Cuando veinte o más parejas se casan a la vez en la misma Iglesia: ponérselo fácil a los novios
Cada vez más diócesis católicas del mundo se plantean organizar bodas múltiples. Suele consistir en una celebración al año, a veces dos, a la que puede acudir el obispo, en la que se casan 10, 20 o 40 parejas.
A menudo se trata de parejas que llevaban años conviviendo o en boda civil y se han convertido a la fe católica, o quieren regularizar su entrega como un sacramento con Cristo.
Otras veces se trata de parejas católicas de toda la vida, que llevan años y años juntas –conviviendo o no- pensando “en cuanto podamos, nos casamos”, pero no encontraban el momento por razones económicas o de ritmo de vida, o problemas ligados a la emigración.
Las diócesis que organizan estas “bodas múltiples” buscan que sean hermosas y dignas, y la abundancia de parejas alegres, elegantes y sonrientes lo consiguen. Los organizadores intentan que los costes sean asequibles, mucho más sostenibles que en bodas individualizadas.
23 parejas con el arzobispo de Vancouver
En la diócesis canadiense de Vancouver llevan 4 años celebrando estas bodas multitudinarias anualmente. El arzobispo Michael Miller presidió el 21 de septiembre una boda con 23 parejas, la mayoría de ellas inmigrantes. En la primera ceremonia de este tipo, en 2016, se casaron 15 parejas.
En The BC Catholic, grupos de novios contaron su experiencia. Por ejemplo, Oana Tanese y Juan Francisco Fierro llevaban 10 años casados civilmente y tenían 3 hijas. “Ha sido una bendición, es mucho más fácil hacerlo así que si lo hubiéramos organizado nosotros”, dice la novia, ahora ya esposa ante el Señor.
“Educamos a nuestras hijas en la fe y decidimos que ya era hora. La más pequeña va a recibir la Primera Comunión en primavera. Queríamos asegurarnos de estar casados por la Iglesia para entonces”, explican.
"En 5 años nos casamos... y pasaron diez"
Oliver Gutiérrez y Violeta Caldera cuentan su experiencia. “Mi marido me dijo que primero nos casáramos civilmente, en Nicaragua, y que después de cinco años ya nos casaríamos en la Iglesia. Han pasado diez años, así que dije: vale, ¡ha llegado el momento!”
Sus problemas recientes de salud la acercaron a Dios y la animaron a tomar decisiones. “Prometimos casarnos para lograr la bendición de Dios. Pasé mucho con la enfermedad y queríamos darle gracias por lo que ha hecho por nosotros, por curarme”. Oliver dice que su relación ya era buena “pero ahora será mejor”. “Queríamos la mejor relación con nuestro Creador”, dice él.
Otro ejemplo es el de Claude Fayemi y Rita Segbaya, que se casaron por lo civil hace 25 años en África Occidental y ahora quieren invitar a Cristo a su matrimonio, dicen, para crecer espiritualmente.
El arzobispo anima a orar como matrimonio
El arzobispo Michael Miller presidió la ceremonia y animó a los nuevos matrimonios a orar, a la oración unida de ambos cónyuges.
“Hoy se marca un nuevo inicio en vuestra relación mutua. Dios entrará en vuestra vida de casados, con su Gracia de una forma nueva y poderosa”, les aseguró. Recordó que Cristo, con su sacrificio, da al matrimonio un significado sobrenatural.
“El matrimonio es algo más que una institución que encuentras en cualquier sociedad, es un icono o imagen de lo que significa decir que Dios nos ama”, añadió. Recordó que es también una vocación, es decir, un camino “por el que un día llegaréis al Cielo”.