El Vaticano pide «consenso» a Pekín a la vez que convalida sus nombramientos unilaterales de obispos
Este sábado, el Papa nombró obispo de Shanghai a José Shen Bin, de 53 años, transfiriéndolo desde la sede de Haimen, que ocupaba desde 2010. Una noticia cuya relevancia estriba en que monseñor Shen Bin ya había sido trasladado unilateralmente de diócesis en abril por el gobierno comunista chino. La Santa Sede convalida así un nombramiento que viola el acuerdo -de contenido aún secreto- firmado en 2018 por el Vaticano y Pekín.
Una entrevista "inusual"
El cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, quiso dar explicaciones al respecto a través de una entrevista que difundió el Vaticano y que el padre Gianni Criveller, misionero del PIME [Pontificio Instituto Misiones Extranjeras] y sinólogo, considera "inusual" y, por sus características, "es una declaración en toda regla, sin llegar a ser formal y oficial".
El cardenal Parolin, informa Vatican News, hace en ella balance de las relaciones entre China y la Santa Sede "en torno al Acuerdo provisional que rige el nombramiento y traslado de los obispos en el país asiático desde septiembre de 2018, y renovado en 2020 y 2022".
El purpurado recuerda que dicho Acuerdo prevé "consenso" en decisiones como el traslado del obispo Shen Bin, en la que el Papa no participó, aunque fue informado por el gobierno. El "principio fundamental" que debe respetarse en las relaciones bilaterales, entiende el Vaticano, es que las decisiones deben tomarse por consenso.
Ya un mes antes de la última renovación del Acuerdo, Pekín instaló al obispo de Yujiang, Juan Peng Weizhao, como auxiliar de la diócesis de Jiangxi, no reconocida por la Santa Sede, que acogió el hecho con "sorpresa y pesar".
En el nuevo caso planteado, Francisco, explica Parolin, ha querido "sanar la irregularidad canónica" de Ben Shin por el "mayor bien de la diócesis", y por eso ha hecho oficialmente un nombramiento que ya existía de facto por voluntad autónoma de las autoridades comunistas.
Esta forma de proceder, afima el secretario de Estado, "parece despreciar el espíritu de diálogo y cooperación establecido entre el Vaticano y la parte china a lo largo de los años y que ha encontrado un punto de referencia en el Acuerdo". Hay otras "cuestiones pendientes" relativas a dos obispos auxiliares (Thaddeus Ma Daqin, aún detenido, y Joseph Xing Wenzhi, jubilado) que requieren una "solución justa y sabia", añade el Vaticano.
El cardenal Parolin se ha sentido en la necesidad de dar explicaciones a los católicos chinos y del mundo entero ante esta convalidación por la Santa Sede de la nueva violación por Pekín del acuerdo secreto firmado en 2018.
"Es indispensable", insiste Parolin, "que todos los nombramientos episcopales en China, incluidos los traslados, se hagan consensuadamente, según lo acordado, y manteniendo vivo el espíritu de diálogo entre las partes. Juntos debemos evitar situaciones de discordia que creen desacuerdos y malentendidos".
Otras cuestiones pendientes
Siguen pendientes de discusión entre los dos estados tres asuntos, abundó el cardenal:
-la creación de una conferencia episcopal "para implicar a los obispos en la dirección de la Iglesia en China";
-la comunicación de los obispos chinos con el Papa, "indispensable para una comunión efectiva, sabiendo que todo esto pertenece a la estructura y a la doctrina de la Iglesia católica, que las autoridades chinas siempre han dicho que no quieren alterar";
-y la evangelización, lastrada por "demasiadas sospechas" que la "frenan y obstaculizan"; los católicos chinos, afirma el secretario de Estado, "incluso los definidos 'clandestinos', merecen confianza porque desean sinceramente ser ciudadanos leales y ser respetados en su conciencia y en su fe".
El problema de fondo: la "sinización"
"He querido conceder esta entrevista", explica Parolin, "porque los fieles católicos, no sólo los de China, tienen derecho a estar debidamente informados". Y añade: "Los obstáculos que se ponen en el camino minan la confianza y restan energía positiva. Sin embargo, las razones para el diálogo me parecen aún más fuertes".
Por ello propone a Pekín la apertura de una oficina de enlace estable de la Santa Sede en China, que "no sólo favorecería el diálogo con las autoridades civiles, sino que también contribuiría a la plena reconciliación en el seno de la Iglesia china y a su camino hacia una deseable normalidad".
Pero, se pregunta el padre Criveller, "¿puede una oficina resolver lo que, por parte de China, parece ser una decisión estratégica concreta: proceder unilateralmente a una política religiosa cada vez más caracterizada por el nacionalismo de la 'sinización'? Creemos que no es tanto la falta de instrumentos de enlace como la falta de sincera voluntad de diálogo por parte de las autoridades chinas lo que hace todo tan difícil. Y es difícil imaginar que el de Shanghai vaya a ser el último episodio unilateral, aunque esto sea dramáticamente deseable".
En efecto, la sede de Shanghai llevaba diez años sin obispo, tras el fallecimiento en 2013 de monseñor Aloysius Jin Luxian, y a los dos obispos auxiliares las autoridades les impiden ejercer su ministerio, permaneciendo uno de ellos, Thaddeus Ma Daqin, bajo arresto domiciliario en el seminario de Sheshan.
Pese a todo, y aunque con un obispo objeto de polémica, la diócesis empieza ahora, concluye el misionero del PIME, "un nuevo capítulo difícil e incierto de su camino".