Lunes, 18 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

«Los niños aceptan que no esté todo perfecto»

Mª Jesus, 8 hijos: «Es un regalo tener a alguien que te saque de ti y te haga vivir para los demás»

A la derecha, la familia Mateos.
A la derecha, la familia Mateos.

Juan Cadarso / Mirada21.es

“Yo nunca pensé en casarme ni en tener hijos y ahora no concebiría la vida sin ellos. Es un regalo que tengas a alguien que te saque de ti y te haga vivir para los demás”, comenta la madre de una familia muy numerosa. María Jesús Mateos está casada con Goyo desde hace 37 años, vive en Madrid, y tiene ocho hijos. Nacida hace 62 años en Santiago de Compostela, dedica su vida por entera al cuidado de los suyos.

Vivir al día
La casa en la que vive junto a su familia está situada en el centro de Madrid y se amolda perfectamente a las necesidades. La vivienda tiene seis habitaciones, dos baños y una amplia cocina para dar cabida a todo un regimiento. Las ollas para cocinar no tienen dimensiones normales, la lavadora echa humo todo el día y para ir al baño hace falta pedir la vez. La despensa en esta casa es una habitación y la compra se hace con media docena de carritos. Como si las matemáticas se hubieran aliado con ellos, los tres primeros hijos son hombres, las tres siguientes son mujeres y los más pequeños son un chico y una chica.

“Siempre hemos tenido dificultades de todo tipo y hemos salido hacia delante, hay mucha gente que te echa una mano y los niños siempre colaboran. En estas situaciones aprendes a pedir ayuda y vives al día en todo”, detalla la madre. La organización es clave en el éxito de esta casa. “Yo iba a recogerlos al colegio y mi marido hacía los deberes con ellos al volver del trabajo", explica a Mirada21.es cuando aparece uno de sus cuatro nietos que se acaba de despertar de la siesta.

Moverse con una familia tan numerosa no ha sido del todo facil. “Era salir a la calle y la gente nos iba contando a ver cuántos éramos. Cuando viajábamos todos en avión las azafatas temblaban al vernos aparecer, sacaban pinturas para que dibujasen y acababan todos durmiendo por los pasillos. Recuerdo una vez en Oviedo que nos echaron de una cafetería por llevar dos carritos, hay mucha gente que te apoya y te dice que da gusto vernos tan guapos y tan listos”, relata una madre que se siente muy orgullosa de sus hijos.

La fe en Dios es el fundamento de la numerosa prole de estos padres. “Todo el mundo tiene el deseo de darse a los demás, pero si no crees que Dios es tu padre es muy difícil que tengas hijos porque piensas que lo único que les vas a ofrecer es hambre”, expone María Jesús. Además, añade: “Yo le oí a mi madre decir que no me quería tener, con los años descubrió que yo era la clave para darle sentido a su vida. La vida es un don y no se puede privar a nadie de que pueda ser feliz, cuando se aborta es porque se piensa que la vida es un mal y que se traen al mundo hijos para sufrir”.

Con un pan debajo del brazo
Vivir en una familia numerosa no solo tiene desventajas. “Los niños aprenden antes las cosas y aceptan que no esté todo perfecto. Los hijos aprenden a compartir y son más abiertos porque sus padres no están siempre encima. Muchas veces tienes que buscarte la vida porque si ibas a comerte algo igual cuando llegas ya no está”, afirma. Entre el hermano mayor y la más pequeña hay 16 años de diferencia.

“Hemos recibido muy pocas ayudas. El tener hijos no es solo un bien personal sino que es algo bueno para la sociedad, dentro de un tiempo no habrá ni para pagar las pensiones”, comenta María Jesús con tristeza sobre el poco apoyo de la Administración. A pesar de la falta de ayudas, los hijos en esta familia siempre han venido con un pan debajo del brazo. “Con cada hijo a mi marido o le ascendían o encontraba un trabajo mejor. Con el tercero se presentó a unas oposiciones y milagrosamente las aprobó. Nunca ha habido dos días iguales en nuestra vida, unas veces vivíamos muy bien y otras menos bien”, relata.

Hijo único... como el resto de los hermanos
Haber tenido tantos hijos no les ha impedido hacer lo que el resto de familias “normales”. “Dios te da las cosas cuando las necesitas. Mi hijo mayor siempre dice que es: ´hijo único, como el resto de mis hermanos´, y es cierto. Parece que una familia numerosa tiene que ser pordiosera, pero unas veces se tiene más y otras menos, no pasa nada”, dice la mujer de Goyo. A pesar de haber tenido ocho partos naturales, sin anestesia, cada nacimiento era también único. “Cuando iba a tener a la octava la enfermera me preguntó que si era primeriza”, afirma con gracia.

En este hogar las preocupaciones que dan los vástagos no son proporcionales a las alegrías. “Cada uno tiene su forma de ser, una madre sufre por todos y los quieres por igual, aun no siendo perfecta”, explica la madre. También añade que en una “casa con hijos hay mucha alegría porque no son solo ellos sino que también vienen sus amigos y es difícil aburrirse”. Viajar y conocer cosas nuevas siempre ha formado parte de la educación de estos hijos. "Era raro el fin de semana que no cogíamos la mochila y nos íbamos por los pueblos de Madrid. Una vez haciendo auto-stop nos cogió un camión de helados y los niños estaban contentísimos", asegura. El salón en el que se encuentra está presidido por las fotos de la familia al completo.

En un hogar en el que ya solo queda uno de los retoños, el ciclo de la vida vuelve a su inicio. “Al principio se pasa mal, porque vas por las habitaciones y sigue todo ordenado. Pero todo vuelve a ser igual cuando la casa se llena de nietos”, asegura con alegría. “Ahora que viven todos desperdigados por el mundo se organizan para ir a visitarse. Los echo mucho de menos, estoy deseando que vuelvan a casa por Navidad”, concluye María Jesús, para la que Pablo, Gregorio, Daniel, María, Clara, Cecilia, Juan y Teresa han sido ocho grandes razones para vivir.
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