Francisco considera «el mejor hermeneuta del Vaticano II» al gran rival de la Escuela de Bolonia
"Nadie esperaba del Papa una valoración semejante, y sin embargo ha llegado": así comienza Sandro Magister, en su blog de este jueves, el relato de un hecho "clamoroso" protagonizado por Francisco al considerar a Agostino Marchetto como "el mejor hermeneuta del Concilio Vaticano II".
El pasado 12 de noviembre se presentó en los museos capitolinos de Roma un volumen homenaje (Primado pontificio y episcopado, publicado por la Libreria Editrice Vaticana) al arzobispo Agostino Marchetto, de 73, años, diplomático vaticano, obispo desde 1985 y antiguo secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes. Es, además, uno de los grandes defensores de la "hermenéutica de la continuidad" propuesta por Benedicto XVI como criterio de interpretación del Concilio Vaticano II, y un gran admirador de Romano Amerio (19051997), lo que le llevó a participar en 2007 en un congreso consagrado a la figura de este pensador suizo, autor del célebre ensayo Iota Unum. Estudio sobre las transformaciones de la Iglesia católica en el siglo XX.
Ese año, Amerio, hasta entonces un autor influyente en la sombra pero silenciado en público, fue reivindicado desde las páginas de L´Osservatore Romano. Al mismo tiempo, monseñor Marchetto se batía el cobre con la denominada Escuela de Bolonia, según la cual "los elementos prioritarios del Concilio Vaticano II no son sus textos, sino el acontecimiento en sí mismo", resume Magister: "El verdadero Concilio es", según esta escuela, "el ´espíritu´ del Concilio, no reductible, sino inconmensurablemente superior a la ´letra´ de sus documentos".
Frente a esa visión, a la que se adscriben los sectores progresistas, Marchetto, "su bestia negra y su crítico más irreductible" -afirma Magister-, mantuvo siempre la posición ratzingeriana que sitúa al Vaticano II en línea con la Tradición y con los Concilios anteriores.
La carta y el elogio inesperado
Pues bien, en dicho acto se leyó una carta, fechada el 7 de octubre y dirigida por el Papa Francisco a monseñor Machetto, en la cual le reconoce "su amor a la Iglesia, un amor leal y al mismo tiempo poético. La lealtad y la poesía no son objeto de comercio: no se compran ni se venden, son simplemente virtudes arraigadas en un corazón de hijo que siente a la Iglesia como Madre; o, para ser más preciso y decirlo con aire de familia ignaciano, como ´la Santa Madre Iglesia jerárquica´. Este amor usted lo ha manifestado de muchas formas, incluso corrigiendo un error o imprecisión por mi parte -y se lo agradezco de corazón-, pero sobre todo se ha manifestado en toda su pureza en sus estudios sobre el Concilio Vaticano II".
Y llega entonces la frase decisiva: "Una vez le dije, querido monseñor Marchetto, y hoy deseo repetirlo, que le considero el mejor hermeneuta del Concilio Vaticano II. Sé que es un don de Dios, pero sé también que usted lo ha hecho fructificar. Le agradezco todo el bien que nos hace con su testimonio de amor a la Iglesia, y pido al Señor que le sea recompensado abundantemente".
La polémica entre partidarios y detractores de la Escuela de Bolonia ha dado lugar a un intenso debate intelectual entre los católicos italianos desde principios del siglo XXI, en particular durante el pontificado de Benedicto XVI. El respaldo "clamoroso" a monseñor Marchetto obliga a los boloñeses, según Magister, a poner las banderas a media asta.
El pasado 12 de noviembre se presentó en los museos capitolinos de Roma un volumen homenaje (Primado pontificio y episcopado, publicado por la Libreria Editrice Vaticana) al arzobispo Agostino Marchetto, de 73, años, diplomático vaticano, obispo desde 1985 y antiguo secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes. Es, además, uno de los grandes defensores de la "hermenéutica de la continuidad" propuesta por Benedicto XVI como criterio de interpretación del Concilio Vaticano II, y un gran admirador de Romano Amerio (19051997), lo que le llevó a participar en 2007 en un congreso consagrado a la figura de este pensador suizo, autor del célebre ensayo Iota Unum. Estudio sobre las transformaciones de la Iglesia católica en el siglo XX.
Ese año, Amerio, hasta entonces un autor influyente en la sombra pero silenciado en público, fue reivindicado desde las páginas de L´Osservatore Romano. Al mismo tiempo, monseñor Marchetto se batía el cobre con la denominada Escuela de Bolonia, según la cual "los elementos prioritarios del Concilio Vaticano II no son sus textos, sino el acontecimiento en sí mismo", resume Magister: "El verdadero Concilio es", según esta escuela, "el ´espíritu´ del Concilio, no reductible, sino inconmensurablemente superior a la ´letra´ de sus documentos".
Frente a esa visión, a la que se adscriben los sectores progresistas, Marchetto, "su bestia negra y su crítico más irreductible" -afirma Magister-, mantuvo siempre la posición ratzingeriana que sitúa al Vaticano II en línea con la Tradición y con los Concilios anteriores.
La carta y el elogio inesperado
Pues bien, en dicho acto se leyó una carta, fechada el 7 de octubre y dirigida por el Papa Francisco a monseñor Machetto, en la cual le reconoce "su amor a la Iglesia, un amor leal y al mismo tiempo poético. La lealtad y la poesía no son objeto de comercio: no se compran ni se venden, son simplemente virtudes arraigadas en un corazón de hijo que siente a la Iglesia como Madre; o, para ser más preciso y decirlo con aire de familia ignaciano, como ´la Santa Madre Iglesia jerárquica´. Este amor usted lo ha manifestado de muchas formas, incluso corrigiendo un error o imprecisión por mi parte -y se lo agradezco de corazón-, pero sobre todo se ha manifestado en toda su pureza en sus estudios sobre el Concilio Vaticano II".
Y llega entonces la frase decisiva: "Una vez le dije, querido monseñor Marchetto, y hoy deseo repetirlo, que le considero el mejor hermeneuta del Concilio Vaticano II. Sé que es un don de Dios, pero sé también que usted lo ha hecho fructificar. Le agradezco todo el bien que nos hace con su testimonio de amor a la Iglesia, y pido al Señor que le sea recompensado abundantemente".
La polémica entre partidarios y detractores de la Escuela de Bolonia ha dado lugar a un intenso debate intelectual entre los católicos italianos desde principios del siglo XXI, en particular durante el pontificado de Benedicto XVI. El respaldo "clamoroso" a monseñor Marchetto obliga a los boloñeses, según Magister, a poner las banderas a media asta.
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