Santa Áurea, virgen.
Vislumbró su premio y hacia él caminó.
Santa Áurea, virgen. 11 de marzo.
Nació Áurea (u Oria) en Villavelayo, en 1043, luego de las fervientes oraciones de sus padres García y Amuna, quienes luego de muchos años de matrimonio no lograban concebir. Al fin Dios les regaló a Áurea quien, desde niña, mostró grandes cualidades y un gran apego a las cosas de Dios. En 1052, siendo una niña, renunció a toda vanidad y adorno, en aras a preservar su alma pura. Ayunaba, oraba y se disciplinaba siempre que podía. Era muy dadivosa con los pobres y muy poco dada a complacerse a sí misma. Vestía un sencillo vestido y bajo este una túnica áspera para macerar sus carnes.
Cuando llegó a la edad de matrimonio, sobre los 15 años, Áurea decidió renunciar al mundo y tomar el velo monástico en un monasterio que estaba muy cerca del monasterio masculino de San Millan de la Cogolla, el cual ella había visitado muchas veces con sus padres. Los monjes dirigían aquel recinto de vírgenes, por ello fue su abad quien aceptó a Áurea a pesar de su corta edad. En el claustro la jovencita se mostró como una monja avanzada. Era obediente, humilde, callada y atenta a las necesidades de las hermanas. Incluso se dice que obró algunos milagros al orar o tocar a algún enfermo.
Tuvo una oración altísima, gustando por ello de numerosos consuelos celestiales. En una Octava de Navidad, siendo la memoria de Santa Eugenia (25 y 27 de diciembre), se le aparecieron Santa Águeda (5 de febrero), Santa Cecilia (22 de noviembre) y Santa Eulalia (10 de febrero), quienes le revelaron la gloria que Cristo le tenía preparada en el cielo como a una de sus más amadas esposas. Le mostraron una escala por donde se veían las almas que subían al cielo, y a ella misma la llevaron a la gloria, donde Áurea vio los coros angélicos y una radiante luz, que era Dios mismo. Al terminar la visión Áurea redobló sus penitencias y privaciones, para ser digna de aquello que Jesús le tenía dispuesta. El poema escrito sobre la santa por Berceo hace una hermosa alusión a la presencia de las vírgenes como palomas, por lo que la paloma ha pasado a ser un atributo iconográfico de Áurea.
En octubre de 1069 se le apareció la Santísima Virgen, para revelarle que ya era llegado el tiempo en que fuera a gozar del premio de sus virtudes, aunque antes debía padecer una enfermedad para acrisolar su alma. Áurea se mostró dispuesta, y de hecho, tuvo una larga dolencia durante meses, la cual soportó con gran entereza hasta el día de su subida al cielo, el 11 de marzo de 1070. Fue sepultada en el monasterio de San Millán, junto a la puerta de la iglesia.
Fuente:
-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los dias del año". Marzo. P. JUAN CROISSET. S.J. Barcelona, 1862.
A 11 de marzo además se celebra a
San Jorge el Sinaíta, abad.
Santa Rosina de Wenglingen, virgen y mártir.