Fernando Sarráis, autor de «Madurez psicológica y felicidad»
«Para que tus hijos sean felices debes dejarles sufrir...pero con humor»: y sirve también en adultos
Fernando Sarráis, psiquiatra y psicólogo de la Clínica Universidad de Navarra es autor de «Madurez psicológica y felicidad» (en Eunsa.es), y da algunas claves para ser feliz. Está convencido de que alcanzar la felicidad es posible «aunque sea limitada», pero para lograrla hace falta un gran esfuerzo.
—¿Por qué todo el mundo quiere ser feliz y muy pocos lo consiguen?
—Conseguir la felicidad es algo muy valioso, cuesta conseguirlo. Muchos prefieren no esforzarse y se quedan en el camino. Por eso hay tantas adicciones a la comida, al sexo, al alcohol... porque renuncian a la felicidad y, por su frustración, prefieren optar por la postura cómoda de sentirse bien a corto plazo, en vez de luchar por ser felices.
—¿Cómo se puede cambiar esta actitud?
—Las personas no saben sufrir, tienen miedo a hacerlo. Las familias, por ejemplo, tratan de proteger cada vez más a sus hijos y no les dejan que sufran. Es un gran error. Estamos haciendo niños temerosos. La vida es dura y difícil y los niños deben estar preparados para ella. Podemos educarles con miles de pequeños ejemplos cotidianos: si el niño tiene hambre, hay que dejar que se aguante hasta la hora de comer; si está cansado, no hay que cogerle en brazos; si se aburre, no debemos hacer piruetas para que se ría... Hay mil maneras de dejarles sufrir, pero con humor.
—¿Sufrir con humor?
—El ejemplo deben darlo los padres. Si se le pierden las llaves o le pitan en un semáforo, no debe gritar y desesperarse. Es mejor decir algo así como «a las llaves le han salido piernas y no sé donde se han metido...», porque el niño aprenderá a afrontar situaciones similares con un tono optimista.
—¿Cuál es la clave para ser feliz?
—Hacer lo que uno debe y porque le da la gana; porque se lo dice la razón y es bueno. Es un asunto de madurez psicológica. Cuando alguien hace algo que no quiere (por miedo, vergüenza...) se siente fatal, no se ha sentido libre para actuar de otra manera. Su razón no ha dominado sobre sus emociones.
»Estudios psicológicos han dejado patente que el factor que determina la felicidad es la personalidad. Una persona puede ser millonaria, pero si es avara, cada vez que pague será un infeliz; un hombre puede tener una mujer espectacular, pero si es celoso, sufrirá continuamente. Para lograr dominarse es preciso que cada individuo aprenda a meterse dentro de sí; es decir, a desarrollar su introspección, y a contemplar, analizar y estudiar cómo se siente, sobre todo ante los momentos afectivos, positivos o negativos, para familiarizarse con ellos, conocer su origen, su impulso a ciertas conductas... Esta tarea requiere entrenamiento y tiempo.
—¿Quién debe ocuparse de ello?
—En las escuelas hay muchas matemática, lengua... pero no enseñan a los alumnos a quitarse el miedo, a ser seguros, aumentar la autoestima; en definitiva a ser dueño de uno mismo. Los educadores deben ayudarles a realizar estos juicios racionales sobre los afectos, animándoles a que piensen cómo se sienten, si lo que sienten se ajusta a sus circunstancias y si las acciones que han realizado son las adecuadas. Hace falta que aprendan a pensar y decidir antes de actuar, a controlar las emociones negativas para actuar con libertad.
—¿Por qué todo el mundo quiere ser feliz y muy pocos lo consiguen?
—Conseguir la felicidad es algo muy valioso, cuesta conseguirlo. Muchos prefieren no esforzarse y se quedan en el camino. Por eso hay tantas adicciones a la comida, al sexo, al alcohol... porque renuncian a la felicidad y, por su frustración, prefieren optar por la postura cómoda de sentirse bien a corto plazo, en vez de luchar por ser felices.
—¿Cómo se puede cambiar esta actitud?
—Las personas no saben sufrir, tienen miedo a hacerlo. Las familias, por ejemplo, tratan de proteger cada vez más a sus hijos y no les dejan que sufran. Es un gran error. Estamos haciendo niños temerosos. La vida es dura y difícil y los niños deben estar preparados para ella. Podemos educarles con miles de pequeños ejemplos cotidianos: si el niño tiene hambre, hay que dejar que se aguante hasta la hora de comer; si está cansado, no hay que cogerle en brazos; si se aburre, no debemos hacer piruetas para que se ría... Hay mil maneras de dejarles sufrir, pero con humor.
—¿Sufrir con humor?
—El ejemplo deben darlo los padres. Si se le pierden las llaves o le pitan en un semáforo, no debe gritar y desesperarse. Es mejor decir algo así como «a las llaves le han salido piernas y no sé donde se han metido...», porque el niño aprenderá a afrontar situaciones similares con un tono optimista.
—¿Cuál es la clave para ser feliz?
—Hacer lo que uno debe y porque le da la gana; porque se lo dice la razón y es bueno. Es un asunto de madurez psicológica. Cuando alguien hace algo que no quiere (por miedo, vergüenza...) se siente fatal, no se ha sentido libre para actuar de otra manera. Su razón no ha dominado sobre sus emociones.
»Estudios psicológicos han dejado patente que el factor que determina la felicidad es la personalidad. Una persona puede ser millonaria, pero si es avara, cada vez que pague será un infeliz; un hombre puede tener una mujer espectacular, pero si es celoso, sufrirá continuamente. Para lograr dominarse es preciso que cada individuo aprenda a meterse dentro de sí; es decir, a desarrollar su introspección, y a contemplar, analizar y estudiar cómo se siente, sobre todo ante los momentos afectivos, positivos o negativos, para familiarizarse con ellos, conocer su origen, su impulso a ciertas conductas... Esta tarea requiere entrenamiento y tiempo.
—¿Quién debe ocuparse de ello?
—En las escuelas hay muchas matemática, lengua... pero no enseñan a los alumnos a quitarse el miedo, a ser seguros, aumentar la autoestima; en definitiva a ser dueño de uno mismo. Los educadores deben ayudarles a realizar estos juicios racionales sobre los afectos, animándoles a que piensen cómo se sienten, si lo que sienten se ajusta a sus circunstancias y si las acciones que han realizado son las adecuadas. Hace falta que aprendan a pensar y decidir antes de actuar, a controlar las emociones negativas para actuar con libertad.
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