Beato Tomás de Lancaster, conde mártir.
De un curioso culto a un polémico personaje.
Beato Tomás Plantagenet de Lancaster, conde mártir. 22 de marzo.
Vamos a los tiempos de Eduardo II de Inglaterra (no confundir con San Eduardo II de Northumbria). Este rey tenía un favorito, amante al parecer, llamado Piers de Gaveston, que había sido desterrado por el rey Eduardo I. Cuando Eduardo II subió al trono, olvidó las encomiendas de su padre, que consistían en colaborar con la Cruzada, conquistar Escocia y no acoger nuevamente a Piers. Así, hizo todo lo contrario: llamar a su favorito junto a sí, y nombrarlo conde de Cornualles, despidió a funcionarios que se le oponían, y al obispo de Coventry, lo arrojó a la cárcel con la falsa acusación de ladrón. Además, el dinero que debía destinarse a la Cruzada, Eduardo lo dio a su amante, al cual casó con su sobrina Margarita. Pero el colmo llegó cuando Eduardo se fue a Francia a casarse con la princesa Isabel y dejó como regente ¡a Gaveston!
El parlamento estalló en ira, que se acentuó cuando Eduardo puso a Gaveston a su derecha al ser coronado rey. Tres días después de la ceremonia de coronación el parlamento "invitó" al nuevo rey a despedir a Gaveston, "alertándole" de los graves sucesos de desobediencia que podían sucederse si permanecía en Inglaterra y dando ese escándalo. Eduardo no tuvo más remedio que obedecer y mandó a su íntimo amigo a Irlanda ¡como su virrey!, y además, le despidió con gran solemnidad en Bristol. Pero al poco tiempo Eduardo comenzó a luchar por el regreso de Gaveston, apeló al papa Clemente V, amigo personal del rey, y a algunos obispos. Finalmente, pudo Gaveston lograr su regreso a cambio de un juramento de buen comportamiento.
Pero poco tiempo duraron las buenas intenciones, pronto Gaveston mostró su influencia perversa sobre el rey Eduardo II. Dinero malgastado, mal ejemplo, escándalo… por ello, algunos barones del reino se negaron a asistir al parlamento y presentarse ante el rey. Entre ellos estaba nuestro Tomás, conde de Lancaster, primo hermano del rey. Eduardo, que no podía consentir quedarse sin rentas y tener un parlamento contrario a su persona, trasladó el parlamento a Londres, donde sí que se presentaron los nobles fuertemente armados, para mostrar su poderío frente al rey e intimidarle.
Además, nombraron una comisión de prelados y nobles para exponerle al rey las quejas de todo el reino por su mal gobierno. Sin embargo, algunos barones, a las órdenes de Tomás, capturaron a Gaveston en Scarborough, y el 19 de mayo de 1312 lo asesinaron, para terminar con aquello. Tomás de Lancaster se arrepintió de su crimen y con humildad pidió perdón a Eduardo, el cual organizó una ceremonia de reconciliación, donde amnistió a los asesinos, aunque solo lo hizo para calmar al reino, pues no perdonaba de corazón.
Al poco tiempo, Eduardo tomó como chambelán y nuevo favorito al hijo del Barón de Despenser, llamado Hugo. Si bien lo tomó en deferencia al apoyo que había recibido de Despenser frente a los barones revueltos, pronto Eduardo enloqueció por el joven, al que complacía en todo. Así, poco a poco los Despenser alcanzaron gran poder en el reino, lo cual llevó a una rebelión que comenzó en 1321. Tomás fue cercado en Boroughbridge, donde se refugió en una capilla, diciendo, mientras miraba al crucifijo; "Señor, me rindo a ti y a tu misericordia". Fue apresado y arrastrado, le vistieron como a un plebeyo y y lo llevaron por el río a York, donde fue recibido con todo tipo de insultos. Luego fue llevado a su castillo de Pontefract, y en el mismo salón de su casa fue juzgado, sin derecho a defensa ni propia ni de terceros. Se le condenó a ser despellejado y descuartizado vivo, para ser decapitado luego, pero su sangre real hizo que el rey le conmutase la pena por la sola decapitación, sin dolor ni escarnio. Para humillarle le pusieron un viejo gorro en la cabeza, lo subieron a un pony y lo así lo llevaron a ejecutar, en medio de burlas y desprecios, mientras un religioso dominico lo reconciliaba con Dios. Fue decapitado en una colina cercana a su castillo.
Aunque no aparece por ningún lado lado la fe católica como causa de su muerte, pronto se le comenzó a venerar tal cual y no pocos milagros ocurrían a la vera de su sepulcro en la iglesia del priorato de Pontefract. Alarmado, Eduardo II mandó cerrar el priorato para detener a los peregrinos, pero nada pudo hacer contra la devoción popular. Cinco años después de su muerte, el parlamento pidió al nuevo rey Eduardo III que solicitara al papa Juan XXII la canonización de Tomás de Lancaster. Y este monarca accedió y comenzó a edificar una capilla en la colina del “martirio”. En 1330 se repitió la petición al mismo papa. Nunca fue canonizado oficialmente, pero recibió culto por parte de del pueblo durante siglos, incluso hay una crónica de un monje de Saint Alban, datada en 1389 que dice "este mismo año fue Tomás de Lancaster canonizado, porque se decía que no debía ser canonizado hasta el momento en que todas los que estaban contra él hubieran sido destruidos, y todos ellos ya lo son". Aunque no hay vestigio del culto oficial, sí que fue venerado hasta la persecución de los anglicanos hacia los católicos, cuando sus huesos fueron profanados. En 1828 sus huesos fueron reconocidos por una comisión, en 1885 desaparecieron, para aparecer posteriormente.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo III. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1914.
A 22 de marzo además se celebra a
Beato Eelko, premonstratense mártir.
Santa Lea de Roma, viuda y religiosa.