Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Costanza Miriano defiende la Encíclica y se aleja de lo políticamente correcto

«El anuncio de la Iglesia, confirmado por Humanae Vitae, sólo puede ser defendido por las mujeres»

«El anuncio de la Iglesia, confirmado por Humanae Vitae, sólo puede ser defendido por las mujeres»
Costanza Miriano impartió en Brescia una conferencia sobre la Humanae Vitae, encíclica que cumple 50 años

ReL

De Brescia llegó el beato Pablo VI y desde este mismo lugar ha hecho una férrea defensa de su encíclica más controvertida, y también profética, la periodista católica Costanza Miriano. En un auditorio lleno habló de la Humanae Vitae en su 50 aniversario, e hizo un análisis de la situación del mundo actual a la luz de este importante texto.

Estamos ante los escombros de una sexualidad desordenada, en la que la anticoncepción ha producido separaciones y abandonos; somos también más infelices desde el punto de vista sexual”, asegura esta madre de 4 hijos y mujer políticamente incorrecta.

Además, no dudó en recordar que “a veces la Iglesia se avergüenza de una encíclica  que causa felicidad”. Esta italiana, autora de libros que generaron una enorme polémica como Cásate y sé sumisa o Cásate y da la vida por ella habla con meridiana claridad sobre la mujer, la sexualidad, el papel de la Iglesia y la cultura actual en esta interesante entrevista en La Nuova Bussola Quotiana:

-Precisamente en el momento en que usted defiende desesperadamente la Humanae Vitae, una gran parte de la Iglesia parece haber abdicado respecto a su enseñanza. ¿Cómo se lo explica?

- Hace 50 años, cuando el resultado magnífico y progresivo de la anticoncepción había seducido a muchos, tal vez se podía entender una cierta timidez. Sin embargo, hoy tenemos que ajustar cuentas con los escombros de una sexualidad desordenada, en la que los anticonceptivos son algo habitual. Madres que hacen que sus hijas, en cuanto se han desarrollado, compren la píldora para que estén "preparadas"; pobres chicos, apenas adolescentes, a los que en los primeros cursos de la ESO se les enseña cómo ponerse un preservativo. Tal vez hayamos evolucionado mucho, pero no me parece ver mucha felicidad a mi alrededor, ni siquiera desde el punto de vista sexual.

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- ¿Por este motivo ha hablado de "venganza" de la Humanae Vitae?

- Sí. Y no hablo de las consecuencias sociales de la mentalidad anticonceptiva, si bien el descenso del índice de natalidad es evidente. Hablo de lo que me interesa de verdad: la felicidad de las personas.

- Quien no se niega a hablar del descenso del índice de natalidad es el mundo progresista, para el cual la respuesta al invierno demográfico existe: la inmigración.

- El tema de la inmigración es complejo y no creo que pueda dominarlo. Ciertamente, lo que veo en Roma, llena de campamentos salvajes y calles que son letrinas a cielo abierto, no es acogida. No creo que Jesús hablara de esto cuando dijo "era forastero y me acogisteis". La acogida hay que hacerla de manera organizada y, sobre todo, digna.

- Decía que a usted le interesa la felicidad de las personas...

- Todos podemos ver el empobrecimiento. Las familias que resisten son cada vez menos; menos aún son las que tienen hijos. Sin hablar de la fragilidad afectiva de los jóvenes, muchos de los cuales son hijos de parejas separadas. Tenemos que decirnos la verdad: la aparición de la píldora ha traído consecuencias enormes, tal vez ha sido el acontecimiento más peligroso de la modernidad. Si tenemos corazón no podemos cerrar los ojos ante estas ruinas.

- Usted ha hecho un llamamiento a las lectoras de su blog, invitándolas a que cuenten su verdad sobre la encíclica. ¿Cómo surgió la idea?

- En la Gregoriana oí hablar a don Maurizio Chiodi de la "obligación de utilizar los anticonceptivos" (le aseguro que oí toda esa relación), mientras que no oí nada sobre la belleza de la que son testimonios las personas que intentan vivir la Humanae Vitae. Digo intentan porque se puede caer para, después, volver a levantarse.

- Como la encíclica de Pablo VI no ha sido acogida, por este motivo debería ser, por lo menos, "replanteada". Usted sostiene que esta es la posición más o menos oficial de no pocos moralistas.

Sin embargo, tengo muchos amigos que han construido su vida basándose en la enseñanza de la Iglesia. Esta enseñanza es, para ellos, carne, se han agarrado a ella y se han fiado. Visto que a nivel teológico no podía replicar a un profesor de la Pontificia Academia para la Vida, he pedido a las personas que cuenten su historia.

- ¿Cuál ha sido el resultado del llamamiento a sus lectoras?

Una miríada de testimonios conmovedores. Parejas casadas desde hace decenios que aún se desean porque haber educado el corazón a la espera, al respeto, es algo que ayuda al deseo, también al sexual. El verdadero amor es lo contrario de la posesión. Se necesita una manera totalmente nueva de vivir la relación, que hay que entregar al corazón de Dios, como diciendo: "Somos tus aliados". A partir de ese momento, Dios combatirá al lado de los esposos. Pero si estos ponen una barrera entre ellos y Dios, Él, que respeta nuestra libertad hasta el fondo, no interviene.

- En su opinión, ¿es verdaderamente esta barrera, este "hacerlo solos", la causa de este empobrecimiento afectivo imperante?

- ¡Ciertamente! Como de costumbre, el enemigo ha conseguido que se acepte la idea exactamente contraria, es decir, que la Humanae Vitae es una prisión, que los otros se divierten y tú no… Lo que podemos oponer a esta falsa vulgata son los relatos de las personas, que concuerdan en decir que lo que hace feliz es la apertura a la vida. Los testimonios más eficaces son los de quienes han vivido ambos modos de vivir la sexualidad. Muchos, tal vez por miedo a tener hijos, han confesado que durante un periodo han utilizado la anticoncepción, y que se dieron cuenta enseguida que su relación afectiva se resentía peligrosamente.

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- Todo cierto, porque después de todo son historias verdaderas. Sin embargo hoy, en lo que respecta a la anticoncepción, domina el mantra del "que mal hay [en utilizarla]". ¿Qué hacemos?

Quien no tiene un camino de fe serio no consigue comprenderlo, y se puede perdonar; pero que un sacerdote aconseje la anticoncepción en una conferencia, esto no. Es como entrar en un bar en el que ya todos están borrachos y decir que se puede beber una copita de vez en cuando. ¡Pero si ya hacen todos lo que quieren! El problema es que la Iglesia a veces se avergüenza de Cristo, "es la cortesana de la historia", como decía don Giussani; siente vergüenza de anunciar algo tan totalmente ajeno al modo de sentir común.

-¿Quiénes son esos desvergonzados que aún no se adecuan al pensamiento único dominante?

- Quienes intentan vivir una relación auténtica con el Señor. Estas personas, que no son pocas, saben que todo, cualquiera de nuestros gestos, tiene que ver con Él. San Pablo lo explica muy bien: "Así pues, ya comáis, ya bebáis o hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para gloria de Dios". ¿Realmente podemos pensar que el acto más significativo de la unión conyugal, la relación sexual, puede evitar esta relación vivificante sin perder valor de alguna manera?

- ¿Qué significa exactamente para un creyente vivir la anticoncepción como praxis?

- Significa decir: "No permito que Dios se entrometa en mi vida hasta ese punto". Significa dejar fuera a Dios, creador del cielo y de la tierra, de la relación. Esto empobrece la relación entre los esposos, haciendo que sea muchísimo más frágil. Cuando Cristo mora en la relación esta es verdaderamente otra cosa, la transfigura.

- "El céntuplo aquí abajo", este es el título de su relación en el Congreso sobre la Humanae Vitae. ¿Nos lo explica?

- Quiero hacer una premisa. La apertura a la vida es también muy conveniente desde un punto de vista humano. En resumen, el preservativo disminuye el placer y la píldora es muy perjudicial. Además de la retención de líquidos, cuyas consecuencias para nosotras, las mujeres, no es poca cosa, la píldora altera todo el equilibrio femenino, que es un equilibrio de piel, uñas, cabellos, apetito y, sobre todo, humor. Aunque tal vez la cosa más grave sea que la píldora, en el 1% de los casos, puede no impedir la concepción, sino sólo la anidación. Estamos, por lo tanto, ante un aborto, inconscientemente, pero siempre aborto. En cualquier caso, para la mujer la píldora no es nada conveniente, es una verdadera violencia.

- La alternativa son los métodos naturales, que siempre han sido despreciados.

- Equivocándose muchísimo. Lo que se pide con los métodos naturales es sólo un poco de paciencia para conocerse. Por otra parte, como recordaba también el cardenal Eijk en el Congreso, el periodo "peligroso" es tan corto… Y si se quiere estar verdaderamente seguro, se alarga hasta llegar a cinco días. Abrirse a la vida conviene, por lo tanto, desde todos los puntos de vista: humano (libertad y placer máximo porque no hay barreras), médico (adiós a los estallidos de ira y a los dolores de cabeza) y, aunque es el último de mis pensamientos, ecológico. Por consiguiente, el céntuplo aquí abajo. 

- ¿Cómo ha influido la mentalidad anticonceptiva en el hombre?

- Desde siempre, el deseo sexual del hombre ha representado un gran impulso para construir un proyecto, para arremangarse y buscar un trabajo para formar una familia. Si el hombre puede tener sexo "gratis", es decir, sin compromiso, sin necesidad de invertir en una relación, tiende claramente a bajar el nivel. "¿Por qué comprar la vaca si puedes tener leche gratis todos los días?", Paul Newman puede parecer brutal, pero dice la verdad. La anticoncepción como hábito mental ha influido mucho en el deseo del hombre de entregarse, de dar la vida, de invertir en algo estable. Y la primera que ha sufrido esto es la mujer.

- ¿Por qué?

- Ante todo, por la promiscuidad: no ser elegida de manera exclusiva deprime y causa dolor. Y, después, por un motivo banalmente biológico. Mientras el hombre puede tener hijos incluso a los 70 años, pienso en Charles Chaplin (otra cosa muy distinta es si consigue tenerlo en brazos), la mujer, en un determinado momento, agota su tiempo de fertilidad. Me viene a la memoria la charla que tuve hace algunos días con una cajera…

- ¿Qué le dijo?

- Mientras me contaba que no tenía hijos "porque no tengo tiempo, tengo que trabajar y pagar a la persona que me limpia la casa", un pensamiento me angustiaba: lo han conseguido, nos han convencido que doce horas trabajando en la caja de un supermercado es mejor que estar en casa con un marido e hijos. ¿Cómo hemos llegado a este engaño? ¿Cuándo ha sucedido exactamente?

- En el corazón de la Brescia montiniana ha afirmado que "es tarea de las mujeres defender la profecía que la Iglesia nos ha hecho".

- Sí, creo que el anuncio de la Iglesia, confirmado por Humanae Vitae, sólo puede ser defendido por las mujeres. Esas mismas mujeres que aún hoy siguen exultando por la victoria irlandesa sobre el aborto, que se quejan de los hombres, que compran 600.000 cajas de píldoras del día después para abortar solas en casa. Tras estos 50 años de experimentos in corpore vivo es importante volver a ayudar a los hombres a hacer cosas grandes, a elevar el nivel de la felicidad, a soñar y a construir. Es tarea de las mujeres jóvenes anunciar al hombre la grandeza y la belleza de las que puede ser capaz.

(Traducción de Helena Faccia Serrano)

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