Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

San José María de Yermo y Parrés, presbítero fundador.

"Los cobardes no conocen el camino de la paz"

San José María Yermo y Parrés.
San José María Yermo y Parrés.

San José María de Yermo y Parrés, presbítero fundador. 19 de septiembre.

Entre los ejemplos de santidad que México a dado a la Iglesia, resalta la figura de este hombre. Celoso sacerdote, fundador de una familia religiosa dedicada al aliviar la miseria física y espiritual de los más abandonados, un hombre confiado en la Providencia Divina.

Nuestro santo nació en la Hacienda de Jalmolonga, del municipio de Malinalco en el Estado de México,  el 10 de noviembre de 1851 y bautizado el mismo día. Sus padres, el abogado Dn. Manuel  de Yermo y Sobiñas, cuya familia venían de los Montes de Burgos radicados en México a finales del siglo XVIII; y Dña. María Josefa Parres, miembro de una de las familias más prestigiosas y acaudaladas del estado. La vida del pequeño José María estaría marcada con el sacrificio, por la muerte temprana de su madre a tan solo 50 días de nacido.

Con todo esto los primeros años del pequeño José María transcurriría tranquila y feliz, a pesar de los avatares políticos que convulsionan al país, siendo educado por su padre y su tía Carmen, contando con la ayuda de una nana y la abuela materna. De éstas,  le inculcan un fervor y piedad si llegar al fanatismo, al contrario, será una fe sincera y sencilla, cualidad que lo distinguiría toda su vida. Al principio de su educación básica es instruido por maestros particulares y después en una institución educativa dirigida por un militar, siendo un alumno sobresaliente, tanto que por sus brillantes estudios es premiado con la Medalla al Mérito por el efímero Emperador Maximiliano de Habsburgo, y también es llevado por su padre a un viaje a España a conocer a sus parientes. En esos años juveniles tuvo por compañero de estudios al poeta mexicano Juan de Dios Peza  cuya amistad sería  afianzada durante toda la vida, cuando José María murió llegó a decir: “fuimos amigos desde los 12 años de edad, 40 más o menos de trato fraternal sin una sola interrupción”.

Su profunda piedad y amor Dios desde edad temprana  se convertiría en la semilla de la vocación religiosa,  a la edad de 16 años ingresa a la Congregación de la Misión, (PP. Paúles), en la Ciudad de México, pero con las Leyes de Reforma, su formación será itinerante entre la ciudades de Jalapa, México, Guanajuato y Morelia. Hace sus primeros votos y sus superiores lo envían a París para tener una formación más solida a la Casa Generalicia de la Congregación, y así compenetrarse más de cerca, con el espíritu del Padre Fundador San Vicente de Paúl. De regreso al país se establece en la capital, como familiar del Arzobispo Don Antonio Pelagio de Labastida y Dávalos y también participa con sus hermanos de congregación en las misiones arquidiocesanas.

Contando con 25 años de edad, tiene una crisis religiosa, es dispensado de sus votos, deja la Congregación de la Misión y se incardina a la Diócesis de León, Guanajuato. Recibe la Ordenación Sacerdotal  el 24 de agosto de 1879, de manos del Obispo Dn. José de Jesús Diez de Sollano en la Catedral de León, bajo la mirada amorosa de la Nuestra Señora de la Luz, cuya imagen original se custodia en dicho recinto y a quien el Padre José María siempre le tuvo una tiernísima devoción.

Como sacerdote, empieza a promover en la ciudad episcopal la catequesis juvenil, y gracias a sus excelentes cualidades también desempeñó cargos de importancia como: Prosecretario y después Secretario de la Curia, Socio-Fundador y Secretario de la Academia Filosófico Teológico “Santo Tomás de Aquino” esta obra auspiciada por el Obispo Diez de Sollano en 1880; también fue propuesto ante el obispo como Sexto Capellán del Coro y Segundo Maestro de Ceremonias, (estos dos cargos siempre los conservaría durante toda su estancia en la Ciudad de León). Pero por una penosa enfermedad pulmonar lo apartó de una brillante carrera, y que logró superar gracias a una ancianita que con una infusión de hierbas curó al “padrecito”.

Tomando posesión de la Diócesis el nuevo obispo, Don Tomás Barón Morales, todos se sorprendieron cuando nombró al Padre José María, capellán de dos pobrísimos templos: el Calvario y Santo Niño. Sus compañeros animaron al sacerdote a declinar tal nombramiento pero nuestro santo al contrario mostro su obediencia y su gran humildad a su Prelado tomando las riendas de su pobre rebaño, Dios nunca se equivoca pues ahí le mostraría la mejor forma para santificarse.

Llega a tomar posesión el 11 de abril de 1885. La Capellanía del Calvario estaba situada en las orillas de la ciudad, esta comunidad lo acerca a los indigentes, enfermos, niños y ancianos. Ejerce su ministerio con gran celo pero habría un hecho que hará en él un cambio radical; yendo cierto día a la Iglesia del Calvario, ve una escena terrible: dos recién nacidos devorados por unos cerdos. Comprendió que la miseria humana y física del ser humano debía aliviarse lo más pronto posible y mediante acciones concretas, tal como lo había aprendido en la Escuela de “su” San Vicente de Paúl. Después de este hecho concibe una Casa de Acogida para los abandonados y necesitados. Con la autorización del Obispo pone manos a la obra, superando varias dificultades  y con el apoyo de cuatro valientes jóvenes funda en la Colina del Calvario el Asilo del Sagrado Corazón y sin pensar  también sería el inicio de una  nueva familia religiosa “Las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres”, este hecho recordado por todos fue el 13 de diciembre de 1885. Sus 4 primeras hijas  fueron: Clotilde Muñoz, Fausta Ojeda, Victoriana Gutiérrez y Pomposa Muñoz, también ayudado por el Dr. Gutiérrez.

Con solo tres años de haber asumido la responsabilidad de la Capellanía del Calvario, logró que fuera un Centro de Adoración Eucarística y de Caridad Cristiana vivida, poniendo en movimiento difusor la devoción al Sagrado Corazón de Jesús aumentando la Guardia de Honor en el humilde templo con varias personas de toda la Ciudad Leonesa. En esta Casa Madre con mil penurias, se asistía a todos pero también siendo el P. José María el promotor de todo esto contrajo grandes deudas económicas, los acreedores iban ante el obispo y éste busco una mejor solución para evitar nuevos endeudamientos, así que lo mejor sería enviar al P. Yermo a otro lugar después de pago a los quejosos. La Ciudad que acogería al Padre José María y toda su Obra sería Puebla de los Ángeles.

Antes de su partida a la Ciudad Angelopolitana, en la de León  sufre una gran inundación por el desbordamiento del Río Los Gómez en 1888, este panorama adverso  que se presenta ante el P. Yermo permite que desplegué su ardiente caridad, sobre todo con los más afectados: sus pobres. A nado cruza las calles, rescatando gente, entre agua y lodo pasa la noche, albergando en El Calvario más de 3000 personas. Tal heroísmo y desprendimiento de sí, captó la atención del propio Gobernador del Estado de Guanajuato el General Manuel González, quien le llamó y le dio el título de “Gigante de la Caridad”.

Llega a Puebla con sus religiosas el día 6 de Junio de 1889, acogido por el Obispo Francisco Melitón Vargas. Establece en la ciudad la Casa Generalicia y el Noviciado de la joven Congregación, mientras que la casa del Calvario de León quedó atendida por algunas hermanas, aunque el padre Yermo sufrió la separación de esta casa con el espíritu original, aunque poco años antes de su muerte tuvo el consuelo de ver de nuevo unido la comunidad madre al resto de su obra.

En 1891 es incardinado oficialmente Diócesis Angelopolitana, es perturbado por la candidatura a la dignidad episcopal  en ese mismo  año para la Diócesis de Tehuantepec y en 1893 para la sede de Cuernavaca, ambas las rechazó por no dejar a sus hijos pobres y abandonados.  Grande fue su alegría  cuando en 1895, se logró la Aprobación Diocesana de sus Hijas, las buenas intenciones que empezó como un Asilo en el Calvario sin pretenderlo se convirtió poco a poco en congregación religiosa que prolongaría las acciones del Padre Fundador mas allá de su muerte.

En Puebla funda asilos y escuelas en beneficio de los más necesitados de la sociedad, sin descuidar la preparación de las Hermanas que atienden dichos centros como el Asilo Particular  de Caridad de Ancianos fundado en 1888 y que perdura hasta nuestro días o la Escuela en la Ciudad de Mérida, Yucatán donde llevo a las Hermanas en 1890 pues aun débil de salud viaja en barco desde el Puerto de Veracruz al de Progreso. Pero su obra cumbre en la ciudad poblana será la Casa de la Misericordia Cristiana, lugar para la promoción de la mujer, sobre todo de refugio digno para aquellas que habían caído en la prostitución y buscaban otro modo digno de vivir, contenía también un colegio con talleres para niñas. Este lugar que antes fue una fábrica de ácidos y productos químicos, lo adquiere el P. José María,  gracias a que él y las Hermanas rogaron al Patriarca San José para adquirir tal inmueble, tan es así, que en un pedestal dentro del recinto tiene una inscripción pintada que dice: “Esta Casa se fundó el 19 de Marzo de 1894”.

Es un hombre lleno de virtudes y de gran ciencia, cualidades demostradas desde el inicio de su sacerdocio, su gran formación teológica le permitió escribir artículos, que junto con establecimiento de una imprenta, edita y publica la primera revista eclesiástica en el país: “El Reproductor Eclesiástico Mexicano”, todas llenas de gran riqueza espiritual, tal revista la hace circular por todo México y más allá de sus fronteras.

Sería influenciado grandemente por la espiritualidad de San Alfonso María de Liguori (1 de agosto) y su gran Teología Moral, la devoción y admiración al Santo Obispo se reflejó al nombrarlo como uno de los patrones de su congregación, incluso se conserva un cuadro del Santo que tenía en sus aposentos. Así  también, le imitó en la devoción a la Madre de Jesús y Madre de los pobres, invocándola en sus penas y aflicciones y rogando su protección. María Santísima fue la Madre verdadera para él, con tal madre nunca se sintió huérfano  y acudía a Ella con confianza: en la Congregación de la Misión la llamó con el titulo de Inmaculada Concepción de la Medalla Milagrosa, durante su estancia en León se unió a la devoción por la imagen de la Madre Santísima de la Luz como líneas arriba lo hemos dicho. Pero grande fue su alegría para su corazón mariano al unirse a todos los mexicanos, por el júbilo que representaba para toda la nación católica la Coronación Pontificia de la Imagen de Santa María de Guadalupe el 12 de Octubre de 1895, la imagen de la Virgen del Tepeyac  presidiría en la cabecera de su cama como actualmente se conserva.

El Padre Yermo también sufre tragos amargos en la ciudad terribles calumnias y malos entendidos, que soporto con gran paciencia y caridad. Es por eso que el nuevo Arzobispo de Puebla, el Venerable Ramón Ibarra y González, le retira la dirección espiritual de sus religiosas pero poco después se aclaró la situación y vuelve a guiar a sus hijas. En 1909 fundó la primera escuela de su obra para indígenas de la Sierra Tarahumara, en Chihuahua, allí llevó a las Siervas para que con la colaboración de los Jesuítas, contribuyeran a la promoción del rarámuri. Esta fue la obra más preciada de nuestro santo y la última. El día 1 de agosto celebra su 25 aniversario Sacerdotal.

20 días después ya estaba en cama, y en presencia de las Hermanas y alumnas pide le canten el Salve Stella Maris, con este canto dedicado a la Madre de Cristo, su madre a quien amaba con ternura. falleció serenamente  a las 4.30 a.m. del 20 de Agosto de 1909. Los presentes al enterarse de la muerte gozosa del Padre José María, en un acto espontáneo se reunieron en la Capilla a entonar el Te Deum, en acción de gracias por el don de su vida. El Arzobispo Ibarra y González de inmediato sugirió que se conservaran pertenecías y escritos que hubieran sido del Padre Yermo pues ya se creía que era un alma que gozaba de la plenitud de Dios y que llegaría el momento en que sería glorificado. Un año después de su muerte, las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús obtienen la Aprobación Pontificia del Instituto.

José María de Yermo y Parres es beatificado en la Insigne Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, junto con Los Niños Mártires de Tlaxcala y el Vidente Juan Diego, por San Juan Pablo II, el día 6 de mayo de 1990. El mismo Pontífice lo canoniza junto con la Beata María de Jesús Sacramentado Venegas de la Torre y el Beato Cristóbal de Magallanes con sus 24 Compañeros Mártires, en la Ciudad de Vaticano, durante el Año Santo 2000, el  21 de Mayo, día jubilar dedicado a México. El Arzobispo Rosendo Huesca Pacheco lo nombra patrón y gloria del Clero Poblano. Sus reliquias se conservan en la Capilla de la Casa Central de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, en la ciudad poblana.

Escrito por Tacho de Santa María para https://preguntasantoral.blogspot.com.es


A 19 de septiembre además se celebra a
Santa María de Cervelló, virgen mercedaria.
San Rodrigo de Silos, abad

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