Beato Juan Domingo Banchetti, cardenal dominico.
Apasionado del arte, pero del pío.
Beato Juan Domingo Banchetti, cardenal dominico. 10 de junio.
Nació en Florencia, en 1376, en una familia de orígenes humildes. Gracias a la caridad de algunos clérigos pudo estudiar algunos rudimentos de las letras, aunque en su infancia padeció porque tartamudeaba y le costaba repetir lo aprendido, por lo cual era considerado lerdo y de pocas luces. En 1394 tomó el hábito dominico en Santa María de Novella, en la misma Florencia. Tal vez fuera la incapacidad de repetir verbalmente lo que oía, lo que ejercitó su memoria, de tal modo que aprendía fácilmente la filosofía, latín, artes. En poco tiempo fue un alumno aventajado y celebrado por sus maestros. Y, quien sabe, si esta confianza de los demás, junto a la inestimable gracia de Dios, hizo que su tendencia al tartamudeo desapareciera. Más que eso, sería un predicador elocuentísimo.
Estudió en la Universidad de París, donde terminó la Teología, con excelentes resultados y sendos elogios de sus maestros. en esta época escribió varios tratados teológicos y algunos comentarios a las Escrituras. Su primera misión apostólica fue la enseñanza de la teología en Venecia, a la par de la predicación, ejercicio que mantuvo durante doce años. Probadas sus virtudes por parte de sus superiores, fue elegido prior del prestigioso convento de Santa María Novella de Florencia, donde él mismo había profesado 15 años antes. Su actividad predicadora en Florencia fue activísima, con gran fruto de numerosas conversiones. Tanto sería que se dice que terminando de predicar en Génova San Vicente Ferrer (5 de abril, segundo lunes de Pascua 17 y 18 de noviembre en Juchitán; 13 de junio, invención de las reliquias, 29 de octubre, traslación de las reliquias), le rogaron unos florentinos que fuera a su ciudad a predicar, y él les contestó: "No hay motivo de por qué yo vaya a Florencia; pues en ella predica de ordinario un predicador a quien, si no creen, no creerían aunque vinieran a predicarles los ángeles desde el otro mundo".
También fue Juan Dominici prior del convento de Fiésole, y en esta función recibió en la Orden a San Antonino de Florencia (2 y 10 de mayo), quien a los 15 años se decidió a abandonar el mundo. Juan no creía que aquel niño tan poco curtido pudiera seguir las renuncias de la vida religiosa, por lo que, para dilatar su entrada, le preguntó sobre a cuales tipos de estudios le interesaría dedicarse en el futuro, y el jovencito le respondió: "A los decretos de los Sumos Pontífices tal como se hallan coleccionados en el libro de las Decretales". La respuesta de Juan fue: "Ea, pues, hijo, ve por ahora a casa, que yo te prometo recibirte cuando te sepas todo ese libro", pensando que esto le llevaría años y si volvía a pedir el hábito, ya sería más hombre. Pero he aquí que Antonino se empeñó tanto en el estudio, que al año siguiente ya podía repetirla y analizarla sin esfuerzo. Vencido, Juan le envió a Cortona, donde le recibió encantado el Beato Lorenzo de Ripafratta (27 de septiembre), y le admitió a la Orden.
Juan Dominici fundó varios conventos de frailes y uno de monjas en Venecia, obra que amó toda su vida, estando muy pendiente de la observancia de las monjas, a las que llamaba “muy hijas suyas”. Además, se preocupó por el mantenimiento material y espiritual de los conventos de frailes, reformando siempre que era necesario, para que se cumpliera la Regla en toda su extensión. Fue gran colaborador del Beato Raimundo de Capua (5 de octubre) en esta labor de celo por la observancia. Fue un apasionado del arte, como hombre culto, pero fue muy crítico con las veleidades del arte renacentista, al que consideraba poco apropiado para las iglesias. Como contraparte promovió el arte sacro y que los frailes se formaran en el arte de la pintura. Tal vez por ello en su convento de Fiésole tomó el hábito el insuperable pintor dominico Beato Fra Angelico (18 de febrero).
Juan fue también prolífico escritor, apologeta y diplomático. Durante el Cisma de Occidente fue un decidido defensor de los verdaderos papas, los de Roma, criticando con acidez a los antipapas y a los prelados que les apoyaban. En 1408 el Papa Gregorio XII lo nombró Arzobispo de Ragusa, actual Dubrovnik y cardenal de la Santa Iglesia. Fue Legado Papal entre 1414 y 1417 y su acción fue definitiva para lograr la abdicación del mismo papa en aras de terminar el Cisma. El nuevo papa, ya único, Martín V, también tuvo muy cerca de sí a Juan Domingo, y le envió como Inquisidor Mayor para alcanzar la rendición y la conversión de los herejes husitas Bohemia y Hungría, pero poco pudo hacer, pues los husitas estaban exaltados por la ejecución de Juan Huss y el rey Wenceslao temía ejercer más mano dura contra los herejes.
Entonces Juan se fue a Hungría, en otra misión de legacía, pero a los pocos días de llegar murió de unas fiebres terribles, el 10 de junio de 1419. Los Religiosos Humillados de San Pablo, fundados en esta ciudad, acogieron con veneración el cuerpo del santo fraile, a quien debían la aprobación papal de su Orden, que el santo les llevó en su viaje. En aquella iglesia se veneran aún sus reliquias. Juan Dominici nunca fue beatificado oficialmente, pero en 1832 la Sagrada Congregación de Ritos aprobó su culto inmemorial y concedió a los dominicos celebrar su memoria litúrgica.
Fuentes:
-"Sacro Diario Dominicano". FR. FRANCISCO VIDAL. O.P. Valencia, 1747.
-Vidas de los Santos. Tomo VI. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
A 10 de junio además se celebra a:
Santos Getulio y compañeros mártires.
Beato Bardo de Maguncia, obispo.
San Landeric de París, obispo.
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