérgamo, Giuseppe Beraldelli, que falleció con 72 años, por haber entregado a un joven el respirador que él usaba, comprado por su parroquia.
Valoramos la vida de los ancianos... ¿y queremos eutanasiarlos?
"Estamos valorando la vida de nuestros mayores más que nunca, y eso es difícil de conjugar en una situación previa de mentalidad eugenésica, cuando estábamos a punto de aprobar, como primera ley, ley estrella del nuevo Parlamento, una ley de eutanasia. Y ha quedado interrumpida esa tramitación por esta crisis en la que luchamos por la vida de nuestros mayores".
Eso lleva a Munilla a señalar que España estaba preparando una ley de eutanasia cuando el país ni siquiera garantizaba acceso a todos a cuidados paliativos.
Y pregunta: cuando acabe el coronavirus ¿volverán con la ley de eutanasia? "Es difícilmente conjugable, por lo menos desde la ética. Estamos siendo educados en el misterio de la vida y la lucha por la vida".
El aborto: un triaje contra el que tiene más vida por delante
También el aborto, dijo, es un "triaje", un decidir descartar la vida de alguien. "¿Cómo puede ser progresista el hacer un triaje para que el más débil sea descartado? Con la diferencia de que en el maldito triaje del coronavirus salvan al que tiene más expectativa de vida, mientras que en el aborto al que tiene toda la vida por delante es el que es sacrificado..."
Después, el obispo analiza la "Evangelium Vitae" de San Juan Pablo II, que detectaba varias amenazas contra la vida, hace 25 años, "y que siguen ahí". Munilla concreta en 4 amenazas:
1- El concepto deformado de libertad
En esta visión deformada muchos creen que "no es la verdad la que nos hace libres sino mi libertad es la que escoge una verdad". La frase "no se puede obligar a nadie a ser madre" no recoge la verdad porque "madre ya lo es, porque está embarazada, se trata de ver si su hijo nace vivo o nace muerto", pone Munilla como ejemplo.
2- La pérdida de conciencia de la dignidad humana
"Si un miembro de Greenpeace intenta hacer un sabotaje para salvar focas, es un héroe; si un miembro de Provida va a una clínica abortista a dar información alternativa a la mujer para que no aborte, es un villano. ¿Cómo es posible que esté penado -y me parece muy bien- atentar contra huevos de águila y que sin embargo el ser humano antes de nacer sea vulnerable? Esto no es un ecologismo integral, humano".
3- Una idea deformada de felicidad
Hoy muchos renuncian a amar por escapar de la posibilidad de sufrir. Buscar la felicidad, para ellos, es evitar compromisos e implicaciones. Pero "si no amamos, ¿vale la pena vivir?", plantea Munilla.
4- La falta de compromiso en las instituciones para ayudar a la maternidad en situaciones duras
Munilla recuerda que en los últimos 15 años en España se llevaron a cabo muchas iniciativas legislativas populares pidiendo leyes a favor de ayudas a la maternidad: cientos de miles de ciudadanos firmaron a favor de esas leyes en recogidas por calles, casas y parroquias. Muchas comunidades autónomas aprobaron leyes con esas ayudas para madres.
Pero "cuando a esos gobiernos autonómicos llegaron partidos de mentalidad abortista, derogaron esas leyes de iniciativa legislativa popular. No es cierto que el abortismo sea pro-choice, de elección libre, porque en el fondo es una cultura por la muerte, la misma ideología que considera al aborto un derecho libre es la que ha derogado las leyes que facilitaban la maternidad de mujeres en situaciones vulnerables, sistemáticamente, sin excepción alguna en España".
El 25 de marzo, recuerda, se celebra que Dios se hizo embrión. "Hubo un momento en que Dios también fue un embrión en el seno de la Virgen María, y que pasó por esa etapa, la de mayor fragilidad del ser humano. ¿Cómo no va a ser digna la vida humana, si en el seno de María era al mismo tiempo vida divina?"
La ciencia apoya la causa provida
Munilla comenta después que "la causa provida va de la mano de la comunidad científica más prestigiosa". Pone el ejemplo del médico e investigador Jerôme Lejaune, descubridor de la trisomía 21, causa del síndrome de Down. La causa de beatificación de este científico defensor de la vida está iniciada. (Munilla dice en un lapsus que recibió el Nobel de Medicina, pero en realidad nunca se le concedió, muchos colegas creen que por haber hablado y actuado claramente contra el aborto).
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La mujer es otra víctima del aborto
El obispo Munilla señala que para la Iglesia la mujer es otra víctima que sufre los daños del aborto. Ya en 1995 Juan Pablo II, en el párrafo 99 de Evangelium Vitae hablaba a las mujeres que habían abortado con delicadeza y coherencia.
"Una reflexión especial quisiera tener para vosotras, mujeres que habéis recurrido al aborto. La Iglesia sabe cuántos condicionamientos pueden haber influido en vuestra decisión, y no duda de que en muchos casos se ha tratado de una decisión dolorosa e incluso dramática. Probablemente la herida aún no ha cicatrizado en vuestro interior. Es verdad que lo sucedido fue y sigue siendo profundamente injusto. Sin embargo, no os dejéis vencer por el desánimo y no abandonéis la esperanza. Antes bien, comprended lo ocurrido e interpretadlo en su verdad. Si aún no lo habéis hecho, abríos con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda misericordia os espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la Reconciliación. Podéis confiar con esperanza a vuestro hijo a este mismo Padre y a su misericordia. Ayudadas por el consejo y la cercanía de personas amigas y competentes, podréis estar con vuestro doloroso testimonio entre los defensores más elocuentes del derecho de todos a la vida. Por medio de vuestro compromiso por la vida, coronado eventualmente con el nacimiento de nuevas criaturas y expresado con la acogida y la atención hacia quien está más necesitado de cercanía, seréis artífices de un nuevo modo de mirar la vida del hombre".
"Es falso que el aborto sea una causa feminista", dice el obispo Munilla. "Tradicionalmente, y lo sabemos bien los que acompañamos almas, generalmente, detrás de un aborto ha habido presiones machistas en la mayoría de los casos, de quien no quiere hacerse responsable de la concepción que ha tenido lugar".
En ese sentido, a favor de un feminismo provida, Juan Pablo II escribía en su encíclica: "En el cambio cultural en favor de la vida las mujeres tienen un campo de pensamiento y de acción singular y sin duda determinante: les corresponde ser promotoras de un «nuevo feminismo» que, sin caer en la tentación de seguir modelos « machistas », sepa reconocer y expresar el verdadero espíritu femenino en todas las manifestaciones de la convivencia ciudadana, trabajando por la superación de toda forma de discriminación, de violencia y de explotación".
La batalla por la vida, en todos los campos
Arte, cine, educación... todo es un campo para la batalla a favor de la vida, explica el obispo. El Evangelio, que defiende el valor de lo pequeño, humilde y sencillo, tiene mucho que aportar en esa batalla cultural.
"Creemos también en un ecologismo integral que descubra la dignidad del hombre en esta vida", añade.
"Y en la batalla en el campo político, sí, sí, en el que todos estamos llamados. Por desgracia, la causa del aborto está ausente del ideario de la inmensa mayoría de los partidos políticos. La llamada -subrayo llamada- izquierda promulga el aborto diciendo que es un derecho de libertad de elección; la llamada derecha, cuando gobierna, acaba asumiendo lo que ha hecho la izquierda".
El Tribunal Constitucional, sin dar respuesta desde 2010
En 2010, cuando Rodríguez Zapatero aprobó la ley de aborto por plazos, unos diputados del PP presentaron una cuestión de inconstitucionalidad. Preguntaban al Tribunal Constitucional si esa ley era conforme a la Constitución, que dice "todos tienen derecho a vivir".
Han pasado 10 años y unos 900.000 abortos (¿constitucionales?) y el Tribunal sigue sin responder la pregunta. Es el tema que lleva más tiempo paralizado en el Alto Tribunal.
El obispo Munilla ha querido comentarlo: "El Tribunal Constitucional lleva adelante un silencio inexplicable, injustificable de ninguna de las maneras. Su silencio es clamoroso".
¿Cómo ser político católico y provida en un parlamento abortista?
La Evangelium Vitae de 1995 (párrafo 73) también planteaba el tema de lo que podía hacer un político católico para defender la vida cuando veía que sus esfuerzos e iniciativas para derogar completamente el aborto no podían avanzar nada en un parlamento muy hostil y abortista. Munilla lo recoge en este vídeo.
"Un problema concreto de conciencia podría darse en los casos en que un voto parlamentario resultase determinante para favorecer una ley más restrictiva, es decir, dirigida a restringir el número de abortos autorizados, como alternativa a otra ley más permisiva ya en vigor o en fase de votación. No son raros semejantes casos. [...] En el caso expuesto, cuando no sea posible evitar o abrogar completamente una ley abortista, un parlamentario, cuya absoluta oposición personal al aborto sea clara y notoria a todos, puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública. En efecto, obrando de este modo no se presta una colaboración ilícita a una ley injusta; antes bien se realiza un intento legítimo y obligado de limitar sus aspectos inicuos".
Munilla detalla: "no se trataría de una colaboración con el mal, sino una estrategia de restricción del mal".
"En esta gran batalla por la cultura de la vida, ¿dónde estamos cada uno de nosotros? Como pintor, madre de familia, profesor, trabajador de los medios de comunicación, como filósofo..."
"Nadie puede ser imparcial en esta batalla. Está teniendo lugar una gran batalla entre la cultura de la vida y la cultura de la muerte y yo os invito a que en este 25 aniversario de Evangelium Vitae tengamos la gran conciencia de que la vida es un milagro, y lo decimos en esta situación tan dura en la que estamos".
Cuando a Munilla le preguntan por qué está tan implicado en la lucha provida, responde algo que decía ya en su juventud. "Tengo una implicación personal y es que... ¡yo también fui un embrión! Todos hemos sido embrión, todos hemos pasado esa etapa de vida de máxima fragilidad. Tuve la suerte de encontrar un seno acogedor como el que Jesús tuvo en María. Por eso tengo el deber de hacer que quienes están en situaciones más difíciles puedan tenerlo más fácil. Todos nos tenemos que implicar, la tribu entera, la sociedad entera, en la causa de la vida".