En casa, con los suyos
Chuck Norris pone a los padres «en su sitio»
El actor plantea una reflexión sobre las consecuencias del exceso de dedicación al trabajo en la familia y en otros ámbitos de la vida personal.
"Chuck Norris pone a los padres en su sitio". Así, en tercera persona, firma el actor un artículo en World Net Daily. En tercera persona, como corresponde a los populares Chuck Norris Facts, sentencias humorísticas de gran éxito que reflejan la intersección entre su filosofía personal y el estereotipo de los personajes de acción que ha encarnado.
Ese "en su sitio" quiere decir ocupándose de los suyos el tiempo que los suyos necesiten. Habla de "los padres", pero el subtítulo añade: "Y a las madres, y a los solteros, y a cualquiera que esté tentado de ser un workaholic [trabajólico, adicto al trabajo]". Sobre todo, por el tiempo que se quita a la familia.
Norris es un líder social muy respetado entre los sectores de opinión más conservadores, y en particular promueve las causas de la familia, el matrimonio y la cultura de la vida. Apoyó a Micke Huckabee para la nominación republicana en 2008, y a Newt Gingrich en la de 2012. Y explicó por qué su apoyo iba a Gingrich en vez de a Rick Santorum ("ambos buenos cristianos"): la mayor experiencia política del primero ante un previsible conflicto con Siria o Irán y ante la batalla de la Administración de Barack Obama contra las libertades ciudadanas.
Por tanto, su opinión en temas familiares, si además están vinculados a la felicidad y el bienestar personal, métodos que también difunde, es muy escuchada. Y sigue dedicando su tiempo a esa labor de crear opinión, aunque sea en plena campaña de lanzamiento de la última película en la que interviene: Los mercenarios 2, de estreno en España estos días.
Las estadísticas cantan
En su artículo, Norris lamenta que la adicción al trabajo se haya convertido en asunto de comedias de enredo en televisión, cuando "no es un asunto de risa": "El exceso convulsivo de trabajo se ha convertido en la nueva norma. El trabajo ya no es un lugar, sino un estado mental".
Una encuesta plurianual publicada en USA Today señalaba que desde 1987, la mayoría de los entrevistados declaraba sentirse más atareado que el año anterior, y las mujeres más que los hombres.
En esa encuesta, de entre las cosas que sacrificaban al trabajo el 30% incluía la familia. En 1987, el 50% hacía al menos una comida al día en casa. En 2008, el porcentaje había caído al 20%.
"¿Cuánto tiempo tardaremos en comprender que estar ocupado no es lo mismo que ser productivo?", se pregunta Norris. Y cita un estudio de las Fuerzas Armadas según el cual la pérdida de una hora de sueño en una noche produce la misma degradación cognitiva que un nivel de 0,1 g/l de alcohol en sangre.
Un cuestionario para la reflexión
Así que el actor propone una serie de cuestiones para reflexionar si uno tiene o no tiene un problema de adicción al trabajo:
- ¿Te motiva más trabajar que la familia u otra cosa?
- ¿Trabajas más de 40 horas a la semana?
- ¿Te parece bien trabajar muchas horas si lo que estás haciendo te gusta?
- ¿Temes perder tu empleo si no trabajas más de la cuenta?
- ¿Te irritan las personas que tienen otras prioridades aparte del trabajo?
- ¿Te irritan las personas que te piden que dejes de trabajar para hacer otra cosa?
- ¿Perjudican a tu familia tus largas horas de trabajo?
- ¿Te cuesta delegar?
- ¿Piensas en el trabajo cuando conduces, mientras estás en la cama o mientras otros hablan?
- ¿Trabajas mientras comes? ¿O en la cama? ¿O el fin de semana? ¿O en vacaciones?
- ¿Crees que tener más dinero solucionará los demás problemas de tu vida?
- ¿Crees que el descanso inhibe tu productividad?
- ¿Supone para ti una tortura desconectarte del teléfono móvil o del ordenador o de internet?
- ¿Crees que para ti no hay riesgo de convertirte en un adicto al trabajo?
"Una vez escuché lo siguiente", dice Norris: "Si el demonio no puede hacerte daño, procurará que estés atareado".
Porque el resultado "es el mismo": "Deterioro personal, distanciamiento personal, dilapidación de la productividad e incluso degradación moral".
"Creo que podemos ser trabajadores sorprendentemente productivos, pero no creo que para ello debamos sacrificar la salud, la familia y la vida personal en el proceso", concluye Chuck Norris. Y remata con un testimonio personal: "Soy la prueba viviente de que un perro viejo puede aprender muchas lecciones en este área".
Ese "en su sitio" quiere decir ocupándose de los suyos el tiempo que los suyos necesiten. Habla de "los padres", pero el subtítulo añade: "Y a las madres, y a los solteros, y a cualquiera que esté tentado de ser un workaholic [trabajólico, adicto al trabajo]". Sobre todo, por el tiempo que se quita a la familia.
Norris es un líder social muy respetado entre los sectores de opinión más conservadores, y en particular promueve las causas de la familia, el matrimonio y la cultura de la vida. Apoyó a Micke Huckabee para la nominación republicana en 2008, y a Newt Gingrich en la de 2012. Y explicó por qué su apoyo iba a Gingrich en vez de a Rick Santorum ("ambos buenos cristianos"): la mayor experiencia política del primero ante un previsible conflicto con Siria o Irán y ante la batalla de la Administración de Barack Obama contra las libertades ciudadanas.
Por tanto, su opinión en temas familiares, si además están vinculados a la felicidad y el bienestar personal, métodos que también difunde, es muy escuchada. Y sigue dedicando su tiempo a esa labor de crear opinión, aunque sea en plena campaña de lanzamiento de la última película en la que interviene: Los mercenarios 2, de estreno en España estos días.
Las estadísticas cantan
En su artículo, Norris lamenta que la adicción al trabajo se haya convertido en asunto de comedias de enredo en televisión, cuando "no es un asunto de risa": "El exceso convulsivo de trabajo se ha convertido en la nueva norma. El trabajo ya no es un lugar, sino un estado mental".
Una encuesta plurianual publicada en USA Today señalaba que desde 1987, la mayoría de los entrevistados declaraba sentirse más atareado que el año anterior, y las mujeres más que los hombres.
En esa encuesta, de entre las cosas que sacrificaban al trabajo el 30% incluía la familia. En 1987, el 50% hacía al menos una comida al día en casa. En 2008, el porcentaje había caído al 20%.
"¿Cuánto tiempo tardaremos en comprender que estar ocupado no es lo mismo que ser productivo?", se pregunta Norris. Y cita un estudio de las Fuerzas Armadas según el cual la pérdida de una hora de sueño en una noche produce la misma degradación cognitiva que un nivel de 0,1 g/l de alcohol en sangre.
Un cuestionario para la reflexión
Así que el actor propone una serie de cuestiones para reflexionar si uno tiene o no tiene un problema de adicción al trabajo:
- ¿Te motiva más trabajar que la familia u otra cosa?
- ¿Trabajas más de 40 horas a la semana?
- ¿Te parece bien trabajar muchas horas si lo que estás haciendo te gusta?
- ¿Temes perder tu empleo si no trabajas más de la cuenta?
- ¿Te irritan las personas que tienen otras prioridades aparte del trabajo?
- ¿Te irritan las personas que te piden que dejes de trabajar para hacer otra cosa?
- ¿Perjudican a tu familia tus largas horas de trabajo?
- ¿Te cuesta delegar?
- ¿Piensas en el trabajo cuando conduces, mientras estás en la cama o mientras otros hablan?
- ¿Trabajas mientras comes? ¿O en la cama? ¿O el fin de semana? ¿O en vacaciones?
- ¿Crees que tener más dinero solucionará los demás problemas de tu vida?
- ¿Crees que el descanso inhibe tu productividad?
- ¿Supone para ti una tortura desconectarte del teléfono móvil o del ordenador o de internet?
- ¿Crees que para ti no hay riesgo de convertirte en un adicto al trabajo?
"Una vez escuché lo siguiente", dice Norris: "Si el demonio no puede hacerte daño, procurará que estés atareado".
Porque el resultado "es el mismo": "Deterioro personal, distanciamiento personal, dilapidación de la productividad e incluso degradación moral".
"Creo que podemos ser trabajadores sorprendentemente productivos, pero no creo que para ello debamos sacrificar la salud, la familia y la vida personal en el proceso", concluye Chuck Norris. Y remata con un testimonio personal: "Soy la prueba viviente de que un perro viejo puede aprender muchas lecciones en este área".
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