Perdonar y pedir perdón, ceder, darse al proyecto común...
15 preguntas para hacerse sobre el matrimonio antes de casarse... y también después
¿Sabes que la felicidad no depende de nada ni nadie fuera de ti?, ¿sabes expresar tu disgusto y tu rabia sin ofender a los demás?...
El que te sientas muy enamorado y creas que ya encontraste a la persona de tus sueños no significa del todo que estás listo. Falta una parte muy importante para considerar: tus propias habilidades y destrezas para convertirte en esposo o esposa.
Es decir, aunque todos nacimos para el amor, no siempre estamos listos para darlo y recibirlo.
Esto es particularmente cierto cuando se trata del amor matrimonial pues lo característico de este amor es que renunciamos a pensar y actuar como individuos o solteros para decidirnos por construir un “nosotros”, es decir, una comunión de vida o comunidad.
Dicha comunidad la comenzamos con la decisión y promesa de entregarnos totalmente. Pero es en el diario vivir donde esta entrega se pone en práctica y se convierte en la base de la cual nacen la armonía, la comprensión y la unidad que constituyen la comunión de vida matrimonial.
Si este es tu concepto y el tipo de amor al cual aspiras, vas por buen camino. Pero de todos modos es bueno que analices si ya estás igualmente entrenado y listo para ponerlo en práctica. Con ese objetivo te proponemos que te hagas las siguientes preguntas:
1.- ¿Eres una persona feliz que sabe que la felicidad no depende de nada ni nadie fuera de ti, sino de tu decisión por ver la vida con positivismo y gratitud?
2.- ¿Estás conforme con lo que haces pues das siempre lo mejor de ti, o eres por el contrario un conformista o una persona que te juzgas con severidad a ti mismo?
3.- ¿Sabes expresar tu disgusto y tu rabia sin ofender a los demás?
4.- ¿Sabes pedir perdón cuando cometes errores y sabes perdonar cuando te ofenden?
5.- ¿Te sientes capaz de cambiar o sacrificar tu decisión de salir de parranda con tus amigos por incluir siempre a tu pareja en tus planes de diversión?
6.- ¿Estoy listo(a) para crear y gozar del tiempo que se comparte en pareja y en familia?
7.- Si acostumbras beber o fumar muy a menudo: ¿Estás dispuesto(a) a dejar tus vicios por tener un matrimonio estable y feliz?
8.- ¿Puedo enumerar al menos cinco sacrificios que estoy dispuesto(a) a hacer cuando esté casado (a)?
9.- ¿Crees que el hecho de ser mayor te ha dado ya la suficiente madurez para saber llevar un matrimonio? O, si eres joven, ¿sabes si tu edad no te permite tener la madurez que se debiera?
10.- ¿Crees que el matrimonio será la solución a muchos de tus problemas?
11.- ¿Estás seguro(a) de estar enamorado(a) de tu pareja y de nadie más?
12.- ¿Te vas a casar únicamente porque ya hay un embarazo de por medio?
13.- ¿Estás seguro(a) que al casarte no tratas de huir de los problemas que tienes en tu casa?
14.- ¿La razón por la que te casas es porque tu pareja te comprende?
15.- ¿Has decidido casarte porque sientes que estás ya muy mayor para seguir soltero(a)?
Si tus respuestas dieron como resultado que lo que te mueve a casarte es sólo el amor y el deseo de dar lo mejor de ti por el bien de la otra persona, aunque esto implique sacrificios, entonces ya estás preparado(a) para el matrimonio.
Debes de saber igualmente que el matrimonio no es un sombrero mágico donde encontrarás la solución a los problemas y serás “feliz para siempre.” Por el contrario, debes estar preparado(a) para encontrarte con muchas situaciones en que será difícil entenderse o encontrar una solución.
Estar abiertos a los cambios y lo suficientemente flexibles como para ceder cuando no valga la pena aferrarse a los propios puntos de vista o a nuestros gustos o preferencias, es vital. Pues, como dice el dicho, “si estás listo para ceder, estas hecho para el matrimonio” porque sólo cediendo se gana una vida conyugal armoniosa.
Debes contar igualmente con el hecho que a pesar de tus buenas intenciones puedes muchas veces herir a tu pareja o ser herido por ella.
Debes por eso entrenarte en el arte del perdón y aprender a manejar y expresar tus sentimientos para que las ofensas sean cada vez menos numerosas.
Si comprendes y actúas con este propósito de controlar el temperamento y saber pedir perdón y perdonar, la vida de casado(a) será mas fácil.
La vida de soltero(a), será pronto “historia pasada”. Ahora debes pues disponerte a crear una vida en comunidad. Así, debes empezar a compartir o a modificar las actividades y distracciones de tu vida de soltero por actividades en común.
“Así es la vida de casados, tan divertida como tú la quieras hacer” pues ahora todo lo compartirás con el amor de tu vida. No se trata de perder tu individualidad sino mas bien de encontrar las actividades adecuadas en la que los dos puedan participar.
Lecturas complementarias:
Alfonso Van Steenwegen, Amor: Palabra de acción. Reglas de juego para la relación de pareja, Ed. Lumen 1998;
Gustavo Salesman, Cómo llegar a obtener un matrimonio feliz, Ed. San Pablo;
Zig Ziglar, Cómo hacer que el romance no muera con el matrimonio, Ed. Norma, 1991;
Escobar Isaza, Gustavo Adolfo, Hacerse Pareja: Guía para construir una relación duradera, Ed. Mad, SL, 2005.
Es decir, aunque todos nacimos para el amor, no siempre estamos listos para darlo y recibirlo.
Esto es particularmente cierto cuando se trata del amor matrimonial pues lo característico de este amor es que renunciamos a pensar y actuar como individuos o solteros para decidirnos por construir un “nosotros”, es decir, una comunión de vida o comunidad.
Dicha comunidad la comenzamos con la decisión y promesa de entregarnos totalmente. Pero es en el diario vivir donde esta entrega se pone en práctica y se convierte en la base de la cual nacen la armonía, la comprensión y la unidad que constituyen la comunión de vida matrimonial.
Si este es tu concepto y el tipo de amor al cual aspiras, vas por buen camino. Pero de todos modos es bueno que analices si ya estás igualmente entrenado y listo para ponerlo en práctica. Con ese objetivo te proponemos que te hagas las siguientes preguntas:
1.- ¿Eres una persona feliz que sabe que la felicidad no depende de nada ni nadie fuera de ti, sino de tu decisión por ver la vida con positivismo y gratitud?
2.- ¿Estás conforme con lo que haces pues das siempre lo mejor de ti, o eres por el contrario un conformista o una persona que te juzgas con severidad a ti mismo?
3.- ¿Sabes expresar tu disgusto y tu rabia sin ofender a los demás?
4.- ¿Sabes pedir perdón cuando cometes errores y sabes perdonar cuando te ofenden?
5.- ¿Te sientes capaz de cambiar o sacrificar tu decisión de salir de parranda con tus amigos por incluir siempre a tu pareja en tus planes de diversión?
6.- ¿Estoy listo(a) para crear y gozar del tiempo que se comparte en pareja y en familia?
7.- Si acostumbras beber o fumar muy a menudo: ¿Estás dispuesto(a) a dejar tus vicios por tener un matrimonio estable y feliz?
8.- ¿Puedo enumerar al menos cinco sacrificios que estoy dispuesto(a) a hacer cuando esté casado (a)?
9.- ¿Crees que el hecho de ser mayor te ha dado ya la suficiente madurez para saber llevar un matrimonio? O, si eres joven, ¿sabes si tu edad no te permite tener la madurez que se debiera?
10.- ¿Crees que el matrimonio será la solución a muchos de tus problemas?
11.- ¿Estás seguro(a) de estar enamorado(a) de tu pareja y de nadie más?
12.- ¿Te vas a casar únicamente porque ya hay un embarazo de por medio?
13.- ¿Estás seguro(a) que al casarte no tratas de huir de los problemas que tienes en tu casa?
14.- ¿La razón por la que te casas es porque tu pareja te comprende?
15.- ¿Has decidido casarte porque sientes que estás ya muy mayor para seguir soltero(a)?
Si tus respuestas dieron como resultado que lo que te mueve a casarte es sólo el amor y el deseo de dar lo mejor de ti por el bien de la otra persona, aunque esto implique sacrificios, entonces ya estás preparado(a) para el matrimonio.
Debes de saber igualmente que el matrimonio no es un sombrero mágico donde encontrarás la solución a los problemas y serás “feliz para siempre.” Por el contrario, debes estar preparado(a) para encontrarte con muchas situaciones en que será difícil entenderse o encontrar una solución.
Estar abiertos a los cambios y lo suficientemente flexibles como para ceder cuando no valga la pena aferrarse a los propios puntos de vista o a nuestros gustos o preferencias, es vital. Pues, como dice el dicho, “si estás listo para ceder, estas hecho para el matrimonio” porque sólo cediendo se gana una vida conyugal armoniosa.
Debes contar igualmente con el hecho que a pesar de tus buenas intenciones puedes muchas veces herir a tu pareja o ser herido por ella.
Debes por eso entrenarte en el arte del perdón y aprender a manejar y expresar tus sentimientos para que las ofensas sean cada vez menos numerosas.
Si comprendes y actúas con este propósito de controlar el temperamento y saber pedir perdón y perdonar, la vida de casado(a) será mas fácil.
La vida de soltero(a), será pronto “historia pasada”. Ahora debes pues disponerte a crear una vida en comunidad. Así, debes empezar a compartir o a modificar las actividades y distracciones de tu vida de soltero por actividades en común.
“Así es la vida de casados, tan divertida como tú la quieras hacer” pues ahora todo lo compartirás con el amor de tu vida. No se trata de perder tu individualidad sino mas bien de encontrar las actividades adecuadas en la que los dos puedan participar.
Lecturas complementarias:
Alfonso Van Steenwegen, Amor: Palabra de acción. Reglas de juego para la relación de pareja, Ed. Lumen 1998;
Gustavo Salesman, Cómo llegar a obtener un matrimonio feliz, Ed. San Pablo;
Zig Ziglar, Cómo hacer que el romance no muera con el matrimonio, Ed. Norma, 1991;
Escobar Isaza, Gustavo Adolfo, Hacerse Pareja: Guía para construir una relación duradera, Ed. Mad, SL, 2005.
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