Interesante publicación de dos investigadoras en «Cuadernos de Bioética»
Si hay más evidencias del dolor fetal, «¿por qué se resta magnitud a lo que realmente es un aborto?»
¿Qué es el dolor fetal? ¿Sufren los fetos? ¿Hasta qué punto esto es un problema que preocupe a los médicos? ¿Y a los políticos? De hecho, ya se plantea incluso el normalizar el permitir el aborto hasta el momento del parto, como se aprobó en Nueva York.
Lo cierto es que la literatura científica muestra suficientes evidencias sobre el sufrimiento fetal. Es real. Existe y aunque el feto no pueda quejarse ni el ser humano a simple vista pueda percatarse es una realidad que se da. Estudios muestran que este dolor fetal se puede dar antes de la 24 semanas y hay novedades científicas que reconocen el sufrimiento fetal a partir de las 12 semanas.
En cuanto a este dolor fetal aparecen también importantes consideraciones bioéticas que son fundamentales a la hora de llegar al fondo de una cuestión controvertida e importante. En la discusión entra cuándo es considerado un feto una persona con derechos o cuando empieza a ser un paciente en sentido estricto.
La revista Cuadernos de Bioética, órgano oficial de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica, ha publicado un artículo al respecto. Como cualquier publicación científica el texto ha pasado una revisión tutelada por los editores y otros expertos por encargo del comité editorial.
Se titula Dolor fetal y sus consideraciones bióeticas (puedes leerlo aquí íntegramente), y ha sido realizado por la doctora Olga Isabel Restrepo (Ginecología y Obstetricia, Departamento de Bioética, Facultad de Medicina, Universidad de La Sabana, Chía, Colombia); y la doctora María Paula Prieto Soler (Anestesiología, Facultad de Medicina, Universidad de La Sabana, Chía, Colombia).
“Ante un procedimiento invasivo en el vientre materno, el feto reacciona con el aumento o disminución de su frecuencia cardíaca, su gesticulación y movimientos respiratorios; reacciones que se han interpretado y comparado con el comportamiento clínico del recién nacido prematuro expuesto también a intervenciones invasivas, como una reacción frente a un estímulo doloroso”, afirma el informe haciéndose eco de distintas investigaciones.
Existen tres signos principales que muestran que en un determinado momento de la gestación el feto pueda sentir dolor:
1. “En primer lugar, está la capacidad del feto de reaccionar a estímulos. Los fetos pueden responder a estímulos externos, mostrando sensibilidad al ruido, la luz o los estímulos táctiles. Se han registrado expresiones fetales de llanto, como las respuestas de parpadeo y sobresalto a ruidos repentinos, a las 30 semanas de gestación, así como reacciones de evitación desde la octava semana”.
2. “En segundo lugar, están los cambios documentados en los patrones de comportamiento y cambios específicos relacionadas con el dolor en el trazado electroencefalográfico (EEG). La actividad eléctrica cerebral sigue siendo rudimentaria en el feto. Los primeros signos de actividad cortical del EEG se registran en fetos nacidos prematuramente a las 23 semanas, estos muestran períodos planos no reactivos largos, interrumpidos por ondas de muy alto voltaje, sin signos de estados conductuales. Se ha demostrado recientemente, a través de trazado EEG potenciales evocados nociceptivos en recién nacidos de 35 a 39 semanas después de la punción del talón”.
3. “Y en tercer lugar, existe un aumento en las concentraciones de las hormonas del estrés en la circulación fetal después de un estímulo doloroso para el feto a partir de la semana 16 de gestación. En un estudio realizado en fetos que requerían transfusión in útero, a un grupo se le realizó dicho procedimiento usando la vena intrahepática cuya manipulación activa nociceptores, mientras que el grupo de control recibió la transfusión usando la vena umbilical (sin activación de los nociceptores); en el primer grupo, se observó un aumento dramático de cortisol, adrenalina y beta-endorfinas, mientras que en el último, estas hormonas no mostraron cambios en su nivel sanguíneo”.
De este modo, las dos investigadores aseguran, citando a diversos autores, que si “existe la mínima experiencia y posibilidad de dolor, esta ha de considerarse moralmente significativa, y existe la responsabilidad de tratarlo de manera tan efectiva como ser realiza con otros pacientes”.
Pese a las evidencias de “que el feto es capaz de percibir el dolor y desarrollar una reacción hormonal de estrés en caso de su manipulación”, ambas doctoras reconocen que en el ámbito terapéutico sigue siendo una cuestión “controvertida”.
Por ello se preguntan desde el ámbito bioético: ¿es ético ser indiferente ante el dolor del feto?, ¿es ético no tratar de prevenir el sufrimiento en el ser prenatal?, ¿dónde queda el principio de justicia aplicado al feto?, ¿cuál sería la parte igual para él?”.
En este sentido, creen que “sumado a lo anterior, existen factores éticos y médicos que median la aceptación por los profesionales de salud sobre la experiencia del dolor fetal, en el sentido de considerar al feto como paciente y persona”.
La cuestión del aborto
Con respecto al aborto, y los procedimientos en los que el feto es eliminado sin tener además en cuenta el dolor que pueda experimentar, esta publicación científica llama la atención de que “las diferentes causales del aborto suscitan la tendencia a caer en el relativismo moral en especial con los dilemas éticos que surgen con su práctica, dentro de los cuales resaltan los siguientes: ¿a quién se le causa mayor daño? ¿A la madre o al feto? ¿Cómo no hacer daño cuando se trata de un binomio? y partiendo del principio ético que menciona que está mal quitar la vida intencionalmente a una persona ¿por qué se le resta la magnitud a lo que realmente es un aborto?”.
A diferencia de los procedimientos con una finalidad diagnóstica o terapéutica donde el dolor es secundario al esfuerzo para salvar o mejorar una condición física del feto, el contexto en el cual se realiza el aborto, es muchas veces eugenésico, distinto al del diagnóstico prenatal y la cirugía fetal, explican las dos investigadoras.
En su opinión, “en la mayoría de los casos, el personal encargado de la realización de abortos no considera al feto como paciente, y es por esto que rara vez se va a considerar el alivio del dolor fetal dentro de la preparación y ejecución del procedimiento”.
Aliviar el dolor y el sufrimiento, o al menos intentarlo, es una obligación moral y profesional del profesional sanitario y del que está al cuidado de un paciente. Sin embargo, en este informe ponen de manifiesto que “existe la tendencia actualmente, de despojar el valor ontológico del feto para restarle así importancia a los procedimientos que se realizan en él, y el actuar médico se convierte en un caso que ilustra que el fin justifica los medios: para diagnosticar, para curar, para investigar, por el bienestar de la madre, entre otros”.
Además, señalan claramente que “permitir que una persona sufra dolor, cuando existen los medios necesarios para evitarlo o tratarlo, es negar la dignidad humana, atentando contra los derechos fundamentales de la persona, y podría llegarse a considerarse negligencia profesional. Se están vulnerando entonces, los principios éticos básicos de respecto a la persona humana, beneficencia, no maleficencia y justicia”.
Por ello, hay una cuestión fundamental en todo este proceso: “cuando el feto es reconocido como paciente, el médico debe establecer una estrategia clínica apropiada para su beneficio. Por el contrario, cuando el feto no es considerado un paciente se ofrece un tratamiento clínico, pero no se impone como una obligación ética. La connotación de ‘estatuto moral’ de la persona humana implica la obligación que tienen otros seres humanos de proteger y velar por los intereses de esta, es por esto que el personal de salud muestra interés en profundizar en este tema para dar respuestas a los protocolos de manejo establecidos”.