La alerta de una experta en familia: «Muchos niños “todopoderosos” viven en la orfandad emocional»
Bajo el auspicio de la Universidad Católica Argentina y del Instituto para el Matrimonio y la Familia que forma parte de la misma institución, durante junio se realizará un ciclo de charlas bajo el título de Cambio cultural y nuevos paradigmas (ver más adelante el programa completo). La primera temática, de la que se ocuparán Josefina Perriaux de Videla, Myriam Mitrece de Ialorenzi y Zelmira Bottini de Rey se titula Del menor a proteger al niño empoderado y la charla será en el colegio Santo Tomás de Aquino de la ciudad de Buenos Aires el próximo 5 de junio de 18.45 a 20.45.
ReL entrevistó a Myriam Mitrece de Ialorenzi, directora del Instituto para el Matrimonio y la Familia y una de las expositoras del ciclo.
-El ciclo hace referencia al “cambio cultural”. ¿Qué significaría esta expresión?
-En las últimas décadas hemos vivido grandes cambios. Los más evidentes están vinculados a la tecnología. Otros, quizás mucho más profundos, tienen que ver con la realidad sociocultural. Como todo lo humano es multifacético y multicausal, la globalización, el relativismo creciente, el utilitarismo de la sociedad de consumo, seguramente, también han tenido gran incidencia en la forma en que las personas se perciben a sí mismas, a sus semejantes y al mundo en general. Este cambio en la cultura, lejos de ser una cuestión meramente teórica, influye en nuestras vidas cotidianamente. Los nuevos paradigmas son como esquemas de interpretación que sirven como un marco en el que encuadramos nuestra existencia y que generalmente no se discute. Por eso considero importante que hagamos un alto en el camino, reveamos y reflexionemos si estos “nuevos marcos” nos están llevando por un buen camino, si nos están haciendo crecer como personas y como sociedad o si, en cierto sentido, nos hacen involucionar como humanidad.
-¿Cómo se explica que “el menor a proteger” se haya convertido en “el niño empoderado”?
-Las legislaciones occidentales están tendiendo a otorgar al niño cada vez mayor capacidad de autodeterminación, incluso hasta hacer entrar en colisión “el interés superior del niño” al derecho de los padres a educarlo. Conforme el poder del niño crece, el del adulto se desdibuja. Hay cuestiones ideológicas que impulsan este tipo de legislación pero esto no hubiera sido posible si no se hubiera logrado con anterioridad un caldo de cultivo propicio en el que estas ideas prendan. Lamentablemente, cada vez es más frecuente la figura del niño indomable ante la mirada azorada del adulto que ya no sabe cómo orientarlo y que teme hacerlo. Y la del niño “huérfano” con padres vivos. Muchos niños “todopoderosos” viven en la orfandad emocional y tienen que autoprotegerse para sobrevivir.
Hillary Clinton, entonces Primera Dama, participó en la Conferencia de Pekín, cuya agenda impulsó la Casa Blanca durante los años siguientes.
-¿Qué “derechos” entrarían en el paquete del “ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos”?
-A partir de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, que se llevó a cabo en 1994 en El Cairo, y de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en Beijing (Pekín) en 1995, se fueron instalando socialmente los derechos sexuales y reproductivos, en base al concepto de salud reproductiva: “Estado general de bienestar físico, mental y social y no solamente carencia de enfermedad y dolencia, en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos”. Los derechos sexuales se refieren a poder decidir cuándo, cómo y con quién tener relaciones sexuales y a vivir la sexualidad sin presiones ni violencia. Los derechos reproductivos, a decidir en forma autónoma si tener o no tener hijos, con quién, cuántos y cada cuánto tiempo. Si bien nadie podría discutir, en estos términos, la validez de estas afirmaciones, en la práctica los derechos sexuales buscan “normalizar” las formas diversas de vivir la sexualidad (LGTBIQ) y los derechos reproductivos, promover la anticoncepción, el aborto y la esterilización. En definitiva muchos de ellos no son “saludables” ni “reproductivos”.
-¿Por qué se dejaría de lado la "paternidad responsable"?
-La paternidad responsable es un concepto mucho más amplio porque implica no solo el ejercicio responsable de la genitalidad, sino de la contención, guía y acompañamiento del hijo en su proceso de crecimiento. Ser padre es mucho más que poder engendrarlo biológicamente y tener una actividad sexual responsable, mucho más que evitar la concepción.
-¿De qué manera podría restablecerse la protección de la vida naciente en tiempos en que algunos hablan de "derecho al aborto"?
-En principio es necesario erradicar el concepto de “derecho al aborto”, mostrando su contradicción interna. Este concepto no tiene asidero en nuestra legislación, ni en la naturaleza humana. En tanto el aborto es la muerte del niño por nacer, bajo ninguna causa es posible que se considere un derecho, el dar muerte a un ser humano inocente. Los cambios para restablecer un orden perdido siempre tienen que estar acompañados por la educación. Es la única forma de lograr bases duraderas y sólidas que resistan los embates de la cultura de la muerte.
»A los niños, enseñarles desde muy pequeños el valor y el milagro de la vida, hacerles sentir que valen, acompañarlos y ayudarlos a formar personalidades firmes y con valores, es el mejor antídoto contra el aborto. Quien se considera valioso y estima su vida, puede abrirse y valorar la vida de los demás.