Martes, 05 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Sus heridas sirvieron para algo

No querían investigar la agresión a un anciano provida... y se toparon con un violador en serie

Everett Stadig, recuperándose en el hospital.
Everett Stadig, recuperándose en el hospital.

La policía sólo se puso en marcha a requerimiento de los abogados de Everett Stadig, a quien le había roto la cadera.

ReL

El pasado 1 de julio, Everett Stadig, de 69 años, se encontraba a las puertas de un supermercado de Denver recolectando firmas para una iniciativa provida en su estado cuando fue objeto de una agresión por parte de un abortista, algo que en Estados Unidos se está convirtiendo en demasiado habitual. Como afirma Jill Stanek, quien da la noticia en LifeNews, "va de suyo que un movimiento basado en matar niños es intrínsecamente violento".

Lo que sucedió aquella tarde fue que un hombre que iba en coche y pasó delante de Everett, que iba en bicicleta, se bajó de un coche y, gritando "¡Yo soy pro aborto y tú no tienes derecho a estar aquí!", le empujó y le tiró al suelo. El anciano sufrió varias rozaduras y hematomas en los brazos, pero lo peor fue que se rompió la cadera.

El agresor se metió en su coche y se fue, pero un testigo tomó la matrícula. Cuando llegó la policía se la dio a los agentes, quienes sin embargo, en su atestado, no reflejaron que había habido una agresión, sino solamente que Everett se había caído al suelo. Sólo cuando los abogados de la víctima presentaron una querella contra el matón se puso en marcha la investigación policial.

Fue así como los investigadores llegaron hasta el propietario del vehículo, William Costello, de 47 años. Le detuvieron por agresión y, siguiendo un procedimiento habitual, le tomaron una muestra de ADN.

Y fue así como, según informó ABC News el pasado lunes, se descubrió que Costello era el autor de un asalto sexual a una niña de 13 años en marzo de 2008, a una joven de 22 años en agosto de 2010 y a una mujer de 49 años en septiembre de 2011. Además de ser procesado por esos delitos y por otros cargos de secuestro, lo será también por suplantación de autoridad, pues en sus últimas violaciones se había hecho pasar por policía para engañar a la víctima.

Everett, por su parte, continuó recopilando firmas durante la hospitalización que siguió a su operación de cadera. Ahora está feliz porque al menos sus lesiones han servido para quitar de la calle a un peligroso delincuente.
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