Burke y Brandmüller piden a los obispos de la cumbre de los abusos que no callen «la raíz del mal»
En una carta abierta publicada por L'homme nouveau y dirigida " los presidentes de las conferencias episcopales", los cardenales Raymond Leo Burke y Walter Brandmüller les animan a que, en la cumbre sobre los abusos que tendrá lugar en el Vaticano del 21 al 24 de febrero, "hagan escuchar su voz y proclamen la integridad de la doctrina de la Iglesia".
He aquí el texto completo de la carta:
Carta abierta a los presidentes de las conferencias episcopales
Estimados Hermanos, Presidentes de las Conferencias Episcopales:
¡Nos dirigimos a vosotros con profunda aflicción!
El mundo católico está desorientado y se plantea una pregunta llena de angustia: ¿hacia dónde está yendo la Iglesia?
Ante la deriva que está en marcha, parece que el problema esté reducido al de los abusos de menores, un crimen horrible, sobre todo cuando quien lo perpetra es un sacerdote, pero que, sin embargo, es sólo parte de un crisis mucho más amplia. La plaga de la agenda homosexual se ha extendido dentro de la Iglesia, fomentada por redes organizadas y protegida por un clima de complicidad y silencio. Las raíces de este fenómeno se encuentran, es evidente, en esa atmósfera de materialismo, relativismo y hedonismo en la que la existencia de una ley moral absoluta, es decir, sin excepciones, es puesta en discusión abiertamente.
Se acusa al clericalismo por los abusos sexuales, pero la responsabilidad primera y principal del clero no es el abuso de poder, sino el haberse alejado de la verdad del Evangelio. La negación, también pública, con palabras y hechos, de la ley divina y natural, es la raíz del mal que corrompe determinados ambientes de la Iglesia.
Ante esta situación, hay cardenales y obispos que permanecen en silencio. ¿También vosotros permaneceréis en silencio con ocasión de la reunión convocada en el Vaticano el próximo 21 de febrero?
Formamos parte de quienes, en 2016, interpelaron al Santo Padre sobre los “dubia” que dividían a la Iglesia tras las conclusiones del Sínodo sobre la familia. Hoy, esos “dubia” no sólo no han recibido aún respuesta, sino que son también parte de una crisis de fe más general. Por tanto, os animamos a elevar vuestra voz para salvaguardar y proclamar la integridad de la doctrina de la Iglesia.
Rezamos al Espíritu Santo para que ayude a la Iglesia e ilumine a los pastores que la guían. Es urgente y necesario un acto resolutorio. Confiamos en el Señor, que prometió: “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 20).