Santos Germán y Randoald, de Granfeld, mártires.
Recibieron el premio a sus buenas obras.
La biografía de Germán la escribió el monje Boboleno, a partir de los testimonios de los monjes Chadoald y Aredio, quienes conocieron personalmente al santo.
Germán nació en una familia noble de Tréveris. Fue discípulo de San Modoald (12 de mayo). Fue eremita en Berg, y posteriormente vivió como cenobita junto a San Arnulfo (18 de julio), antiguo obispo de Metz , cuando este renunció a su sede. En 641 Germán tomó el hábito monástico en el monasterio de Luxeuil, fundado por San Columbano (23 de noviembre), siendo San Walbert (2 de mayo) el abad. Allí estaba en paz cuando el Duque Gondwin de Basilea ofreció unas tierras a Walbert para que fundara un monasterio en Granfelden. Walbert aceptó y comisionó a Germán para ser el fundador. El monasterio se fundó y pronto floreció en numerosas vocaciones por la santidad y erudición de sus miembros.
Cuando Gondwin falleció, el ducado pasó a su hijo Bonifacio, y de este a un pariente llamado Atticho. Este no tenía nada de lo piadoso del Duque fundador, sino que era un hombre pendenciero, injusto y amante de reprimir y atemorizar a sus súbditos. Sobre 660 había dilapidado casi todos su bienes, por lo que gravó al pueblo con un nuevo impuesto, gravando además a la Iglesia y expoliando a varios monasterios. El pueblo se rebeló y se organizó un "ejército" contra Atticho, quien respondió con crueles invasiones a los poblados donde habían quedado las mujeres y los niños.
Atticho logró acorralar a la mayoría de los rebeldes en un cañón entre montañas, donde pensaba atacarlos con sus mercenarios, los feroces allamanni. Sabiendo esto, Germán y su prior, Randoald (de quien no se tienen más datos), fueron en defensa de los rebeldes, para implorar el perdón a Atticho. Tomaron una cruz y santas reliquias, a las que encomendaban su misión. Cuando llegaron al cañón, los allamanni se burlaron de ambos monjes y les apalearon. Aún así, Germán y Randoald lograron llegar a Atticho, quien los recibió en la Basílica de Courtetelle, como si de un prelado se tratara. Germán se encaró al malvado y le dijo: "¡Eres un enemigo de Dios y de la justicia que se atreve a atacar a cristianos inocentes!" Atticho, viéndose interpelado ante sus consejeros y nobles, que ya le tenían ojeriza, prometió reparar el daño que había cometido y tendió su mano a Germán, como signo de sellar una promesa. Pero Germán le respondió que no pensaba tocar una mano cubierta de sangre como la suya hasta que se hubiera purificado de sus pecados.
El tirano esperó que los santos se fueran y en secreto mandó quemar los poblados cercanos a Courtetelle. Al saberlo Germán, hizo una oración por todos aquellos que padecían, y ofreció su vida por la de los aldeanos. Cuando volvían al monasterio, un grupo de soldados de Aticcho les cercó y Germán les dijo: -"Hijos, no seáis culpables de un pecado tan grande hacia el pueblo". Pero los soldados no tenían escrúpulos y cayeron con sus picas sobre los dos religiosos. Mientras eran alanceados, Germán dijo a Randoald: -"Tranquilo, hermano, recibimos la recompensa por nuestras buenas obras". El martirio se sitúa entre 665 y 670.
Ambos santos fueron sepultados en medio del fervor popular, que les consideró mártires de la justicia. Su ejemplo dio fuerza a los enemigos de Aticcho, quien fue apresado y ajusticiado por sus crímenes.
Las reliquias de Germán y Randoald se veneran en Delémont, cerca de Basilea.
Fuentes:
-"Diccionario de los Santos" C. LEONARDI, A. RICCARDI Y G. ZIARRI. Ed. San Pablo. Madrid, 2000.
-Testigos de Ayer y Hoy. Página de Facebook.
A 21 de febrero además se celebra a
San Pedro Damiani, cardenal, Doctor de la Iglesia.
San Flaviano I de Antioquía, obispo.