Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Pide acompañarlas con ayunos y oración «sin moderación»

El obispo Aillet explica por qué los cristianos deben participar en marchas por la vida y la familia

Marc Aillet junto a un cuadro de un pueblo pirenaico, que abundan en su diócesis
Marc Aillet junto a un cuadro de un pueblo pirenaico, que abundan en su diócesis

ReL

22 de noviembre en Madrid: manifestación unitaria «contra la que ya se puede llamar ley Aído-Rajoy»l obispo de Bayona, diócesis francesa adyacente a la de San Sebastián, con unas 70 parroquias y 550.000 habotantes. Durante los dos últimos años se le ha visto en la Marcha por la Vida en París, en las "veladas" (con velas) en la plaza del Ayuntamiento de Bayona, en defensa del matrimonio y en mil y una actividades reivindicativas por la familia.

Las convocatorias de la Manif Pour Tous (www.manifpourtous.fr), tanto las locales como las masivas en París, no amainan, y el 5 de octubre en la capital francesa tendrá lugar una gran marcha contra las leyes que permiten la producción y el reparto (compra-venta) de bebés, mediante técnicas in vitro y vientres de alquiler.

El obispo explica a los católicos de su diócesis los argumentos para seguir movilizándose por la vida y la familia, el matrimonio real y los derechos de los niños a ser engendrados por un papá y una mamá en el seno de un matrimonio. Sus argumentos para cristianos del mundo entero y personas de buena voluntad.

Carta de Mons. Aillet a los católicos de la diócesis respecto a la Manif Pour Tous del 5 de octubre de 2014

Queridos fieles,

El próximo 5 de octubre «la Manif pour tous», ya constituida en asociación, hace un llamamiento a los franceses a manifestarse de nuevo, en París y en Burdeos, para hacer oír su oposición a la reproducción asistida y la maternidad subrogada.

Esta manifestación es una prolongación exacta de las grandes manifestaciones del 2013 contra la Ley Taubira, en la que se resalta las consecuencias directas para la dignidad del niño.

Con el riesgo de parecer insistente sobre estas cuestiones relativas a la sociedad, no puedo dejar de animar a todos los que, entre los fieles de la diócesis, juzguen oportuno, con plena libertad y en consciencia, responder favorablemente a esta invitación a la movilización.

Soy consciente de que las intervenciones de muchos obispos en 2013 en oposición al proyecto de ley Taubira, en las que animaron a los fieles de sus diócesis a hacer oír su voz, no siempre fueron bien recibidas; a veces se llegó incluso a acusarles de homofobia o de causar divisiones.

Para quien participó en esas manifestaciones, estas acusaciones eran inadmisibles: sólo una forma de desinformación pudo rendir cuentas de esas manifestaciones de una manera tan caricaturesca.



Aillet en una de las numerosas "veladas" (con velas) en defensa del matrimonio y la familia en Bayona


Lejos de situarse en el registro apasionado del odio y de la condena, los manifestantes, de todas las edades y condiciones y por encima de su pertenencia religiosa o politica, jamás cayeron en el juicio o la exclusión, sino que fueron expresión del sentido común y de la razón de manera pacífica y en el respeto hacia las personas.

Su fin era recordar que el Bien común, que debe beneficiar a todos, empezando por los más débiles y frágiles, exige ante todo la protección del niño, que tiene el derecho de nacer de un padre y de una madre y no debe ser jamás considerado como una simple mercancía.

Sean cuales sean los medios elegidos para «manifestarse», y puesto que debe ser siempre en el respeto de las personas y sin condenar a nadie, lo esencial es tener una conciencia clara de las graves consecuencias que una legislación como esta conllevaría, de manera duradera, en nuestra sociedad.

Si la ley Taubira, denominada «del matrimonio para todos» [la ley de Hollande que ha impuesto en Francia la redefinición del matrimonio, dictando que debe considerarse como tal la unión de parejas del mismo sexo; nota de ReL], ha sido finalmente aprobada por el Parlamento y promulgada por el gobierno, quiero recordar que ante la magnitud de las manifestaciones de 2013, la mayoría actual, que manifiestamente no ha conseguido nada de la opinión pública, ha tenido que echarse hacia atrás precisamente sobre la reproducción asistida y la maternidad subrogada.

Voces autorizadas, entre las cuales se incluye la Sra. Taubira, ¡han incluso jurado a sus grandes dioses, ante la Nación, que nunca se legalizaría la maternidad subrogada!

El Consejo Constitucional, por decisión del 17 de mayo de 2013, ha afirmado además con claridad que el hecho de viajar al extranjero para recurrir a la reproducción asistida o a la maternidad subrogadas, claro fraude a la ley francesa, para solicitar a continuación la adopción en Francia, constituye una corrupción de la ley por lo que «incumbe a las jurisdicciones competentes impedir, privar de efecto y, llegado el caso, reprimir dichas prácticas».

Los dramáticos acontecimientos que ensangrientan actualmente Oriente Medio y exponen a la barbarie del «Estado islámico» no sólo a los cristianos y otras minorías religiosas en Iraq y Siria, sino también a los residentes franceses en todo el mundo, han pasado legítimamente a primer plano en la escena mediática.

Durante este tiempo, ante la indiferencia general, el Tribunal Supremo, llamado a pronunciarse el 23 de septiembre sobre una reproducción asistida realizada por una mujer en el extranjero, ha considerado que ello no constituía un obstáculo para la adopción del niño por parte de su compañera.

Dicho de otro modo, en contradicción formal con la ley, es admisible la «fabricación» de un niño privándole deliberadamente del padre para hacerlo adoptable en Francia por una pareja de lesbianas.

Es el mismo concepto de adopción el que es profundamente modificado.

Donde antes la adopción consistía en dar una familia a un niño al que las desgracias de la vida había convertido en huérfano, ¡ahora consiste en que una pareja de mujeres traigan al mundo a un niño, privándole deliberadamente de un padre, para que así sea adoptable!

¿Quién no estaría de acuerdo con el carácter pernicioso, incluso maquiavélico, de una maniobra como esta? ¿Y quien podrá impedir, en nombre de la igualdad hombre-mujer, conceder a parejas de hombres el derecho a recurrir a la maternidad subrogada para obtener un niño, privándole deliberadamente de una madre, para que así sea adoptable?

Es la dignidad del niño la que es gravemente dañada, y la de la mujer, cuyo cuerpo es considerado como mera mercancía.

El tema es lo suficientemente grave, por lo que me pronuncio de nuevo sobre esta cuestión.

El Papa Francisco, como hacemos nosotros, exhortaba en su carta apostólica «La alegría del Evangelio» que debemos cuidar de la fragilidad, añadiendo:

«Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la Iglesia hace de sus vidas, se procura presentar su postura como algo ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno» (n. 213).

Evidentemente, no me corresponde a mí dar consignas a nadie pero, en nombre de la dignidad de la persona humana, de la que la Iglesia se hace siempre portavoz, me siento en la obligación de alertar las conciencias sobre la «ruptura de civilización» que está en marcha.



Aillet carga la Cruz por la calle en Viernes Santo

La oración y el ayuno siguen siendo las armas más eficaces; y yo animo a los fieles de la diócesis a que las usen sin moderación con el fin de acompañar las acciones que ellos quieren emprender por el interés superior del niño.

Con mis sentimientos devotos en Cristo y Su Iglesia

+ Marc Aillet
Obispo de Bayona, Lescar y Oloron

(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)

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