Beato Odón de Novara, monje cartujo.
"Ya veo a mi Rey, ya estoy en su presencia..."
Beato Odón de Novara, monje cartujo. 14 de enero.
Nació en Novara, Lombardía, a finales del siglo XI. Fue de los primeros religiosos novicios en la Grand Chartreuse, y también fue parte del grupo de fundadores de la Cartuja de Seitz, Moravia. También participó en la fundación de la Cartuja del Piamonte.
Nos dicen que fue un religioso humilde, obediente y amante de la Regla. Por ello fue elegido como Prior de la Cartuja de Gyrio, Yugoslavia, en un difícil momento: el obispo Teodoro, que ambicionaba las tierras y el edificio de los cartujos, les hacía mucha guerra. La mansedumbre y recta intención de Odón calmaron un poco las cosas, pero el obispo se salió con la suya y, con ayuda del poder secular, expropió a los monjes de sus bienes. Entonces nuestro santo, luego de acomodar a sus monjes en otros monasterios, partió hacia Roma a exponer el caso ante el papa Clemente III. No se detuvo ni por su ancianidad, pues pasaba los 90 años. Mas sin embargo, en Roma tampoco halló solución al problema, pues el obispo era demasiado poderoso como para enfrentarse a él a causa de un monasterio. Entonces Odón renunció a su priorato en frente del mismo papa y se dispuso a pasar a la Cartuja del Piamonte que ya conocía.
Sin embargo, de camino pasó por la Cartuja femenina de Santos Cosme y Damián de Taglacozzo, donde Adhuisis, la abadesa, viendo sus prendas de prelado piadoso y observante, pidió al papa, pariente suyo, que nombrara a Odón como capellán y director espiritual de las monjas. Al mismo tiempo quedaba como superior de todo el clero beneficiado del monasterio. El santo acató la voluntad del papa y mandó se le construyera una pequeña celda junto a la clausura, ara allí vivir pobremente, en constante oración y lectura espiritual. Solo salía de su celda para celebrar la santa misa, o para confesar y predicar a las monjas. A pesar de su edad, Odón era un ejemplo de penitencia y austeridad para todos. Dormía en un colchón de sarmientos, trabajaba para no estar ocioso, no ser gravoso a las monjas y aún hacía caridad a los pobres. Ayunaba siempre que podía y se disciplinaba frecuentemente. Usaba un cilio pegado a las carnes que solo dejó de llevar tras su muerte.
Pronto la fama de santo del capellán de las cartujas traspasó los muros del monasterio y recorrió la península itálica. Muchos querían confesarse con él, tocarle o besarle las manos. Y no de balde, pues muchos milagros realizaba solo con estos pequeños gestos. Él mismo sanaba de sus dolencias luego de pedir a Dios sanara a otros, pues para sí mismo nada pedía. Incluso se dice que llegó a convertir agua en vino.
Pasaba, y bastante, de los 100 años, cuando tuvo revelación de que ya era la hora de cantar como el anciano Simeón, "Nunc Dimittis", y anunció a sus hijas espirituales que pronto las dejaría. Así, entrada la Epifanía del año 1200, recibió los Santos Sacramentos, dirigió su última plática espiritual y entró en éxtasis. El 13 de enero dijo a los que estaban presentes: - "Mañana a estas horas dejaré este mundo; os ruego en Nombre de Dios que no hagáis a mi cuerpo honra alguna particular, sino que con este mismo hábito que tengo puesto lo pongáis en la sepultura, y a la cabeza de ella una simple cruz de madera". Al día siguiente, habiendo muchos testigos, el santo Odón exclamó: - "Aguárdame, Señor, en buena hora; presto voy a Ti, mi descanso y mi gloria. Ya veo a mi Rey y Señor; ya estoy en su presencia". Entonces extendió los brazos y levantándolos un poco, parecía que su alma se iba con el cuerpo. Pero este cayó lentamente en el lecho, quedando con los ojos abiertos y resplandecientes, no opacos.
El cuerpo fue enterrado en el cementerio de los pobres, como el mismo había pedido. Sobre 1240 se elevó el cuerpo de la sepultura, dícese que porque el santo viejo se había aparecido tres veces a Oderisio, el Arcipreste de monasterio, pidiendo ser colocado en lugar de más honor. Pero no es algo que case con la humildad que siempre le caracterizó. Al abrir el sepulcro se le halló incorrupto, se le colocó en la iglesia monacal. Ese mismo año se instruyó un proceso de canonización que fue aprobada por Gregorio IX, pero nunca se le canonizó. No sería hasta 14 de junio de 1859 que el Beato Pío IX (7 de febrero) confirmaría su culto inmemorial.
Fuente:
"Santos y Beatos de la Cartuja". JUAN MAYO ESCUDERO. Puerto de Santa María, 2000.
A 14 de enero además se celebra a:
Santa Macrina la Anciana, viuda.
San Engelmar de Passau, eremita mártir.